Los refrescos: acusados de promover la obesidad | Por: @linternista
Después de 170 años de ser preferidos por las multitudes, las bebidas azucaradas, entre ellas los refrescos y en especial las gaseosas, empiezan a dejar el sitio amigable que tenían.
Estas bebidas siempre han sido protagonistas de intensos debates en torno a los verdaderos efectos que causan en la salud de los consumidores, que las beben bajo la premisa de que no hacen daño.
Pero actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) las ha sumado al grupo de agentes responsables de la creciente epidemia de obesidad que afecta ha gran parte del mundo, y a recomendado la adopción de medidas específicas para desestimular su consumo.
En la Asamblea Mundial de la Salud (órgano de decisión de la OMS) del 2013 se elaboró el Plan de Acción para la Prevención y Control de Enfermedades no Transmisibles, que incluye un grupo de acciones entre las que se encuentra una que ha generado una fuerte polémica y que empieza a ser visible por el peso de quienes se enfrentan el calado de sus argumentos: imponer o elevar los impuestos a productos de gran consumo, como los refrescos.
La mayoría de los promotores de la idea, pertenecen al sector sanitario, encabezados por la OMS, aseguran que el gravamen ha demostrado ser una estrategia efectiva para bajar la demanda de sustancias potencialmente lesivas, como ha ocurrido con el cigarrillo y algunos licores, y que también ha quedado demostrado con algunas experiencias relacionadas con bebidas azucaradas y gaseosas.
Por su parte las industrias de bebidas, algunos investigadores y uno que otro político, alegan que el peso específico de las calorías aportadas por las gaseosas y similares es mínimo en el desenlace de la obesidad, y que estas medidas, además de discriminatorias, «atentan contra la libertad y los derechos de los ciudadanos que pueden elegir qué toman», así lo señala la Asociación de Consumidores de Nueva York, la cual se ha opuesto abiertamente a estas medidas en la Gran Manzana.
Es importante saber cuál es la cantidad de azúcar en una bebida promedio de este tipo, al margen de lo favorables o inconvenientes que puedan resultar estas acciones para frenar la obesidad y el sobrepeso:
En octubre del año pasado la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) en Argentina, analizó 287 bebidas disponibles en supermercados de grandes superficies. Encontró que 184 de ellas contenían azúcar agregada, es decir, que no era propia de la bebida. De ellas, las de mayor contenido eran los refrescos, con 21,9 gramos de azúcar por cada vaso de 200 mililitros. En el mismo volumen, las bebidas hechas con hierbas tenían 16 gramos; las deportivas, 12 gramos, y las aguas saborizadas, 9,6 gramos.
Es decir, una lata de refresco de 330 ml contiene cerca de 35 gramos de azúcar (6 o 7 cucharaditas) que, de acuerdo con los Institutos de Salud de los Estados Unidos, son 135,5 calorías.
A ambos lados del ring
Según las evidencias científicas:
«Se trata de calorías no nutricionales. Vacías y que se acumulan en forma de grasa, y ese es el primer paso hacia el sobrepeso y la obesidad, con todos sus riesgos. La gente abusa de estas bebidas por su bajo precio. Dos latas contienen la carga calórica de una comida entera, que se suma a la dieta normal. Nunca se resta. Además, pueden ser adictivas”, –explica Iván Darío Escobar, presidente de la Fundación Colombiana de Obesidad.
Por otro lado, el vicepresidente del Consejo Internacional de Asociaciones de Bebidas, Santiago López, enfatizó que «no hay alimentos buenos o malos, sino hábitos buenos o malos», y que el problema de la obesidad en el mundo se deriva más de estilos de vida sedentarios, malos hábitos alimentarios, factores genéticos y emocionales, y no de un ingrediente como el azúcar o una bebida en particular.
E insiste «propender por la educación, la moderación y el equilibrio en la dieta y no en restricciones y prohibiciones que pueden tener el efecto contrario».
Leyes en camino
Los refrescos han sido el centro de discusiones legislativas, en una década, Desde hace una década y siguiendo las recomendaciones de la OMS, en algunos países se busca generar medidas para atenuar su consumo.
En Francia desde enero del 2012, por ejemplo, se aplica un impuesto a las bebidas con azúcar agregada que incrementó el precio en un 10 %. Así mismo en mayo de ese año, el alcalde de Nueva York (EE. UU.), Michel Bloomberg, propuso una medida que se cayó antes de entrar en vigencia: prohibir la venta de gaseosas superiores a 16 onzas.
Un año después, un tribunal de apelaciones consideró inconstitucional la iniciativa de Bloomberg porque «bajo esta ley se intentó manipular las opciones y la libertad de elegir lo que quieren consumir los ciudadanos», dijo la jueza Dianne Rewick en su sentencia. Esta, además, marcó un hito en asuntos de mercado en ese país al afirmar que «la regulación viola el principio fundamental del Estado y la separación de poderes», lo cual fue considerado como un triunfo definitivo de los productores de gaseosas.
Sin embargo, en julio del 2014 el Congreso de Estados Unidos debatió un proyecto conocido como Ley Sweet, que pretendía elevar los precios de las gaseosas en relación con la cantidad de azúcar que contienen. Un gran avance, según la secretaría de salud, en la cuna de las bebidas refrescantes.
Otros países y ciudades
México estrenó desde el año pasado un gravamen del 10 % a las bebidas azucaradas con resultados que a la fecha no han sido conclusivos. Esta medida la tiene Finlandia desde hace varios años, no solo para los refrescos, también para todos los productos azucarados. Hungría aplica algo similar desde el 2011.
En el mismo sentido la reforma tributaria que en Chile entró en vigencia en octubre del 2014 elevó los impuestos para estas bebidas, del 13 al 18 %.
La primera ciudad de los Estados Unidos, Berkeley (Estado de California), desde el 4 de noviembre del 2014, impuso un impuesto a los refrescos azucarados. San Francisco, por su parte, determinó hace dos semanas que la publicidad de las bebidas con azúcar agregada incluyan advertencias sobre los riesgos que puede acarrear su consumo, mientras que un referendo el año pasado había negado la carga impositiva para los mismos.
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Fuente: El Tiempo.
Daniel Ricardo Hernández
Comunicador Social