Las molestias de la rinitis, conjuntivitis y asma alérgicas se pueden presentar durante todo el año | Por: @linternista
El mundo de las alergias ha experimentado grandes cambios en los últimos 20 años: ha aumentado el número de afectados exponencialmente –desde el año 2000 la incidencia ha pasado del 20 al 33% de la población– y el cambio climático –el incremento de la polución en las urbes– ha rediseñado la polinización de las especies vegetales.
Por eso, según el Dr. Antonio Luis Valero Santiago, alergólogo del Servicio de Neumología y Alergia Respiratoria del Instituto Clínico del Tórax del Hospital Clínic de Barcelona y presidente electo de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), «la alergia primaveral es un mito». Esto tiene una explicación sencilla: entre el 50 y el 80% de los pacientes es sensible a más de un alérgeno, «si bien, la combinación de los distintos pólenes en muchos casos va a depender del área geográfica en la que se viva», explica Francisco Javier Ruiz Hornillos, jefe de Alergología del Hospital Universitario Infanta Elena de Madrid.
De acuerdo a eso, podríamos estar hablando de más de cuatro millones de españoles que sufren las secuelas de la polinización de la masa vegetal de la Península a lo largo de las cuatro estaciones. Porque limitar a la primavera la rinitis y los problemas de asma resulta simplista. «Cada vez es más frecuente que los alérgicos lo sean a varios pólenes a la vez, debido a que comparten proteínas comunes. Como consecuencia los alérgicos a estos pólenes tendrán síntomas desde enero a marzo por las cupresáceas, en abril por el plátano de sombra y en mayo y junio por las gramíneas. Si además fuera alérgico a la salsola, prolongaría los síntomas de julio a septiembre», detalla Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Seaic.
Si uno coge los datos de los últimos años de las especies que polinizan durante el otoño y el invierno, en su mayoría cupresáceas, se da cuenta de que «debido al invierno cálido que hemos sufrido, hemos tenido elevados picos y la intensidad de los síntomas han sido relevantes, como se ven en las gráficas de recuentos de pólenes –www.polenes.es–», explica Javier Subiza, alergólogo del Centro de Asma y Alergia Clínica Subiza. Resulta interesante subrayar que recientemente se han vivido meses especialmente intensos con las especies de la familia de las cupresáceas, «en concreto, 2010, 2014 y 2016 del global de los registros desde hace 44 años», apunta Subiza.
Por eso, pese a las previsiones de una primavera moderada desde la Seiac, este ha sido un otoño-invierno duro para los alérgicos. Moral manifiesta que «hasta hace 10 años, entre los pacientes alérgicos a pólenes, solo un 5% lo era a las arizónicas, mientras que en la actualidad lo son más del 25%, suponiendo la tercera causa de alergia por pólenes, después de las gramíneas y el olivo». Y esto se debe, como añade Moral, a «la profusa utilización de las arizónicas como setos, en las urbanizaciones y en las piscinas», que se emplea en todo el país.
«Catalergia»
Uno de los problemas más habituales de los que debutan con la alergia es la confusión con un catarro. ¿«Catalergia»?, una fusión entre uno y otro, «porque en realidad es frecuente que se confunda ya que en realidad los síntomas son superponibles. Pero hay puntos claves que revelan la clara diferencia entre uno y otro: la conjuntivitis es típica de la alergia, la repetición de los patrones de unas molestias aéreas más secretoras, es decir, con más mucosidad, ‘‘agüilla’’, y, la más definitoria, la duración, más de una semana», comenta Marta Ferrer, directora del Departamento de Alergología de la Clínica Universidad de Navarra.
Tal y como explica Hornillos, el patrón del alérgico es así: «Los pacientes comienzan con estornudos repetidos, picor de nariz y de ojos, enrojecimiento conjuntival y lagrimeo, congestión nasal, en ocasiones taponamiento, junto con destilación nasal, aunque en muchos casos se acompaña o puede evolucionar a síntomas bronquiales con dificultad para respirar, sensación de opresión torácica, con autoescucha de sibilancias, tos seca sobre todo por la noche y al acostarse».
Con estas notas, hoy día los alergólogos se encuentran con muchos adultos de unos 30-40 años que comienzan a sufrir este trastorno inmunológico, «pero la buena noticia es que con los avances en detección y determinación son más precisos los diagnósticos. Son por componentes a nivel molecular y podemos definir alérgicos a diferentes pólenes. Porque hasta ahora dividíamos entre la sensibilización a unos alérgenos que comparten diferentes especies vegetales», cuenta Ferrer.
¿Cómo y por qué uno puede desarrollar alergia más allá de la treintena? El aumento de la prevalencia de este trastorno inmunológico se debe, junto a otras teorías como la de la higiene, a que «las vías aéreas de los adultos se inflaman debido al aire contaminado que respiran y esto tiene un fuerte impacto en el desarrollo de alteraciones inmunológicas. En el caso de los más pequeños, se trata de una falta de maduración del sistema de defensas. Ambas teorías son hipótesis que barajamos los profesionales», subraya Valero.
Más suave, ¿seguro?
Desde la Seaic, se han hecho públicas las estimaciones para esta estación primaveral, la que más preocupa, de momento, a los pacientes. Debido a la pluviosidad escasa de las estaciones de otoño e invierno no se espera una época complicada. «Estas predicciones han resultado ser bastante acertadas en los últimos años, sin embargo, en ocasiones modificaciones climáticas, como lluvias, aumento de temperaturas, etc., pueden modificar las previsiones, reduciendo los picos máximos de polen o prolongando la estación polínica», comenta Hornillos.
Uno de los factores a tener en cuenta, como explica Valero, «es que cada polen requiere unas condiciones concretas. Así, lo que necesita el ciprés no es lo mismo que las gramíneas. E independientemente de eso, si hay una alta polinización de cualquier polen en un día soleado, seco y con brisa, éste pasea más por las narices de las personas, para entendernos. Al contrario, cuando llueve lo que ocurre es que se limpia el ambiente y desaparece durante dos días o tres».
La mayor o menor incidencia puede proceder de picos concretos. Ferrer explica que «a partir de concentraciones superiores 50 gr/m3 es cuando los alérgicos empiezan a desarrollar una mayor sensibilidad. Y a lo largo de la estación podemos ver días de concentraciones muy altas, junto a muy bajas. Y serán esos días los más complicados».
Al final, la evolución del ser humano y su intrusión en la Naturaleza ha llevado a un incremento de las alergias, ya que la industrialización ha incrementado los niveles de polución en el ambiente, «y no sólo de las partículas de los diésel, sino de las sustancias contaminantes del carbón y otros gases –de las calefacciones e industrias–. Frente a estos las plantas se han defendido aumentando la agresividad y el número de alérgenos que expulsan en su entorno y son los que generan los trastornos de alergias hoy día», concluye Valero.
Fuente: larazon.es