Psicología

El éxito de la pareja pasa por saber manejar las emociones |Por: @linternista

En las relaciones de pareja se tramiten todas las emociones: alegría, regocijo, ternura, rabia, miedo o tranquilidad, entre otros. La pareja es, finalmente, el lugar por excelencia de los sentimientos. Aunque esto es muy valioso, también puede resultar dañino si estas emociones no se manejan en su justa medida.

Estar dispuestos a trabajar en la observación y el control de nuestras emociones en el ámbito de la relación, es darle la importancia que merece. Hacer de la pareja lo que anhelamos depende en gran parte de nuestra capacidad para enfrentar con serenidad los problemas, canalizar las emociones, reconocer los sentimientos del otro, controlar los nuestros, no dar rienda suelta a nuestras emociones más intensas, y guardar el respeto y la consideración por la pareja.

En realidad, la mayor parte de las habilidades para tener bienestar, armonía y tranquilidad en la relación son de carácter emocional. Con mucha frecuencia la vida juntos se deteriora por la aparición descontrolada de los impulsos y los sentimientos, la dificultad para decir lo que sentimos, la agresividad frente a algo que nos disgusta o la apatía para expresar el afecto y el cariño.

Las parejas que desarrollan habilidades de la inteligencia emocional, aumentan la probabilidad de bienestar, cercanía y disfrute en la relación.

  • Conocerse a sí mismo. En las relaciones afectivas entran en juego muchos aspectos que tienen que ver con algunos de los anhelos más profundos de la pareja que es estar acompañado, ser amado, sentirse respetado y, en últimas, ser felices. Sensibilizarnos a estas diversas dimensiones de la relación afectiva implica necesariamente atender, comprender y aprender a conectarnos con nuestros sentimientos, pensamientos y estados de ánimo, así como con la manera en que estos afectan nuestro comportamiento. Se trata de atender conscientemente a los diferentes momentos emocionales, identificarlos y buscar la mejor manera de enfrentarlos.
  • Control. Muchos hemos experimentado las sensaciones que produce emprender una discusión en plena noche o en medio de las ocupaciones cotidianas. Los conflictos, los desacuerdos y las discusiones que se dan en la convivencia producen una serie de emociones negativas como angustia, intranquilidad y temor, entre otras. A su vez, cada una de estas emociones fuertes contiene en sí misma un impulso para la acción que puede traducirse en agresividad, aislamiento o apatía. El reto está en no dejarse arrastrar por estas emociones dejando que se vuelvan escaladas de emociones, reacciones y actitudes negativas, es decir, yo reacciono, tú reaccionas, y así sucesivamente hasta cuando caemos en un círculo vicioso de agresión, humillación, indiferencia o descalificación, entre otros.
  • Expresar los sentimientos. La comunicación, que abarca mucho más que las palabras, con frecuencia se convierte en la principal dificultad de las parejas. Terminan sintiendo la convivencia como algo insoportable, cuando en realidad enfrentan ciertas fallas en su manera de comunicarse que pueden ser superadas. Es muy importante mejorar la habilidad para comunicar nuestras emociones, porque de lo contrario se agudizan los problemas y se generan círculos viciosos que pueden terminar por destruir los vínculos afectivos. Aunque no lo parezca, son las pequeñas acciones las que hacen la diferencia en la convivencia. Las palabras que usamos, el tono de voz en que las decimos y el contexto en que las ponemos pueden marcar una gran diferencia a la hora de entablar comunicación con el otro.
  • Empatía. La empatía es la capacidad de ponernos en el lugar del otro para salirnos de nuestro marco de referencia y entender la perspectiva de la pareja. Aparte de mejorar la comunicación y la interacción en la relación es una habilidad clave para llevar a cabo proyectos comunes sin comprometer el bienestar de cada uno y sus proyectos individuales. Por eso esta razón, es valioso empezar por observar con atención la manera en que nos relacionamos con el otro. ¿Comprendemos realmente lo que la pareja necesita? ¿Nos esforzamos por saber cómo se siente, qué lo pone triste, contento o enojado? ¿Tengo conciencia acerca de cómo le afectan mis acciones?
  • Discutir razonablemente. Todas las parejas tienen que afrontar la posibilidad del conflicto, porque están integradas por dos personas diferentes, con historias personales independientes. En pareja significa aumentar nuestra capacidad de responder adecuadamente a lo que el otro está tratando de decirnos y por lo tanto, enojarse sin dejarse llevar por el calor de los acontecimientos, aumentar la capacidad de discutir razonablemente, disminuir las reacciones automáticas y descontroladas como llorar, gritar, enfurruñarse o insultar. Después de una discusión se puede sentir rabia, pero no es lo mismo entender la rabia como resentimiento que como indignación. La comunicación, que abarca mucho más que las palabras, con frecuencia se convierte en la principal dificultad de las parejas. Cuando la persona comprende que lo que siente es resentimiento, el siguiente paso es pensar qué lo está produciendo. Puede ser que un recuerdo de infancia de una situación similar esté interfiriendo y reforzando el resentimiento. Esto vale también para la tristeza, el negativismo, la apatía o el miedo, que descontrolados también afectan de manera importante las relaciones de pareja.

Fuente: El Tiempo.

Daniel Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

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