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Procedimientos eficaces y poco invasivos para cuidar la salud fetal | Por: @linternista

El proceso fisiológico del parto conlleva un gran esfuerzo tanto para la madre como para el feto, pero pueden llegar a complicarse y la vida de la embarazada como del futuro bebé pueden ponerse en peligro.

La profesionalización médica de la atención a las gestantes ha hecho que se reduzcan las cifras de mortalidad materno-infantil, pero esto también ha conllevado a que a muchas mujeres no les agrade la excesiva intervención médica.

Algunas de las técnicas o pruebas que se realizan en el embarazo o parto son relativamente nuevas y la evidencia científica va marcando la eficacia o contraindicación de algunas de ellas.

Ejemplo de esto es el caso de la monitorización electrónica fetal interna, una tecnología que se está aplicando desde hace unos años en Europa y que ahora un estudio demuestra que no ofrece ventajas sobre otra menos invasiva.

La vigilancia de los latidos del bebé durante el parto trata de adelantarse a la complicación de numerosas circunstancias que pueden derivar en un sufrimiento fetal que consiste en una disminución del aporte de oxígeno. Si esa falta de oxígeno es importante o se prolonga, puede dar lugar a daños irreparables o incluso a la muerte del feto.

Cuando hay problemas en el parto o cuando se detecta una frecuencia cardíaca anormal mediante la auscultación con fetoscopio (similar al fonendoscopio), uno de los procedimientos que se utiliza es la monitorización eléctronica fetal, que consiste en el uso de electrodos con los que se regristra el latido cardíaco.

La técnica de monitorización eléctronica fetal tiene dos modalidades, una es la externa y otra la interna:

  • La externa registra las pulsaciones fetales al aplicar los electrodos en el abdomen de la madre, que pueden colocarse de forma intermitente o de forma continua durante todo el parto.
  • La monitorización interna emplea un electrodo que se introduce vía vaginal y se fija en el cuero cabelludo del feto, lo que implica un uso continuado.

Esa monitorización continua implica que las gestantes no puedan moverse durante el proceso del parto y que sea más complejo que el nacimiento sea por vía vaginal sin instrumentalización, por lo que se  ha generado un debate entre especialistas y las parturientas.

La Agencia que regula los medicamentos y dispositivos médicos en EEUU, la FDA, en el 2005, aprobó un dispositivo, el STAN S31, que analiza variaciones en el electrocardiograma fetal, en concreto en el segmento ST.

La alteración de este segmento del corazón fetal se asociaría a sufrimiento y sería una indicación para acelerar el parto o llevar a cabo una cesárea. La FDA, dió el visto bueno basándose en estudios realizados en Europa que evidenciaban que el uso de este sistema de evaluación reducía la tasa de acidemia neonatal, alteración sanguínea que puede dar lugar a defectos cerebrales. Más sin embargo, la relevancia de los resultados de estos estudios no estaba muy clara.

Por esta razón, se ha realizado un estudio con investigadores del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver, perteneciente a los Institutos Nacionales de SAlud de EEUU, y cuyos datos fueron publicados en la revista The New England Journal of Medicine.

Fueron analizados los datos de una muestra de 11.000 gestantes que habían sido asignadas a dos grupos en el momento de parir. En uno de los grupos, las matronas y obstetras recibían el análisis del segmento ST y en el otro, sólo contaban con lecturas de la frecuencia cardíaca fetal.

En todos los casos, se registraron las complicaciones del parto, como muerte fetal, convulsiones, necesidad de ventilación artificial, acidosis o una puntuación en el test de Apgar de 3 o menor.

Después de analizar estos problemas, se comprobó que no había diferencias significativas entre ambos grupos ni en las complicaciones ocurridas en el bebé ni en el tipo de parto realizado, es decir, no hubo más cesáreas con uno u otro sistema.

«Desde una perspectiva de salud, no creo que deba utilizarse [el análisis del segmento ST]», explica el principal investigador en un comunicado, el doctor George Saade, profesor de Ginecología y Obstetricia en la Universidad de Texas. Al no aportar ninguna ventaja, este especialista no la recomienda porque además, «al ser una tecnología nueva requerirá un coste extra».

En países como España según la Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal, elaborada por el Ministerio de Sanidad de 2010, sólo se recomienda la monitorización electrónica fetal de forma intermitente.

«El uso de la monitorización interna a veces es necesario porque los registros realizados con una monitorización externa nos generan dudas o vemos un registro patológico», explica Pepa Santamaría, vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME).

«El Ministerio de Sanidad incorporó un sistema de estandarización en la guía de 2010 pero aún no hay acuerdo sobre su uso. Y no nos pasa sólo en España, es algo que ocurre a nivel internacional», afirma Santamaría.

La vicepresidenta de FAME reconoce que el desarrollo tecnológico ha mejorado la seguridad en madres y recién nacidos, sin embargo, «nos ha traído también una mayor medicalización del parto, el uso excesivo de ciertas técnicas y la pérdida de protagonismo de la mujer. Creo que hemos perdido la confianza en el cuerpo de la mujer y la tecnología está muy bien, pero para cuando hace falta.

En un parto normal, hay que emponderar a la mujer y no hace falta hacer un registro cardíaco fetal constante. La monitorización interna se debe dejar para casos muy precisos».

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Fuente: El Mundo.

Daniel Ricardo Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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