Motivación y experiencias terapéuticas para combatir adicciones | Por: @linternista
Una fórmula que arroja luz y esperanza a la adicción de sustancias psicoactivas como alcohol, cocaína, marihuana y otras, que no es otra que «la vivencia» como la mejor de las medicinas para vencer estas adicciones patológicas.
Según explica Francisco Carrillo, adicto al alcohol recuperado desde hace casi una década, fundador y promotor del Instituto Castelao en España, la primera organización de centros sanitarios privados en España para el tratamiento de la adicción al alcohol, la cocaína, el cannabis y otras sustancias psicoactivas, «la adicción es una enfermedad que está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde hace más de 60 años. Se trata de una patología, quizás la única, que el propio paciente no reconoce y se resiste a pensar que es un enfermo».
«Nuestra convicción de enfermos adictos recuperados es que lo hemos conseguido en ámbitos de terapia de grupo con nosotros mismos. Lo que hacemos es manifestar nuestra enfermedad e intentar ayudarnos unos a otros. Ahí está la clave terapéutica», asegura.
Experiencias exitosas
Cuenta con un elevado índice de recuperación plena en un 86 % de sus pacientes y reinsertados en su entorno familiar y social. La clave del éxito se halla en una metodología propia, inspirada en el modelo «Minnesota», un enfoque cognitivo-conductual y dirigido por un equipo médico especializado que trabaja, de forma coordinada, con terapeutas adictos recuperados que cuentan, a su vez, con una acreditada formación, un profundo conocimiento de la patología y una vocación de servicio surgida de su propia experiencia personal.
Ernesto Alcaide, director Terapéutico del Instituto Castelao, es un buen ejemplo de ello. desde su adolescencia y hasta 1992 consumió alcohol, cocaína, cannabis y otras drogas.
«El buen terapeuta debe ser capaz de transmitir a los enfermos que él también rió y lloró en terapias similares, porque él mismo fue un enfermo», aclara.
Pese a que no todos los pacientes han tenido contacto con todas las sustancias, «cada uno toca fondo a su manera, pero las experiencias de la recuperación son comunes a la mayoría», añade.
Junto a Alcaide trabaja Rafael Cardona, otro terapeuta que también experimentó la adicción al alcohol y a sustancias ansiolíticas. Lleva catorce años recuperado y con una licenciatura en psicología cuenta que «intento trasladarles cómo afectaron las drogas al deterioro de mis relaciones de pareja, con mis hijos y con mi entorno laboral».
Paso a paso
Reconocer el problema es el primer paso para salir del túnel de las adicciones. Jorge y Héctor –nombres ficticios– con 38 y 19 años respectivamente, son un ejemplo de que es posible ganar la batalla a las drogas y al alcohol.
Cuenta Héctor: «Con 11 años empecé a beber y a los 16 consumía cocaína. Vendía droga y robaba a mis padres para conseguirla». Tras un año y dos meses en el Instituto Castelao mira a su nueva vida con ilusión y esperanza. «Te crees el rey de todo y que te comes el mundo, cuando es el mundo el que te está comiendo a ti».
El contacto con adictos recuperados les llega como el mejor baño de realidad. «Una persona que no sea adicta no nos va a comprender. Yo iba a la psicóloga y la engañaba», comenta Jorge. El recorrido de los enfermos siempre sigue, según Carrillo, «el mismo patrón que, en la gran mayoría, está lleno de fracasos». En los momentos de flaqueza, Héctor recuerda que «muchas veces me quise ir y si no lo hice fue por el trato y por cómo me apoyaron aquí».
Todos los adictos reconocen cuando se están recuperando el daño que las adicciones generaron en su familia. «Destrozamos el entorno de tal manera que no saben qué hacer con nosotros», dice Jorge.
Como parte del tratamiento, cobra una especial relevancia la terapia con los familiares. «Tenemos la realidad muy distorsionada y cuando llegan nuestras familias y cuentan lo que pasó ves cómo sufrieron y que siguen ahí apoyándote. Eso no tiene precio».
Todos los terapeutas coinciden en la falta de conocimiento por parte del colectivo médico a la hora de abordar la enfermedad es la primer inconveniente. «Hay muy pocos profesionales que de verdad traten bien la adicción. La mayoría suman una sustancia más a las que ya tomamos, las benzodiacepinas (fármacos para el insomnio y/o ansiedad) y también acabé enganchada a ellas», narra María Jesús, terapeuta del centro.
Por otra parte, Ángela, adicta recuperada y psicóloga que colabora con el Instituto Castelao está convencida de que «hay cosas que sólo se entienden entre iguales y nosotros conocemos cómo funciona el cerebro y los atajos mentales que busca la cabeza de un adicto para consumir. Hay que reeducar al cerebro para que nunca más vuelva a consumir».
La doctora Eva Díaz, especialista en Medicina de Familia del Instituto Castelao, aclara que pese a la creencia popular, el adicto no se hace por voluntad propia, «la adicción es una enfermedad y hay una predisposición genética a padecerla. A veces es más fácil, de cara a la sociedad, decir que tengo un problema con el azúcar que con el alcohol».
Aún así, María Jesús es un claro ejemplo de que «uno se puede curar y existe un tratamiento. Los adictos no somos viciosos ni crápulas».
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Fuente: La Razón.
Daniel Ricardo Hernández
Comunicador Social