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Conozca los detonantes que activan a las personas celosas | Por: @linternista

Un olor, una llamada, un cambio, así sea mínimo, en el horario, son capaces de detonar en el cerebro de un celoso procesos profundos que acaban dando por cierta una información, por falsa que sea.

Cuando esto ocurre, el afectado es presa de sensaciones de minusvalía, impotencia y hasta agresividad, que lo invaden sin control. Así se procesan los celos.

Aunque genéricamente se ha dicho que los celos son una condición normal, e incluso una reacción justificada, cuando estos se convierten en un comportamiento obsesivo que altera las relaciones de quienes los padecen, se cae en el campo de un trastorno que tiene un curso y una fisiopatología específicas.

Desde lo biológico

Los celos son una reacción de alerta mediada neurológicamente por una serie de neurotransmisores que actúan sobre algunas partes del cerebro, pero que terminan afectando a todos los órganos del cuerpo.

Estas partes del cerebro, responsables de las reacciones celotípicas, se encuentran por debajo de la corteza cerebral; eso explica, de entrada, por qué muchas veces son irracionales.

El hipotálamo que se conecta con la amígdala, el hipocampo y los ganglios basales son la base de los recuerdos, las emociones y las percepciones. Cuando estas estructuras se conectan en forma dinámica, constituyen el sistema límbico que también responde por el deseo, el enojo y la ira. Tres componentes relacionados directamente con el enamoramiento, el odio y los celos. En otras palabras, el amor profundo y los celos se encuentran en las mismas estructuras.

Todas las sensaciones de atracción, de distancia o de desamor frente a otra persona, se guardan estructuralmente en ese llamado sistema límbico. Curiosamente, otras áreas aledañas relacionadas con los celos, forman parte del complejo neurológico que determina el dolor físico. (Vea también: Celos se considerarían maltrato y acoso psicológico, motivo para pedir la separación, dicta la Corte)

Cuando la corteza cerebral frontal se deja gobernar por el sistema límbico, empieza el problema. Es decir, el sistema nervioso se activa todo el tiempo y basta un estímulo mínimo para que reaccione de manera exagerada e irracional.

El problema es que en el celoso este estímulo de irracionalidad puede entrar por cualquiera de los sentidos: con un olor, una imagen, una sensación, un sonido o incluso con los recuerdos, los pensamientos y hasta las creencias que tiene en su cabeza.

Conclusión

La persona cae en un laberinto donde cualquier cosa o contradicción incrementa el problema. De ahí que sea prácticamente imposible discutir con un celoso. Lo peor es que no hacerlo también aumenta la reacción. Es una trampa.

Química y los neurotransmisores

La cosa es simple: frente a la realidad el cerebro se anticipa y elabora una maqueta que no es real, pero que en el caso del celoso no puede confrontarse con la realidad para sacar una conclusión válida. La persona arma su propia historia y no hay quien lo saque de ahí.

El circuito neuronal anterior está regulado por una serie de sustancias como la dopamina, que es el neurotransmisor de los procesos afectivos. Es como si esta disminuyera la parte inteligente del cerebro para reducirle los frenos, la lógica y la congruencia a la persona.

También hay otras sustancias, como la oxitocina y la hormona del apego, que está involucrada con las adicciones. Caso especial merece la referencia de la serotonina, que soporta todos los procesos afectivos. Un desequilibrio de ella agudiza las sensaciones negativas en la mente del celoso.

Hay más. Sustancias como la vasopresina, la anandamida y el óxido nitroso facilitan las reacciones exageradas del celoso sobre las cuales el control voluntario no es posible.

Si bien este es el componente neurológico, existen factores, desde el punto de vista ambiental, personal y epigenéticos, que actúan de manera congruente con lo mencionado para configurar el síndrome celotípico que, desde el plano psiquiátrico y psicológico, caen dentro del espectro de los delirios.

Como es natural, frente a una enfermedad como esta se requiere la intervención que, dependiendo de la severidad y la profundidad de cada caso, ameritaría medicación para reordenar las sustancias y neurotransmisores que están desequilibrados. También se requiere psicoterapia individual y colectiva y, por ende, seguimiento.

No en vano se dice, desde el punto de vista médico psiquiátrico, que el síndrome celotípico, también conocido como el síndrome de Otelo, es una enfermedad crónica que en ocasiones requiere tratamiento psicológico.

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Fuente: El Tiempo.

Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

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