10% de las mujeres padece el síndrome de ovario poliquístico | Por: @linternista
Las alteraciones hormonales y metabólicas características del sindrome provocan ausencia de menstruación, resistencia a la insulina y aumento de peso, un cóctel de problemas que les impide salir embarazadas.
A los 17 años los médicos le dijeron que tomara la píldora durante seis meses y que volviera pasado ese tiempo a consulta. Así «resolvieron» el problema con el que Rocío llegó a consulta: síndrome de ovario poliquístico (SOP). «Pensé que me curaría, no sabía que era algo crónico. Tampoco sabía que mi sobrepeso y el vello que me había salido estaban relacionados con el síndrome».
Y así pasó diez años hasta que, con 27, de nuevo acudió a un especialista por el peso que estaba ganando y esta vez sí le dijeron que estaba relacionado con su problema hormonal. «Estuve una década de mi vida sin tomar las medidas necesarias porque no me habían informado bien. Sobre todo teniendo en cuenta las consecuencias que puede tener, como la diabetes, problemas de corazón, o incluso cáncer de endometrio, si no se trata adecuadamente», cuenta. Una desinformación de la que se queja el 10 por ciento de las mujeres que sufre este trastorno, que se define como una disfunción ovulatoria causada por un exceso de hormonas masculinas (hiperandrogenemia) y que se ha convertido en la causa más común de infertilidad femenina.
El SOP provoca cambios en el ciclo menstrual (en la mitad de los casos) o ausencia del mismo y dificulta, por tanto, quedar embarazada. «Los ovarios de la paciente tienen muchos folículos y una reserva ovárica alta pero por su microambiente hormonal cuesta ovular porque tienen una cápsula dura», explica Victoria Verdú, coordinadora Ginecología Clínica Ginefiv. Además, «cuando está asociado al aumento de las hormonas androgénicas se produce mayor cantidad de vello granos en la cara. Y en entre el 30 y 40 por ciento de los casos, se asocian también a alteraciones en el metabolismo de la glucosa y de la insulina y presentan un sobrepeso que cuesta perder», añade Verdú.
Pese a que el pronóstico en mujeres jóvenes menores de 35 años es bueno de entrada «porque tienen una reserva ovárica muy alta (el problema no es que no tengan óvulos sino que les cuesta ovular)», aclara Verdú, deben llevar una nutrición adecuada por el problema que supone la mencionada resistencia a la insulina. «Es un factor negativo para la fertilidad porque significa que hay un mal aprovechamiento de la glucosa que entra al torrente sanguíneo. No se depositan los nutrientes y lo que va a hacer es transformarla en tejido adiposo y se produce un problema con el peso», explica Mónica Barreal, nutricionista especializada en obesidad y fertilidad. Y a mayor peso «disminuye un cinco por ciento la probabilidad de quedar embarazada».
Y no basta con hacer una simple dieta. Hay muchos factores a tener en cuenta y a los que, por desconocimiento, no damos importancia. Por ello recientemente llevaron a cabo un taller para pacientes donde pudieron aprender lo necesario. Por ejemplo, que si son obesas tendrán un perfil inflamatorio mayor que hay que vigilar. Y aquellas que acumulan grasa a nivel ventral tienen más dificultad «porque esa grasa es metabólicamente muy activa y está segregando sustancias proinflamatorias como respuesta del sistema inmunitario, es decir, cuando se va a gestar ese bebé llega a una zona “de guerra” porque puede considerarlo como si fuese un antígeno (sustancia que desencadena la formación de anticuerpos) e impedir que se forme», matiza Barreal.
Por eso, la dieta debe incluir hidratos de carbono de baja carga glucémica. «Sobre todo verduras, frutas y cereales integrales», dice Barreal. En cuanto a la grasa, «los alimentos que vienen de la tierra tienen más cantidad de grasas saturadas con lo que provoca más inflamación en nuestro cuerpo. Deben tomar pescados azules, mariscos, pocas cosas envasadas, carnes magras (pollo, pavo) y sobre las verduras y frutas «deben tener mucho color para fertilidad hay que buscar el arcoíris alimentos que sean blancos no es que sean malos pero aporta muy poco a la fertilidad», añade Barreal. Y sobre todo, no perder mucho peso de golpe. «No puede haber un vaciado muy brusco de los depósitos de grasa porque es el reservorio energético por si algo va mal en el embarazo», concluye Barreal.
Tratamientos
En ocasiones, «con un cambio en el estilo de vida y ejercicio y una pérdida del 5-10 por ciento de peso, recuperan los ciclos espontáneos», dice Verdú. Pero si no es así, «se estimula la ovulación con medicamentos, como el citrato de clomifeno. Y en ocasiones, cuando hay alteraciones en el metabolismo de glucosa añadimos insulinosensibilizantes como la metformina». dice Verdú.
Y si pese a todo ello no se logra la ovulación, se estimula el proceso reproductivo con inyección subcutánea de gonadotropina (hormona folículo estimulante). Lo más importante, concluye Verdú, «es que esto tiene sentido en pacientes jóvenes de buen pronóstico, porque según va pasando el tiempo se incrementa la tasa de anomalías genéticas».
De interés para los afectados:
Asociación Española Síndrome Ovarios Poliquísticos (Aesop)
Web: www.aesopspain.org
Fuente: larazon.es