Los probióticos podrían revertir hasta cierto punto la hipertensión causada por el abuso de sal en la dieta | Por: @linternista
Según revela un estudio dirigido por investigadores del Centro de Medicina Molecular Max Delbrück en Berlín (Alemania), es posible que haya una alternativa para aquellos que gustan de las comidas ‘saladas’. Un estilo de vida occidental con alto consumo de sal puede provocar hipertensión y enfermedades cardiovasculares. La alta ingesta de sal también puede provocar autoinmunidad al inducir células T ayudadoras 17 (TH17), que también pueden contribuir a la hipertensión.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Nature», muestra que algunas bacterias que habitan en nuestra flora intestinal pueden revertir este nocivo efecto de la sal sobre nuestra presión sanguínea. Tal es así que tan solo habría que ‘ingerir’ las bacterias que promuevan este beneficio, como sería por ejemplo con la toma de probióticos. Pero cuidado: como advierten los autores, que existan probióticos capaces de contrarrestar los perjuicios de la sal no quiere decir que podamos ‘descargar’ nuestros saleros sobre los alimentos. Hay que controlar la sal.
Es bien sabido que abusar de la sal en las comidas aumenta el riesgo de padecer hipertensión arterial y que, según alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye la primera causa de mortalidad global. La razón se explica porque, con objeto de diluir el exceso de sodio que se acumula en el torrente sanguíneo, el organismo se ve forzado a retener más agua en la sangre, lo que provoca que el corazón y los vasos sanguíneos tengan que esforzarse más para bombear este líquido adicional. El resultado es que los vasos se endurecen y la presión sanguínea se dispara. Entonces, ¿qué se puede hacer? Pues simple y llanamente, limitar la cantidad de sal en las comidas. Sin embargo, y
Como explica Eric Alm, co-autor de la investigación, «creemos que es posible desarrollar probióticos con la capacidad de contrarrestar los efectos de las dietas altas en sal, pero la gente no debería pensar que puede alimentarse de comida rápida porque sus efectos serán suprimidos con la toma de un probiótico».
Demasiada sal
En los últimos años se han publicado diversos estudios que han demostrado que el sistema inmune se encuentra implicado en algunos de los efectos de las dietas ricas en sal. Por ejemplo, los autores del nuevo trabajo ya habían mostrado que la sal incrementa la producción de unas células inmunes encargadas de estimular la inflamación –y, por ende, de promover la hipertensión arterial–: los linfocitos Th-17. Y asimismo, que el exceso de sal puede desencadenar el desarrollo de una enfermedad autoinmune similar a la esclerosis múltiple en ratones.
Pero aún hay más. Los autores también han constatado que el equilibrio entre las células proinflamatorias –caso de los linfocitos Th-17– y antiinflamatorias está directamente condicionado por la composición de la flora intestinal. Y lo que es más importante, que el uso de probióticos, es decir, de alimentos que contienen microorganismos vivos con actividad intestinal, puede inclinar la balanza en favor de las células antiinflamatorias.
Por tanto, y partiendo de estas premisas, el nuevo estudio tuvo por objeto evaluar cómo las dietas ricas en sal afectan a la composición de la flora intestinal y, llegado el caso, qué cambios en esta flora se asocian a los efectos nocivos para la salud atribuibles a estas dietas. Para ello, los autores recurrieron a un modelo animal –ratones– al que alimentaron durante cuatro semanas con una dieta con una cantidad desmesurada de sal –las pastillas de cloruro sódico constituían hasta el 4% de toda su alimentación, frente al 0,5% que se encuentra en una ‘dieta normal’.
Los resultados mostraron que el abuso de sal conllevó una disminución de la concentración en la flora intestinal de una bacteria llamada ‘Lactobacillus murinus’, así como una elevación de los niveles en sangre de linfocitos Th-17. El resultado es que las cifras de presión arterial se dispararon. Así, el siguiente paso fue administrar a los animales un probiótico con la bacteria ‘L. murinus’ y ver si era capaz de bajar esta presión sanguínea. Y de acuerdo con los resultados, el probiótico se asoció a un descenso muy significativo de los niveles de linfocitos Th-17, lo que provocó la desaparición de la hipertensión.
También en humanos
Pero, exactamente, ¿cuál es el mecanismo por el que los linfocitos Th-17 contribuyen a la hipertensión arterial y a otros efectos perjudiciales de las dietas ricas en sal? Pues la verdad es que, como reconocen los propios autores, no se sabe. Como apunta Eric Alm, «estamos aprendiendo que, mucho más allá de lo que generalmente entendemos por ‘inmunidad’, el sistema inmunitario ejerce un gran control sobre el organismo. Sin embargo, los mecanismos por los que se ejerce este control permanecen ocultos».
Sea como fuere, este efecto positivo de los probióticos sobre la presión arterial en ratones, ¿puede también esperarse en humanos? Pues para averiguarlo, los autores llevaron a cabo un estudio en el que 12 voluntarios siguieron durante dos semanas una dieta con exceso de sal –6 gramos diarios–. Y lo que vieron es que, al igual que lo ocurrido con los ratones, todos los participantes experimentaron un cambio en la composición de su flora intestinal –básicamente, una reducción de los niveles de bacterias del género ‘Lactobacillus’– y un aumento de sus cifras de linfocitos Th-17 –con la consecuente elevación de su presión arterial–. Así, el siguiente paso fue evaluar el efecto de la administración de un probiótico con ‘Lactobacillus’ ya comercializado. Pero no después de la dieta, sino antes. Y en este caso, y a pesar de la alimentación ‘sabrosa’, todos los participantes mantuvieron su flora intestinal intacta y unas cifras tensionales normales.
Fuente: abc.es/salud