La resonancia magnética detecta la grasa en el hígado y evita biopsias | Por: @linternista
Un estudio llevado a cabo por el grupo de investigación liderado por el profesor de Medicina de la Universidad del País Vasco, España, Luis Bujanda, responsable del Area de Investigación de Enfermedades Hepáticas y Gastrointestinales del IIS Biodonostia, determinó cómo la resonancia magnética es «un buen método para detectar grasa en el hígado y cuantificarla, diagnosticar el hígado graso e incluso superior a la biopsia hepática».
La investigación se llevó a cabo en 97 pacientes obesos y 32 pacientes con otras patologías hepáticas sometidos a cirugía. Se midió la cantidad de grasa en el hígado comparando tres métodos diferentes, el de la resonancia magnética, la biopsia hepática y la determinación bioquímica de grasa mediante el método de Folch -utilizado para extraer lípidos-. A los pacientes se les realizó una resonancia magnética el día anterior a la cirugía y se obtuvo una muestra del hígado durante la intervención quirúrgica.
Órgano de cuidado
El hígado es uno de los órganos más importantes porque es el encargado de metabolizar los alimentos en el organismo. Sin embargo, cuando no llevamos una dieta saludable éste puede verse afectado por la acumulación de grasas, desencadenando una esteatosis hepática no alcohólica (hígado graso). Afortunadamente esta condición es reversible, en sus primeras etapas, antes de que llegue a la esteatohepatitis y a la cirrosis hepática.
El hígado graso no es más que la acumulación de triglicéridos (grasas) en el hígado y se manifiesta a través de la inflamación del órgano o el aumento de tamaño del mismo. Esta condición es muy común en hombres y mujeres con sobrepeso u obesidad y puede diagnosticarse a través de un eco abdominal en el que se observará aumento de la refringencia, reflejo de los haces sónicos en forma de color blanco en todo el volumen del órgano y con mayor intensidad, en la medida de que el contenido graso sea mayor.
Por lo general una ecografía que reporte la esteatosis hepática acompañado de un perfil hepático de laboratorio es suficiente para hacer el diagnóstico.
También existe la esteatosis hepática alcohólica, la cual es distinta porque es dada por un consumo excesivo de alcohol; se presume que afecta 90% de las personas alcohólicas y termina ocasionando, por lo general, cirrosis hepática.
La esteatosis hepática, por lo general no da síntomas; hay que buscarla activamente en aquellos pacientes que puedan tenerla, como aquellos en los que hay sobrepeso-obesidad, elevación de colesterol y triglicéridos y sindrome metabólico, entre los más frecuentes. Por lo general debe sospecharse ante un paciente que padece de las patologías anteriores que se presente con elevación de las transaminasas, especialmente la ALT y debe solicitarse el ecosonograma abdominal que confirme la patología.
Entre las principales causas destaca una alimentación alta en grasas y comidas saturadas, por esta razón es común que las personas diabéticas tipo II (no insulinodependientes) tengan grasa en el hígado.
La obesidad representa un factor de riesgo para sufrir de hígado graso. Las personas que sufren el síndrome metabólico (hipertensión alta, glucosa, trigliceridos y colesterol HDL alto en sangre, exceso de grasa alrededor de la cintura) usualmente también tienen hígado graso.
Cuando una persona es diagnosticada con hígado graso debe tomárselo en serio, pues en sus manos está ayudar al órgano a disminuir la cantidad de grasa acumulada para que el órgano pueda desinflamarse y volver a su estado natural. Además, se debe caminar al menos 40 minutos diarios, nadar, trotar o montar bicicleta para facilitar la quema de grasa y acelerar el metabolismo.
De la misma forma, es necesario EVITAR consumir alcohol.
Fuentes: La Razón, El Nuevo Día.
Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh
Comunicador Social
