El uso del smartphone puede ocultar trastornos de conducta | Por: @linternista

 “Todas las situaciones que enfrenta un individuo cuando hay innovación tecnológica, incluso las que propician los aprendizajes más básicos, generan estrés fisiológico”,  según Jairo Zuluaga, profesor de Neurofisiología de la Universidad Nacional (UN) de Colombia.

Zuluaga argumenta que el “estrés se vuelve ‘malo’ cuando trasciende los límites en los cuales el individuo se puede adaptar”. “Las adaptaciones inadecuadas serían las que más se vinculan a las enfermedades”, dice.

Varios trastornos

El psicólogo Juan Guerrero, director del Departamento de Psicología de ésta universidad, realizó un estudió durante cuatro años donde evaluó los desórdenes que genera el uso compulsivo de teléfonos inteligentes, tabletas, portátiles y hasta de computadores de escritorio.

El doctor Guerrero señala que se puede padecer de varios trastornos:

• Nomofobia ─que es la abreviatura de la expresión inglesa ‘no-mobile phobia’─ que es el miedo irracional a salir de la casa sin el celular.
• Síndrome de vibración fantasma que se sufre cuando se siente vibrar el teléfono aunque el equipo esté apagado o cuando ni siquiera lo lleva la persona.
• Textofrenia que es la tensión y la confusión que padecen las personas por creer que su celular recibe constantemente mensajes o notificaciones sin que realmente ocurra.
• Taxofrenia que es el estrés que se presenta cuando el teléfono no suena o nadie escribe.

“Estos trastornos son completamente comprensibles y reales. Así como existe el síndrome del miembro fantasma en las personas que han tenido amputaciones y después les duele un dedo del pie y no tienen la pierna. El sistema nervioso favorece la construcción de una realidad. La sensación de que vibró el celular en el bolsillo y resulta que no lo tiene ahí es una sensación real que se puede reconstruir mentalmente, asociada a la experiencia y a un aprendizaje”, opina Zuluaga, quien asegura que existe la posibilidad de que estas conductas produzcan trastornos depresivos.

Según el investigador, no tener el teléfono inteligente en las manos puede generar en algunas personas inestabilidad, agresividad y dificultad para concentrarse, así como incomodidad por no contar con un dispositivo para comunicarse. Así mismo, advierte que no tener suficiente batería o encontrar poca cobertura puede crear ansiedad, la misma que también aparece cuando no se recibe una respuesta rápida.

Al respecto, Zuluaga, director de la Liga Central contra la Epilepsia, afirma que aunque la posibilidad de encerrarse en una relación tecnológica y volverse hostil y agresivo existe, esta “es una asociación que no es sencilla de hacer”.

Vulgar adicción

Ante la furia que invade a algunos usuarios cuando no encuentran cobertura -la cual lleva en algunos casos a insultar a los operadores-, el médico asegura que se trata de las consecuencias de un modelo adictivo. “Es lo mismo que ocurre cuando un cocainómano no accede a la cocaína. Es un modelo adictivo que desde el sistema nervioso siempre requiere la recompensa, y cuando no la encuentra, la busca y puede entrar en niveles de agresión”.

Flojera mental

Guerrero también habla sobre un desorden llamado ‘efecto Google’, el cual padecen quienes se acostumbran a buscar información a través de motores de búsqueda sin hacer el intento de recordarla. La Agencia de Noticias de la UN aclara que ese fenómeno fue nombrado por primera vez en el 2011, por Betsy Sparrow, Jenny Liu y Daniel Wegner, investigadores de las universidades de Columbia, Wisconsin y Harvard, respectivamente.

En criterio de Guerrero, esa tendencia toma fuerza debido a que el fácil acceso a Internet hace a las personas más propensas a olvidar ciertos detalles que, creen, son accesibles en línea.

Este fenómeno, en opinión de Zuluaga, “no es bueno ni malo, solo ocurre”. “En el momento en que la sociedad facilita el recurso, se utilizan los espacios de memoria para otras cosas. No quiere decir que vamos a perder la memoria como humanos a través del tiempo. Eso también se discutió cuando aparecieron las primeras calculadoras. Estamos enfrentando una nueva diversidad de seres humanos”.

“Son innegables las ventajas que traen estos artefactos, pero hay que tener en cuenta las consecuencias de su uso compulsivo, lo cual ha venido induciendo, por ejemplo, al aislamiento social”, comenta Guerrero para referirse al ‘phubbing’, que significa despreciar o ignorar a otra persona por mirar el celular. Precisamente, esta patología la sufren quienes revisan su teléfono mientras alguien les habla personalmente.

Ese desorden puede verse con alta frecuencia, recuerda el experto, en restaurantes, eventos sociales e incluso en el hogar. “En el comedor o en la sala de la casa es conocido el aislamiento en la vida familiar. Cada miembro, a excepción de la mascota, tiene un dispositivo en la mano, cuando deberían estar compartiendo y dialogando sobre su diario quehacer”, opina el psicólogo, citado por la Agencia de Noticias de la UN.

Conducta antisocial

El profesional recuerda que menospreciar a quienes están presencialmente por prestar más atención al móvil, afecta las relaciones de pareja y la enseñanza en aulas de clase y auditorios.

En ese sentido, menciona el “pacto de confianza” que deberían hacer los estudiantes y sus docentes para que “ellos y el profesor no utilicen estos aparatos, a menos que sea indispensable para el proceso de enseñanza-aprendizaje”. “Estas personas andan en otro asunto, viendo películas, jugando o chateando. Hay páginas que definitivamente los sustraen del escenario de la clase”, señala el profesor.

Por su parte, Zuluaga concluye que aunque “todos tenemos que adaptarnos a una sociedad que demanda comunicaciones permanentes”, el uso compulsivo de las nuevas tecnologías es un “problema de educación”. “La recomendación es sencilla: ‘Ni tanto que queme al santo, ni tampoco que no lo alumbre’”.

.

Fuente: El Tiempo.

Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh

Comunicador Social