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Claves para desarrollar la paciencia | Por: @linternista

La falta de paciencia es la clave de numerosos conflictos que ocurren al interior de las familias, en las empresas, con los amigos o los vecinos, incluso en algunos países.

Es muy frecuente quejarse de impaciencia casi siempre por sucesos de poca importancia. Los papas la padecen día a día con sus hijos, estos a su vez acusan a sus padres de que no la tienen con ellos y en la pareja ambos se quejan de que el otro no tiene paciencia, e incluso la perdemos en las cosas más cotidianas como esperar a ser atendidos en el banco, que nos abran la puerta cuando estamos de afán, con la tranca del tráfico, el calor o con los días lluviosos.

Hoy en día, se promueve la velocidad, inmediatez y la ‘agilización’ de las actividades diarias, lo que, con frecuencia, se traduce en resultados rápidos, y el ser paciente es todo un desafío.

El problema es que esta conducta de la ‘impaciencia’ practicada día a día se vuelve un estilo de vida, lo que implica estados de ánimo permanentemente afectados, y conllevan a no ser capaces de parar una reacción que es impulsiva,  altos niveles de frustración  y expresiones agresivas si no conseguimos las cosas que queremos, cuando lo deseamos y de la forma que lo imaginamos o planeamos.

La paciencia implica ir más allá de su acepción tradicional de actuar con tranquilidad y esperar controladamente sin enfadarse. Es una habilidad para la vida que tiene que ver con la capacidad para identificar, controlar y expresar las emociones. Es un recurso de gran utilidad para enfrentar los eventos más difíciles como la falta de trabajo, los problemas económicas o las enfermedades y una conducta inteligente frente a las innumerables vicisitudes de la vida cotidiana.

No es solo un don con el que se nace, sino una habilidad que se puede estimular y desarrollar si nos permitimos acciones más amigables con ella.

Algunas acciones para mejorar la paciencia:

  • Desarrollar la empatía. Se debe cambiar la crítica por la comprensión, porque comprender nos permite tolerar lo que a veces no soportamos de los demás y respetar su ritmo y estilo propio de hablar, pensar o sentir, especialmente cuando no coincide con el nuestro. También está relacionado con aceptar que no siempre tenemos el control ni podemos cambiar el devenir de las cosas.
  • Atreverse a actuar de manera diferente. Tener la apertura para cambiar creencias y maneras de hacer las cosas. Por ejemplo, aprender el complejo arte de estar en el presente, aquietar la mente y el cuerpo. Algunos dicen que la impaciencia es una trampa del yo para mantenerse en el futuro. Hay que desarrollar la conciencia que al estar de prisa podemos perder demasiadas cosas valiosas, como darnos la oportunidad para vivir cada experiencia a la vez. También podríamos renunciar a hacerlo todo rápidamente, realizar varias cosas al tiempo, no perderse de nada, ser el primero o ganar siempre.
  • Autocontrol. El manejo de nosotros mismos, es una de las claves más importantes para lograr responder con serenidad y calma cuando las cosas no son como esperamos; persistir e intentar de nuevo cuando no logramos alcanzar lo que nos proponemos y saber distinguir entre una acción precipitada e imprudente frente una a tiempo y conveniente. Algunas maneras de modular las emociones están relacionadas con aceptar que no podemos controlarlo todo, ni responder a todas las exigencias, ser indulgentes con los errores propios y ajenos, hacer el ejercicio de ir mas despacio, quitarle importancia a las cosas y en cambio ponerle mas humor.
  • Ver los beneficios. Llevar con paciencia los diferentes momentos de la vida está asociado con sensaciones de bienestar, satisfacción y de equilibrio en las relaciones con los demás y con uno mismo. Una conducta sosegada, más calmada e inteligente en los momentos desafiantes de la vida lleva a obtener mejores opciones y resultados. Al contrario, la sensación de impaciencia equivale a gastar preciadas energías y nos hace a vivir el día a día en medio del agobio y la angustia.
  • Cambiar las creencias. Hay cosas que se oponen a la paciencia, el ir rápido, lo que supuestamente implica en los tiempos modernos eficiencia y gran capacidad.  Se puede creer que ser paciente va en contravía de un ritmo de vida productivo, exitoso e inteligente. Pero no hay que confundir la paciencia con la pasividad, la falta de exigencia o con dejar que todo corra a nuestro alrededor sin actuar y esperando que las cosas ocurran de manera espontánea.

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Fuente: El Tiempo.

Daniel Ricardo Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

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