Medicina Interna

Orgasmocentrismo: ¿limitación de la sexualidad plena? | Por: @linternista

Uno de los mayores encantos de las relaciones sexuales reposa en alcanzar el clímax, el orgasmo. Sin embargo, obviar otras experiencias y sensaciones durante el encuentro pone en riesgo el disfrute de una sexualidad plena.

Se considera al clímax como el placer máximo alcanzado a través de una experiencia genital, cuando en realidad la capacidad de tocar el cielo reverbera por todo el cuerpo y se inicia en lo más profundo del cerebro. «Este objetivo puede lograrse si la vida sexual se enfoca a descubrir el cuerpo, las sensaciones y el placer de cada uno y compartirlo con tu pareja», explica Vicent Batalleri Perelló, sexólogo y psicoterapeuta. “Así seguro que se llegará al orgasmo, pero obsesionarse en conseguirlo puede acarrear problemas”, aclara.

Francisca Molero, directora del Instituto de Sexología de Barcelona (Insexbcn), en España, y del recién creado Instituto Iberoamericano de Sexología, explica que el concepto «orgasmo» se puede abordar desde diferentes perspectivas. «Se identifica por una sensación de liberación o descarga. Esta respuesta puede ir unida o no a una sensación fuerte de placer, lo que correspondería al cerebro. Y, dependiendo de la situación, se puede asociar también a emociones y sentimientos», narra.

En cambio, si buscamos entender el orgasmo desde el punto de vista fisiológico, veremos que “es una fase de la respuesta sexual que ocurre después de una fase de excitación adecuada”. Aquí está la clave, en la excitación correcta, que dependerá de la persona con la que se interactúa, pero, sobre todo, de uno mismo: sus expectativas, deseos, salud o motivación en cada momento.

Mucho se habla sobre las diferencias entre hombres y mujeres a la hora de llegar al clímax, pero la cuestión reside en otro lugar, según la presidenta de Insexbcn. «Se está magnificando tanto el orgasmo que hemos llegado a caer en el orgasmocentrismo, es decir, en la idea de que la sexualidad solo existe para alcanzar ese fin. Además, éste ha de superar todas nuestras expectativas, alzarse como algo ‘perfecto’, según unas condiciones ideales que imaginamos. Se trata de un reduccionismo de la sexualidad aún vigente».

De la misma opinión se muestra el doctor Batalleri Perelló: “La mayoría de la población reduce la sexualidad a las relaciones genitales y al orgasmo. Para los psicoanalistas la vida sexual es estructurante del psiquismo y determina nuestro modo de ser y nuestra personalidad. Reducirla solo a la bioquímica del amor o al clímax es limitarla”.

En la sociedad actual, tal y como explica Rosa Collado, psicóloga especialista en Sexología y Psicoterapia Integradora del Centro de Psicología Álava Reyes, condicionada por las prisas y por los resultados, nos olvidamos de una parte muy importante, que es la de centrarnos más en el momento que en el objetivo final. «Se tiende, por tanto, a creer que las relaciones sexuales, para que sean satisfactorias, deben necesariamente culminar en el orgasmo. Este mito está muy extendido, idealizando ese momento como algo necesario y minimizando la capacidad de sentir placer durante todo el encuentro amoroso. Es un error que limita la capacidad de disfrute, generando presión y tensiones extra que en lugar de favorecer y potenciar las relaciones sexuales, las reduce al puro placer de una culminación que, en caso de no conseguirse, solo generará frustración y desánimo”.

Y es precisamente este desengaño el que está llevando a muchas mujeres a las consultas de los especialistas bajo la falsa creencia de que son anorgásmicas, un problema que afecta realmente al 10 % de la población femenina, según Insexbcn, y que provoca el retraso o ausencia persistente o recurrente del orgasmo después de una fase de excitación normal. En el caso de los hombres, la incapacidad para alcanzar el orgasmo y la eyaculación a pesar de tener un buen estímulo sexual, es menos común, pero puede deberse a las mismas razones. Los expertos recomiendan: consulte a un especialista si no logra el éxtasis en al menos uno de cada cuatro encuentros sexuales mantenidos en un plazo de seis meses.

“Hay muchas pacientes que vienen a consulta diciendo que son anorgásmicas y no lo son. Una parte de ellas tienen orgasmos por masturbación, pero no lo alcanzan en el coito porque quieren llegar a él sin una fase de excitación adecuada», recalca la doctora Molero. «Sabemos que el estado de ansiedad o excesiva alerta inhibe el mecanismo del orgasmo. Necesitamos estar relajados para que se produzca el placer. La tensión o las prisas por llegar o el sentimiento de querer hacerlo para que la pareja se sienta bien y no se frustre, solo lo aplaza o lo inhibe”, recomienda Rosa Collado.

«El sexo es comunicación. Para llegar a la satisfacción plena, que no al clímax, hay que desarrollar una sana comunicación sexual con tu pareja. El primer punto importante es saber qué te gusta y cómo. El segundo, saber pedirlo y recibir esa información por parte de tu pareja sexual sin sentirte incómodo o frustrado», concluye.

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Ingredientes que pueden contribuir a una experiencia sexual más placentera y satisfactoria:

  1. Comunicación.
  2. Frecuencia.
  3. Compromiso de ambas partes a tomar la iniciativa. A todos nos gusta sentirnos deseados.
  4. Fortalecer el afecto fuera del encuentro sexual.
  5. Respetar al otro cuando dice no a algún tipo de propuesta sexual que no desea realizar.
  6. Hablar con su pareja de los sentimientos que genera la conducta sexual.
  7. Pedir lo que queremos. Explicar con amor y ternura la forma en que nos gusta recibir el placer.
  8. Desmitificar el orgasmo, y potenciar el placer de los sentidos y de todo nuestro cuerpo, no solo de la zona genital. El sexo está en nuestro cerebro.
  9. Actuar de forma empática. Tratar al otro como le gustaría ser tratado.
  10.  Complicidad e intimidad.
  11. Mucha creatividad.

Fuente: Elpais.es.

Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

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