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Una gran proporción de obesos metabólicamente sanos se convierten con el tiempo en no saludables en todas las categorías de IMC | Por: @linternista

Según un una investigación perteneciente al Nurses’ Health Study, publicada por Nathalie Eckel, M. C., y colaboradores del German Institute of Human Nutrition, Potsdam-Rehbrücke, en Nuthetal, Alemania, el 30 de mayo en la versión electrónica de The Lancet Diabetes & Endocrinology, la obesidad sigue siendo un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular incluso en quienes por lo demás son «metabólicamente sanos».[1]

Entre junio y diciembre de 1976, se reclutaron 121.701 enfermeras para el Nurses ‘Health Study (NHS), de las cuales 103.298 respondieron un cuestionario en 1980 utilizado como referencia en este estudio. Después de excluir a las mujeres con antecedentes de enfermedad cardiovascular o cáncer, con pérdida de peso corporal y bajo peso 90.257 mujeres fueron seguidas desde 1980 hasta 2010 por enfermedad cardiovascular incidente. Las participantes se clasificaron por categorías de índice de masa corporal (IMC), salud metabólica (definida por la ausencia de diabetes, hipertensión e hipercolesterolemia) y cambio en el estado metabólico de salud durante el seguimiento.

Durante un tiempo de seguimiento promedio de 24 años, se documentaron 6.306 casos de enfermedad cardiovascular, incluidos 3.304 casos de infarto de miocardio y 3.080 ictus (anteriormente llamados accidentes cerebrovasculares).

El riesgo de enfermedad cardiovascular de las mujeres con obesidad metabólicamente saludable (es decir, sin diabetes, hipertensión o hipercolesterolemia al inicio) aumentó 39% en comparación con las mujeres con peso normal metabólicamente sano (HR: 1.39), pero el riesgo fue considerablemente más alto en las mujeres con peso normal metabólicamente enfermas (2.43), sobrepeso (2.61) y obesidad (3.15).

La mayoría de las mujeres metabólicamente sanas se convirtieron en fenotipos poco saludables (2.555 [84%] de 3.027 mujeres con obesidad, 22.215 [68%] de 32.882 mujeres con peso normal después de los 20 años).

Las mujeres que mantuvieron la obesidad metabólicamente saludable durante el seguimiento todavía tenían un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular en comparación con las mujeres con peso normal saludable estable (HR 1.57), sin embargo, este riesgo fue menor que para las mujeres inicialmente metabólicamente sanas que se convirtieron en un fenotipo no saludable (peso 1,90 frente a obesidad 2,74). Particularmente la diabetes y la hipertensión incidentes aumentaron el riesgo entre las mujeres con una salud metabólica inicial.

Es decir, que las mujeres «metabólicamente sanas» tenían un riesgo de enfermedad cardiovascular significativamente más bajo que las mujeres con tales trastornos, independientemente de su índice de masa corporal (IMC). Sin embargo, incluso entre las que eran metabólicamente sanas, las mujeres con sobrepeso u obesidad tuvieron más riesgo de enfermedad cardiovascular que las que tenían peso normal. Además, independientemente del IMC, una gran parte de las mujeres metabólicamente sanas al inicio no permanecieron así en el curso del tiempo, y la transición a un estado metabólicamente sano se asoció a un aumento del riesgo cardiovascular.

Incluso cuando la salud metabólica se mantiene durante largos períodos de tiempo, la obesidad sigue siendo un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, los riesgos son más altos para las mujeres metabólicamente enfermas en todas las categorías de IMC. Una gran proporción de mujeres metabólicamente sanas se convirtió con el tiempo en un fenotipo no saludable en todas las categorías de IMC, lo que se asocia con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

«Estos hallazgos indican que los individuos metabólicamente sanos podrían beneficiarse de un manejo de la conducta y médico enfocado en prevenir la progresión al estado metabólicamente no saludable (por ejemplo, mejorando la dieta en general y aumentando la actividad física)», escriben en su artículo Eckel y sus colaboradores.

En un editorial adjunto, el Dr. Carl J. Lavie, de la University of Queensland School of Medicine en Nueva Orleans, Estados Unidos y sus colaboradores, comentan: «La gran contribución de este estudio es que aclara aspectos importantes de cómo los cambios o el mantenimiento del peso y el estado metabólico afectan al pronóstico de enfermedad cardiovascular».[2]

Sin embargo, los editorialistas señalaron que en el estudio no se evaluaron los niveles de actividad física «o, lo que es más importante, la poderosa contribución de la aptitud cardiorrespiratoria, que pudiera ser uno de los factores predictores más importantes de enfermedad cardiovascular y mortalidad por todas las causas. Hemos sostenido que la aptitud física es más importante que la adiposidad, que las personas con obesidad metabólicamente sanas y grados aceptables de aptitud cardiorrespiratoria tiene un pronóstico general muy satisfactorio con respecto a enfermedad cardiovascular y a la sobrevida en general».

Incluso en el individuo «metabólicamente sano» el IMC elevado empeora el riesgo de evento cardiovascular

Los autores utilizaron como referencia datos del cuestionario de Nurses’ Health Study 1980, cuando los pacientes tenían 30 a 55 años de edad. En el seguimiento se incluyeron cuestionarios enviados por correo cada 2 años. Las variables investigadas fueron infarto de miocardio mortal y no mortal, e ictus, y su combinación como evento cardiovascular total.

A las mujeres se les clasificó bajo las categorías de peso normal (IMC: 18,5 a 24,9 kg/m2), sobrepeso (IMC: 25,0 a 29,9 kg/m2) y obesidad (IMC ≥ 30 kg/m2). Se definió como metabólicamente sanas a las personas que no tenían hipertensión, diabetes e hipercolesterolemia.

En comparación con pacientes con un peso normal metabólicamente saludable (n = 50.336), los hazard ratios (HR) para evento cardiovascular fueron 2,43 en las 8.629 mujeres con peso normal metabólicamente no saludable, 2,61 en 5.708 mujeres con sobrepeso metabólicamente no saludable y 3,15 en las 4.252 mujeres con obesidad metabólicamente no saludable, todos estadísticamente significativos.

En el grupo metabólicamente saludable, las mujeres que tenían sobrepeso u obesidad mostraron un riesgo de evento cardiovascular significativamente mayor que las que tenían peso normal (HR: 1,20 y 1,39, respectivamente).

La aparición de riesgo metabólico agrava los desenlaces de evento cardiovascular

Después de ajustes con respecto a edad, raza y otras variables, la presentación de diabetes o hipertensión en el curso del tiempo se relacionó con un riesgo significativamente mayor de evento cardiovascular (infarto de miocardio o accidente cerebrovascular) entre todos los grupos de IMC inicial, pero el riesgo fue mayor en caso de un IMC más elevado.

Por ejemplo, en comparación con mujeres de peso normal al inicio que no desarrollaron diabetes, los HR entre las que desarrollaron diabetes fueron 1,29 para la categoría de peso normal al inicio, 1,93 para el sobrepeso y 2,17 para la obesidad. Los HR correspondientes para la presentación de hipertensión fueron 1,92, 1,87 y 2,03, respectivamente, todos significativos.

Es interesante que no se observara la misma relación con respecto a la aparición de hipercolesterolemia. «Podría ser interesante investigar en otras poblaciones, y esto refleja la efectividad del tratamiento farmacológico de la hipercolesterolemia prescrito para reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular», escriben Eckel y sus colaboradores.

De todas formas, aun cuando no se desarrollase alguno de los factores de riesgo metabólico, las mujeres con sobrepeso y obesidad metabólicamente sanas persistieron con más riesgo que las que tenían peso normal metabólicamente saludable, con HR ajustados a múltiples variables de 1,20 y 1,39, respectivamente.

Pocas mujeres permanecieron metabólicamente sanas en el curso del tiempo

Del total de 71.668 mujeres que estaban metabólicamente sanas al inicio en 1980, 84% en general experimentaron transición a la categoría de metabólicamente no sanas en el periodo del estudio. Las proporciones de las mujeres que permanecieron metabólicamente sanas hacia el 2010 fueron 15,4% en el caso de las que tenían peso normal, 7,9% en las que tenían sobrepeso y 6,1% en las obesas.

Dentro de cada grupo de IMC, las que permanecieron metabólicamente sanas tuvieron un riesgo cardiovascular sustancialmente más bajo durante el seguimiento que las mujeres que estuvieron metabólicamente no sanas en cualquier momento. No obstante, las mujeres obesas metabólicamente sanas que permanecieron así durante el año 2000, tuvieron riesgo cardiovascular 1,57 tantos mayor que aquellas con peso normal que permanecieron metabólicamente sanas.

Los resultados mostraron que las mujeres metabólicamente sanas tenían un riesgo sustancialmente menor de enfermedad cardiovascular que las mujeres con condiciones metabólicas preexistentes en todos los grupos de IMC.

Aún así, las mujeres con sobrepeso metabólicamente saludable o con obesidad metabólicamente saludable tenían un mayor riesgo en comparación con las mujeres con un peso normal metabólicamente saludable.

Los datos sugieren además que la salud metabólica es un estado transitorio para una gran proporción de mujeres con obesidad, pero también con sobrepeso y peso normal. En particular, la diabetes e hipertensión incidentes aumentaron el riesgo de enfermedad cardiovascular entre las mujeres con una salud metabólica inicial. Sin embargo, incluso si las mujeres con obesidad mantuvieron la salud metabólica durante 10 o 20 años, tenían un mayor riesgo en comparación con las mujeres con peso normal.

Implicación: La prevención del síndrome metabólico es clave

Los hallazgos indican que «las definiciones actuales de salud metabólica son insuficientes para identificar a un subgrupo de personas obesas sin riesgo», dicen Eckel y sus colaboradores.

En el editorial, el Dr. Lavie y sus colaboradores escriben que este estudio y otros «respaldan firmemente la prevención del síndrome metabólico, que puede lograrse previniendo el aumento de peso mediante actividad física y ejercicio, e incorporando estrategias alimentarias para reducir la ingesta calórica, posiblemente reduciendo las calorías de azúcares y carbohidratos simples».

Además, dicen los editorialistas, «incrementar la actividad física y el ejercicio con el fin de mejorar los niveles de aptitud cardiorrespiratoria es muy importante para disminuir el riesgo de enfermedad cardiovascular en todos los grupos de pacientes, incluidas las mujeres con obesidad».

Fuente: espanol.medscape.com

Referencias:

  1. Eckel N, Li Y, Kuxhaus O, Norbert Stefan N, y cols. Transition from metabolic healthy to unhealthy phenotypes and association with cardiovascular disease risk across BMI categories in 90 257 women (the Nurses’ Health Study): 30 year follow-up from a prospective cohort study. Lancet Diabetes Endocrinol. 30 May 2018. doi: 10.1016/S2213-8587(18)30137-2. Resumen

  2. Lavie CJ, Deedwania P, Ortega FB. Obesity is rarely healthy. Lancet Diabetes Endocrinol. 30 May 2018. doi: 10.1016/S2213-8587(18)30143-8. Editorial

Comité editorial medicinapreventiva.info

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