Muchas pesadillas pueden estar asociadas al uso de ciertos fármacos | Por: @linternista
Cuando las pesadillas comienzan a ser recurrentes y se prolongan en el tiempo, conviene dar una mirada a los medicamentos que se están consumiendo.
El uso de fármacos para el tratamiento de las enfermedades puede traer como consecuencia sufrir de algunos efectos secundarios entre los más frecuentes: náuseas, mareos y dolores de cabeza, pero también hay otros, los que menos se conocen como son las pesadillas.
Leonardo Serra, neurólogo especializado en alteraciones del sueño, señala que: “Frente a una persona que consulta por pesadillas, los médicos deben preguntar por el uso de fármacos. Si estas aparecen en el contexto de un nuevo medicamento o un aumento de la dosis, se puede sospechar”.
Las pesadillas pueden presentarse de forma esporádica hasta en el 90 % de la población y de manera frecuente en un 5 % de los adultos. Es sobre todo en estos últimos casos en los que un medicamento puede estar involucrado, y este problema se agranda cuando se padece de un frecuente mal dormir, esto ocasiona en el individuo alteración de la conducta al día siguiente, ya sea por tener mucho cansancio, irritabilidad o dificultades de concentración.
El psiquiatra Pablo González, aclara que: “Cuando la pesadilla afecta la calidad del sueño, la persona descansa menos y puede generar sensación de ansiedad”.
Relación entre drogas y la aparición de las pesadillas.
En diferentes estudios realizados se demostró:
En los niños Los fármacos que con mayor frecuencia provocaron pesadillas fueron los antiasmáticos y los antibióticos, según se concluyó en una investigación hecha en el 2008 por el Servicio de Farmacología Clínica del Hospital Vall dHebrón, de Barcelona (España).
En los adultos Los más habituales fueron ansiolíticos e hipnóticos (para combatir el insomnio). Otros medicamentos de uso habitual, como antiácidos (del tipo omeprazol), atenolol (para el tratamiento de la hipertensión y de la cardiopatía isquémica), así como antiinflamatorios y analgésicos (como ibuprofeno y naproxeno) también forman parte de la lista de los que pueden provocar pesadillas.
Otros medicamentos involucrados
También se estableció que antidepresivos (como fluoxetina), hipnóticos (como lormetazepam) y antiparkinsonianos potencian el número de malos sueños, según, una investigación del 2003 de la Universidad de Colorado (Estados Unidos).
Con relación a los antidepresivos su efecto sobre el descanso se debe a que actúan sobre los neurotransmisores cerebrales, como la dopamina. Estos neurotransmisores facilitan el sueño REM, que es el más profundo y durante el cual se produce la actividad onírica. Entonces todo lo que altere el equilibrio neuroquímico del cerebro durante la fase REM puede producir pesadillas.
Y al igual que los ansiolíticos (zolpidem y tetrazepam) e incluso con algunos antibióticos (como claritromicina, ciprofloxacina y ofloxacino). También observaron casos con las populares estatinas y medicamentos para el corazón.
La importancia del diagnóstico
“La lista de fármacos que se ha asociado a pesadillas es bien amplia, pero la ansiedad diurna o trastornos del ánimo son causa frecuente de pesadillas, y a veces es difícil separar cuál es su origen”, aclara Serra.
Los expertos consideran que es importante hacer un buen diagnóstico antes de cambiar el medicamento por tener malos sueños. Cuando no hay factores que hagan pensar en otra causa, reducir dosis, cambiar el fármaco o, incluso, recetar drogas contra las pesadillas son algunas alternativas para quienes los malos sueños terminan por afectar el descanso.
El tema no siempre es manejado en la consulta ya que se teme que al abordarlo se pueda inducir o sugestionar a algunas personas. Recomiendan consultar al médico si aumentan pesadillas luego de comenzar a tomar un fármaco, advierte González.
Atención
Entre los niños que no duermen bien, el 24 % de ellos entre 0 y 5 años han tenido pesadillas recurrentes en un tiempo de tres meses y esta cifra aumenta al 41 % entre 6 y 10 años.
Las Pesadillas es un trastorno cuando produce una disfunción del día siguiente: cansancio, irritabilidad y dificultades de concentración.
Fuentes: El Merurio, El Tiempo.
Daniel Ricardo Hernández
Comunicador Social