Una especie de pequeño tiburón produce un esteroide natural que podría prevenir el Parkinson | Por: @linternista
Especialmente en los países de Extremo Oriente, la carne de tiburón es considerada un manjar para muchas personas en todo el mundo, no solo por su sabor, sino por sus supuestas propiedades afrodisíacas y, por qué no, sanadoras. Pero puede que, en realidad, estas suposiciones no estén del todo desencaminadas. De hecho, la mielga –‘Squalus acanthias’–, especie de pequeño tiburón también conocido como ‘galludo’, produce un esteroide natural bautizado como ‘escualamina’ que podría tener cualidades curativas muy importantes.
De hecho, el compuesto ya ha sido evaluado en estudios para el tratamiento del cáncer y de distintas enfermedades oculares. Pero aún hay más. Y es que según un nuevo trabajo dirigido desde la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y en el que han participado investigadores españoles, la escualamina podría tener un papel clave no solo en el tratamiento, sino incluso en la prevención, de la enfermedad de Parkinson y de la demencia de cuerpos de Lewy.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences», muestra como la escualamina sintética previene la formación de agregados de alfa-sinucleína y reduce la toxicidad de los ya existentes. Un aspecto fundamental dado que los agregados de esta proteína resultan altamente tóxicos para las neuronas, lo que desencadena una cadena de reacciones que conllevan a la presentación del párkinson.
Como explica Michele Vendruscolo, co-autor de la investigación, «nuestros resultados suponen un paso alentador en nuestros esfuerzos para descubrir fármacos potenciales contra la enfermedad de Parkinson. La escualamina puede prevenir el funcionamiento anómalo de la alfa-sinucleína, básicamente a través de la normalización de su unión a las membranas lipídicas. Así, y en nuestra búsqueda de soluciones para combatir la enfermedad, parece que esta vía puede funcionar».
En este sentido, la Dra. Nunilo Cremades, de la Universidad de Zaragoza, y otra de las autoras del trabajo explica a ABC que en este trabajo se revelan, «los mecanismos por los cuales la esqualamina, un compuesto químico aislado del hígado de una especie de tiburón, inhibe la toxina asociada con la enfermedad de Parkinson. Además, hemos demostrado su potente actividad en un modelo animal, lo que nos ha llevado a proponer su uso como posible fármaco para la enfermedad de Parkinson. Concretamente, este compuesto inhibe los procesos iniciales que llevan a la proteína involucrada en Parkinson a agregar y a la vez reduce la toxicidad de los agregados dañinos una vez formados, por lo que se podría usar en estrategias tanto de prevención como de tratamiento para esta enfermedad tan devastadora».
La investigadora española añade que la escualamina está resultando ser un potente fármaco contra una gran variedad de patologías. «Se ha visto que es activo frente a enfermedades virales, así como contra el cáncer e incluso, como se ha comprobado ahora, frente a la segunda enfermedad neurodegenerativa más relevante, la enfermedad de Parkinson. El compuesto está siendo sometido a ensayos clínicos en humanos para el tratamiento de cáncer y varias enfermedades de los ojos y hasta el momento ha mostrado una gran bio-seguridad, por lo que se tienen grandes esperanzas en el uso de este compuesto como nuevo fármaco».
Parálisis animal
La escualamina fue descubierta en 1993 por Michael Zasloff, co-autor en el nuevo estudio y primero en lograr sintetizarla de forma artificial en el año 1995l –mediante un proceso en el que no se requiere el uso de tejidos de mielga–. Así, y dadas sus características, la nueva molécula ha sido evaluada para el tratamiento de distintos tipos de cáncer. Sin embargo, su uso aún no había sido probado en las enfermedades neurodegenerativas, caso del párkinson.
En este contexto, debe recordarse que la alfa-sinucleína es una proteína muy común en el sistema nervioso e implicada en la formación de las vesículas sinápticas que posibilitan la comunicación entre las neuronas. El problema es que cuando tiene un comportamiento anómalo, la alfa-sinucleína se une formando agregados que se unen a la membrana interna de las neuronas. Y dada su gran toxicidad, los agregados acaban provocando la muerte de las neuronas y la aparición del párkinson.
Y llegados a este punto, ¿qué hace la escualamina? Pues según los resultados alcanzados en los experimentos in vitro, la escualamina es una molécula con carga positiva y, por tanto, con una gran afinidad por las membranas con carga negativa. En consecuencia, lo que hace es unirse a las membranas internas de las neuronas y evitar que lo pueda hacer la alfa-sinucleína, previniendo así la formación de los temidos agregados tóxicos.
Finalmente, los autores emplearon un modelo animal –el ‘Caenorhabditis elegans’, esto es, una especie de gusano– genéticamente modificado para producir alfa-sinucleína humana en sus músculos. Así, y según el animal iba envejeciendo, la proteína iba formando agregados en sus células musculares, lo que acababa provocándole una parálisis. Sin embargo, los animales que recibieron la administración de escualamina experimentaron una reversión de este proceso.
Como indica Michael Zasloff, «administrada por vía oral, la escualamina previno la formación de agregados tóxicos de alfa-sinucleína en el animal, rescatándolo así de su pérdida de movilidad».
Terapia sintomática, que no cura
En definitiva, y a la luz de las evidencias, la escualamina se presenta como un fármaco con potencial para, si bien no curar el párkinson, tratar algunos de los síntomas principales de la enfermedad. Tal es así que los autores ya están planificando un ensayo clínico para la escualamina en seres humanos.
Para Cremadaes, «el descubrimiento del potente efecto de la escualamina como neutralizante de la toxina de la enfermedad de Parkinson supone un avance muy importante para el futuro tratamiento de esta enfermedad que afecta hoy en día a una de cada 1.000 personas en el mundo y para la cual no existe en la actualidad ningún tratamiento efectivo, tan sólo tratamientos sintomátticos con problemas colaterales graves».
Como concluye Christopher Dobson, co-autor de la investigación, «en muchos sentidos, la escualamina nos ofrece una terapia paliativa más que un tratamiento definitivo. La enfermedad de Parkinson conlleva muchos síntomas, y esperamos que con este compuesto o con un derivado con un mecanismo de acción similar podamos aliviar algunos de los mismos».
Fuente: abc.es