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Quedarse sin trabajo es una situación asfixiante, literalmente | Por: @linternista

Que la crisis económica ha tenido muy pocas cosas positivas es algo que todos sabemos. Que las buenas noticias que se han derivado de ella han sido escasísimas, también. Pero son ya varios los estudios que relacionan directamente sus efectos con la salud de los que la padecen. El más llamativo es uno recientemente publicado en Alemania que relaciona el riesgo de quedarse desempleado con la posibilidad de padecer asma.

El estudio, publicado en la revista Journal of medical Ethics, se basa en el análisis de la situación de más de 7.000 adultos, todos ellos trabajadores, que nunca antes habían sufrido un episodio de asma en su vida.

A todos ellos se les preguntó en 2009 -justo un año después de que empezara la crisis- por las sensaciones que tenían sobre su situación laboral y el riesgo que creían tener de perder su trabajo en los próximos dos años. Llegada esa fecha, en 2011, cuando la crisis todavía estaba en su punto álgido, comprobaron cuántos de ellos habían sufrido asma por primera vez. Observaron que aquellos que en su momento respondieron que tenían una ‘alta inseguridad’ laboral reportaban un 60% más de casos que los que creían que tenían pocas posibilidades de perder su empleo.

«En el asma influyen muchos factores, y uno de ellos es el estrés«, señala Julio Delgado, coordinador del comité de asma de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, quien reconoce, además, que «probablemente no sea el factor más estudiado ni el que más se tiene en cuenta en las consultas, ya que solemos estar más pendientes de los alergenos y otro tipo de factores como los irritantes».

Sin embargo, es importante señalar que, en este caso, la pérdida de trabajo sería un desencadenante, no la principal causa del asma. Eva Martínez Moragón, coordinadora del área de asma de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, explica que «el asma es una enfermedad heterogénea cuya causa exacta no se sabe, pero hay muchos factores que precipitan las molestias, y una de ellas es el estrés y las causas emocionales«.

Según los autores del estudio, el mecanismo que podría explicar que la ansiedad por quedarse sin empleo desembocase en un primer episodio de asma se debe a que este estrés genera alteraciones neuroendocrinas (en el sistema nervioso simpático y el eje hipotalámico) y de la regulación inmunológica, que producen efectos inflamatorios en la vía aérea, y de ahí la clínica asmática.

Pero según Delgado, el problema no es tan simple, sino que actúa en sentido bidireccional: la persona estresada padece asma porque se estresa, pero al mismo tiempo, se estresa aún más por el hecho de tener asma, generándose así una especie de círculo vicioso que no hace sino empeorar el cuadro.

Ante esta situación, ¿qué se puede hacer? La doctora Moragón recomienda hacer ejercicios de relajación diafragmática, «muy parecidos a los que se practican en yoga», explica. Delgado recuerda que «es importante intentar objetivar la situación, y para ello hay que acudir a un especialista para valorar la función pulmonar de esa persona».

Quizás una de las cosas más curiosas del estudio es que habla de la inseguridad laboral en Alemania, un país que, a nadie se le escapa, tiene una tasa de desempleo considerablemente inferior a la del resto de Europa.

Planes por posponer

Otra de las evidentes secuelas de la crisis está también relacionada con la infancia: la situación actual obliga a muchas familias a posponer la decisión de ser padres, o directamente a descartarla. Así se constata en un estudio estadounidense cuyos datos recoge la revista PNAS.

«Por supuesto que la crisis está afectando a la natalidad, porque se están priorizando otras cosas. Las parejas que no tienen dificultades para concebir pueden posponer la decisión con relativa facilidad, pero para los que tienen problemas es más complicado», explica Ana Monzó, ginecóloga del Hospital de la Fe de Valencia a este periódico. Monzó trabaja en la unidad de reproducción asistida, donde han notado un incremento en la demanda de estos tratamientos, que por la vía pública quedan cubiertos por la seguridad social, mientras que en una clínica privada superan los 5.000 euros. «Ahora hay más demanda y esto supone que a veces se incrementen las listas de espera», señala.

Fuente: El Mundo

Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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