Coma grasa, baje los carbohidratos y evite bocadillos para revertir la obesidad y la diabetes tipo 2 | Por: @linternista
Hasta ahora y desde hace mucho, asegurábamos que la clave del adelgazamiento era quemar más calorías de las que consumimos. Una simple operación de suma y resta denominada como la «hipótesis del equilibrio energético», según la cual, todo sería tan sencillo como reducir el consumo de grasas y hacer ejercicio. Sin embargo, cada vez más voces se alzan contra esta tesis.
Según un informe publicado de manera conjunta por el National Obesity Forum (NOF) inglés y la Public Health Collaboration, ha provocado una avalancha de respuestas entre las agencias de salud y los medios de comunicación británicos.
El informe, llamado ‘Eat Fat, Cut the Carbs and Avoid Snacking to Reverse Obesity and Type 2 Diabetes‘ fue publicado recientemente y no solo asegura que las guías actuales para prevenir la obesidad que se basan en las dietas bajas en grasas y colesterol pueden tener “desastrosas consecuencias para la salud”, sino que también advierte que las instituciones de salud pública están determinadas por los intereses de la industria alimentaria, cuya influencia representa “una significativa amenaza para la salud pública”.
La promoción de la comida baja en grasas es el mayor error en la historia médica moderna, y ha tenido consecuencias devastadoras
En concordancia con científicos y divulgadores como Walter Willett del Departamento de Nutrición de la Escuela de Harvard de Salud Pública o Gary Taubes: básicamente “comer grasa no te pone gordo”, ya que una dieta alta en grasas saludables y, sobre todo, baja en carbohidratos (como los de la pasta o el arroz) es preferible a otra baja en grasas para perder peso y mantener una mejor salud cardiovascular.
Según dijo el presidente de NOF, el profesor David Haslam, “como clínico que ha tratado con pacientes todos los días, me di cuenta rápidamente de que las guías producidas desde arriba que sugieren que las dietas altas en carbohidratos y bajas en grasa eran la panacea están tremendamente equivocadas, el esfuerzo actual ha fracasado, la prueba es que los niveles de obesidad son más altos que nunca, y no hay ninguna muestra de que se vayan a reducir a pesar de los esfuerzos de los gobiernos y los científicos”.
El informe asegura que si padecemos enfermedades como diabetes de tipo 2 debemos eliminar cuanto antes de nuestra dieta todas las comidas etiquetadas como “bajas en grasas”, “light” o “bajas en colesterol”, porque muy probablemente contendrán grandes cantidades de carbohidratos.
Por su parte, el cardiólogo de la Public Health Associaction Aseem Malhotra ha asegurado que la promoción de estas comidas es “quizá el mayor error en la historia médica moderna, lo que ha provocado consecuencias devastadoras para la salud pública”. El médico califica de “bomba de relojería metabólica” a las recomendaciones de la guía Eatwell, utilizada en Reino Unido y muy similar a la del resto de países occidentales.
“No puedes quemar una mala dieta”, asegura la investigación, en referencia a la vieja creencia de que podemos cualquier cosa siempre y cuando hagamos el suficiente ejercicio físico: “La obesidad es un desorden hormonal que conduce a una división energética anormal que no puede ser arreglada únicamente incrementando el ejercicio”. En la misma línea se encuentra la recomendación de los autores de dejar de contar calorías, puesto que no son todas iguales y causan diferentes efectos en nuestro organismo. Por supuesto, nada de picotear entre horas: la frecuencia con la que consumimos alimentos tiene un papel crítico en la obesidad.
¿Qué debemos hacer?
Según el informe, retornar a las “comidas naturales” (“whole food”), es decir, la carne, el pescado, los lácteos o incluso comidas altas en grasas como el aguacate que permite combatir el colesterol gracias a su alto contenido en ácido oleico, el tipo de grasa más saludable. Nada de azúcares añadidos: el polémico informe recomienda reducir nuestro consumo de dicho componente a cero, ya que “no tiene ningún valor nutricional”, en palabras de los autores.
Un terremoto en la industria
Apenas han pasado unas horas desde la publicación del artículo y las respuestas se acumulan a decenas, especialmente en lo que concierne al consumo de grasas (“toma grasas para adelgazar” y “no tengas miedo a la grasa, es tu amiga” son dos frases que pueden leerse en el artículo). Por ejemplo, la doctora Alison Tedstone, nutricionista jefe del servicio de Salud Pública inglés, ha señalado que “pedir a la gente que coma más grasas, consuma menos carbohidratos e ignore las calorías es irresponsable” y recuerda que el informe tan solo se ha basado en 43 investigaciones, seleccionadas porque apoyaban su tesis.
La nutricionista recordaba los más que demostrados peligros de las grasas saturadas, que “incrementan el riesgo de una subida en el colesterol y un rápido camino a las enfermedades cardíacas o una posible muerte”. En una línea semejante se encuentra el Centre for Evidence Based Medicine, que un comunicado discutía punto por punto algunas de las aseveraciones del documento, señalando que “un informe de esta naturaleza, publicado por grupos de profesionales, tiene una responsabilidad particular a la hora de adoptar un acercamiento sistemático, riguroso y transparente si lo que pretende es ayudar y no entorpecer las mejoras en la dieta y reducir las enfermedades prevenibles”.
Otros expertos, no obstante, se han mostrado favorables al informe, o al menos, a parte de él. Por ejemplo, Iain Broom, de la Universidad Robert Gordon en Abedeen, que ha dicho a ‘The Guardian’ que “continuar con la política alimentaria de recomendar un consumo alto en carbohidratos, bajo en grasas y en calorías como ‘dieta saludable’ está fatalmente equivocado”, al mismo tiempo que añadía que “nuestra población ha estado sometida durante 40 años a un experimento global incontrolado que ha salido drásticamente fatal”.
La mayor parte de críticas coinciden en recordar que recomendar las “grasas”, en general, puede llevar a la confusión entre la población. Pero lo que también queda claro es que es un capítulo más en la inacabable guerra entre los partidarios de los carbohidratos y los de las grasas –por así decirlo–: una guerra que los últimos han ganado desde 1980, pero que pronto pueden perder. O, al menos, llegar a una tregua en la que el beneficiado sea el consumidor, ese que cada día sufre más problemas de salud (como diabetes o enfermedades cardíacas) y padece una obesidad para la que no parece haber solución.
Fuente: phcuk.org