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Guía sencilla para manejar los bajones anímicos | Por: @linternista

La gente tiende a asumir que esos días de “bajón” emocional son naturales y simplemente pasan. Sin embargo, las personas pueden elegirlos y regularlos.

Pasar por un duelo a causa de una pérdida, enfrentar situaciones que generan frustración, desmotivación o aburrimiento y arrastrar problemas, dolores o rencores pasados son emociones que a veces causan profundo desánimo en las personas. Además, sentimientos de inferioridad, pérdida y abandono también logran ese efecto desalentador.

Beatriz Plans, psicoterapeuta de la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos, socia y directora del Instituto Avanza de Innovación en Psicología y Coaching, de España, explica que: “El ánimo es la gasolina de la vida, lo que nos da luz, sentido y fuerza para el día a día. Si no cubrimos nuestras necesidades materiales, emocionales o espirituales, vamos a ir acumulando carencias, que agujerean como un colador nuestro depósito de energía vital”.

“No solo estamos bajos de ánimo cuando estamos tristes, también hay otras manifestaciones como la pereza, la desmotivación, la sensación de vacío o la irritabilidad y el mal humor”, aclara la especialista.

Guía a seguir:

Plans y su equipo proponen técnicas para ayudar a regular y levantar el estado de ánimo, claro, siempre que se quiera.

  1. Observe y anote en un papel, durante cuatro semanas, tres veces al día, su estado de ánimo, calificándolo de 0 a 10. El estado de ánimo cambia a lo largo de la jornada. Después recogerá el promedio de esas tres puntuaciones para ver su evolución en el mes.
  2. Conéctese con su parte frágil que nota la tristeza o el desánimo, y, con la parte fuerte, ayúdela aceptando su malestar y dele ánimo y motivación, con tono suave, como si fuera un amigo que está pasando un mal momento.
  3. Visualice una escena positiva que le transmita energía, ilusión o sentimiento de éxito. En ella, ¿qué ve, oye, huele, toca o nota? ¿Dónde está? ¿Con quién? El cerebro activa las mismas redes neuronales cuando está en la realidad y cuando la visualiza.
  4. Haga ejercicio físico: pasee, haga estiramientos, practique algún deporte, baile y duerma el tiempo suficiente (lo ideal, son siete horas diarias, ni más ni menos).
  5. No se encierre. Haga actividades divertidas en compañía de personas agradables, incluso si al principio no le apetece hacerlas; ellas estimulan su cerebro y, poco a poco, elevan el estado de ánimo.

El poder del pensamiento

  • Si al estar solo en casa tiene pensamientos de baja autoestima como:  “no soy nada”, “nadie me quiere porque no merezco amor” o “lo has hecho mal”, trate de evitarlo. Es mejor utilizar en su lugar pensamientos como “no es culpa mía”, “lo hice lo mejor que pude”, “merezco amor”, “puedo aprender de mis errores”, “merezco perdón y me perdono”, “muchas personas me quieren y cuidan”, ayudan a dar una mejor perspectiva de la vida.
  • Cuando esté pensando “voy a morir”, “voy a sufrir”, “voy a ser dañado”, “no puedo”, “a mi hijo le va a pasar algo malo”, por ejemplo, haga un cambio de su mente, pensamientos positivos como “todo está bien”, “estamos a salvo todos”, “no hay peligro”, “estoy protegido”.
  • Cuando piense “no hay soluciones”, “nadie puede ayudarme”, “no tengo control sobre mi cuerpo”, “no puedo resolverlo” o “no puedo aprenderlo”, enfóquese en pensamientos como “ahora sabría qué hacer en una situación como aquella”, “soy capaz de resolver”, “tengo las habilidades y si me falta alguna puedo entrenarme”, “tengo mucha más fuerza y recursos”, “sé cuidarme y protegerme” o “sé controlar mis palabras y gestos cuando me enfado”.

La mejor forma de prevenir un estado de ánimo bajo es tomar conciencia de los mensajes que las personas se lanzan a sí mismas y que, muchas veces, son negativos, muy críticos y autodestructivos. Hay que evitar  los “debería” y  los “tengo que” y empezar a cuidar la forma de pensar y ser mucho más amables con uno mismo.

La psicóloga Plans afirma que partiendo del hecho de que la gente siempre está pensando y dialogando con ella misma, la  cuestión clave consiste en plantearse ¿qué he aprendido a decirme? “Para ser capaces de modificar nuestro lenguaje interno negativo y los relatos o narraciones perjudiciales que hacemos de nuestras experiencias, primero tenemos que ser conscientes de los contenidos de nuestra mente”, añade.

En ese orden de ideas, hay una serie de procedimientos útiles:

  1. Redacte una breve autobiografía: narre los acontecimientos más importantes de su vida. Allí se reflejarán sus modos de pensar, sentir y actuar pasados, y las relaciones que mantuvo con las figuras más importantes de su vida.
  2. Descríbase a sí mismo, como si fuera una tercera persona o un amigo quien hablara sobre usted, describiendo sus ideas, sentimientos, valores, objetivos, deseos, aciertos, cualidades y defectos.
  3. Analice su funcionamiento interno: Realice un registro que lo ayude y saque conclusiones.
  4. Hágase esta foto personal del momento del siguiente modo: Cada vez que tenga una emoción negativa, como tristeza, enfado, ira o ansiedad, identifíquela y valore su intensidad de 0 a 100.
  5. Anote si se produce alguna reacción física (dolor de cabeza, nudo en el estómago, tensión muscular). Describa a continuación la situación que está ocurriendo en el momento en que se siente mal, que puede ser externa o interna, y apunte también la fecha y la hora.
  6. Escuche su pensamiento y regístrelo, valorando el grado de credibilidad que tiene para usted, de 0 a 100; es decir, cuánto se cree ese pensamiento que está escuchando.
  7. Describa qué hace ante esa situación, exactamente, cuál es su comportamiento y la duración que tiene.

Relea lo escrito, analice las consecuencias que tiene este comportamiento,  anote qué pasa después, y trate de llegar a una conclusión que le sea beneficiosa.

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Fuentes: EFE, El Tiempo.

Daniel Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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