La mejor medida para dejar de fumar es recibir un pago por dejar de hacerlo | Por: @linternista
Pues según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina Perleman de la Universidad de Pensilvania en Filadelfia (EE.UU.), publicado en la revista «The New England Journal of Medicine», los incentivos económicos (recibir un pago por dejar de fumar) añadidos a las ayudas gratuitas para dejar de fumar dieron como resultado una tasa más alta de abstinencia sostenida de fumar que las ayudas gratuitas para dejar de fumar por sí solas.
Infinidad de investigaciones han demostrado que el tabaco es el principal factor de riesgo para sufrir una muerte prematura. Tal es así que cada vez es mayor el número de empresas que ofrecen programas de cesación tabáquica para salvaguardar la salud –y, por ende, la productividad– de sus empleados fumadores. Unos programas que, entre otras medidas, contemplan la distribución gratuita de ‘herramientas’ para dejar de fumar, caso de los parches y chicles de nicotina o, incluso, de los cada vez más populares cigarrillos electrónicos –o e-cigarrillos–.
Como explica Scott D. Halpern, director de esta investigación , «el tabaquismo sigue siendo la principal causa de mortalidad prevenible en Estados Unidos, y casi todos los grandes empleadores ofrecen programas de bienestar destinados a lograr que la población deje de fumar. Sin embargo, estos problemas varían considerablemente y, hasta la fecha, las evidencias sobre qué diseños y estrategias son más efectivas son escasas».
En este ensayo pragmático de abandono del hábito de fumar, los incentivos financieros añadidos a las ayudas para dejar de fumar dieron como resultado una tasa más alta de abstinencia sostenida de fumar que las ayudas de cese gratuito por sí solas. Entre los fumadores que recibieron la atención habitual (información y mensajes de texto motivacionales), la adición de dispositivos de cesación gratuitos o cigarrillos electrónicos no proporcionó un beneficio.
Ni parches, chicles o e-cigarrillos
El estudio fue llevado a cabo con la participación de más de 6.000 empleados de 54 grandes empresas estadounidenses. Unos trabajadores fumadores que, con objeto de lograr que abandonaran los cigarrillos de una vez por todas, fueron incluidos en cuatro programas de cesación tabáquica reforzados con información y SMS en los que se recordaba lo malo que era el tabaco: e-cigarrillos gratuitos, pudiendo el usuario elegir el sabor; ‘herramientas’ para dejar de fumar, caso de parches y chicles de nicotina, totalmente gratuitas; herramientas gratuitas para dejar de fumar y sucesivas recompensas por un valor total de 600 dólares estadounidenses en caso de mantenerse ‘libre’ de tabaco; y herramientas gratuitas más un ingreso de 600 dólares en la cuenta corriente del participante –ingreso que era fulminantemente retirado por la empresa de no alcanzarse el objetivo.
Y formados los distintos grupos, ¿cuál fue el porcentaje de trabajadores que lograron dejar de fumar durante al menos seis meses? Pues un ‘pírrico’ 1,3%. Entre 6.131 fumadores que fueron invitados a inscribirse, 125 se excluyeron y 6.006 se aleatorizaron. De hecho, solo 1.191 completaron sus respectivos programas. Además, la tasa de cesación varió, y mucho, en función del programa asignado. Y tal y como cabía esperar, la probabilidad de éxito fue mucho mayor –entre cuatro y seis veces superior– en los participantes que afirmaron sentirse ‘motivados’ antes de someterse al programa.
Las tasas sostenidas de abstinencia durante 6 meses fueron 0.1% en el grupo de atención habitual, 0.5% en el grupo de ayuda para dejar de fumar, 1.0% en el grupo de cigarrillos gratis, 2.0% en el grupo de recompensas y 2.9% en el grupo de depósito rescatable.
Con respecto a las tasas sostenidas de abstinencia, los depósitos y recompensas canjeables fueron superiores a las ayudas gratuitas para dejar de fumar (P <0.001 y P = 0.006, respectivamente, con niveles de significancia ajustados para comparaciones múltiples). Los depósitos reembolsables fueron superiores a los cigarrillos electrónicos gratuitos (P = 0.008). Los cigarrillos electrónicos gratis no fueron superiores a la atención habitual (P = 0,20) ni a las ayudas para dejar de fumar (P = 0,43).
Entre los 1191 empleados (19.8%) que participaron activamente en el ensayo (la cohorte «comprometida»), las tasas sostenidas de abstinencia fueron de cuatro a seis veces más altas que las de los participantes que no participaron activamente en el ensayo, con una efectividad relativa similar.
Entonces, ¿cuál es el mejor programa para dejar de fumar? Pues aquel en el que se contempla una retribución económica, muy especialmente un ingreso en la cuenta corriente que se mantendrá en caso de cumplir el objetivo. De hecho, ni los parches, ni los chicles ni los e-cigarrillos lograron unas tasas de cesación tabáquica ‘aceptables’ entre los participantes motivados.
Como indica Scott Halpern, «los resultados muestran que incluso entre los fumadores que no se encuentran motivados, los incentivos financieros triplican las tasas de cesación, mientras que ofrecer métodos de ayuda gratuita para dejar de fumar o cigarrillos electrónicos parece no servir para nada».
¿Pagar por no fumar?
En definitiva, parece que las bonificaciones económicas suponen una motivación ‘eficaz’ para que los trabajadores dejen de fumar. Unas bonificaciones que, además, conllevan un ahorro para las empresas, que solo tienen que pagar estos incentivos en caso de que el empleado abandone el tabaco. No así con el resto de herramientas o ‘métodos’ de ayuda –incluidos los cigarrillos electrónicos–, que pueden seguir siendo costeados por los compañías durante largos periodos de tiempo sin que induzcan ningún beneficio real.
Como apunta Kevin Volpp, co-autor de la investigación, «una de las ventajas de los programas de incentivos es que solo suponen un coste si el participante tiene éxito al modificar su hábito tabáquico. Se estima que, para las empresas, el coste de la contratación de un empleado es entre 3.000 y 6.000 dólares anuales mayor en caso de que sea fumador, por lo que una inversión financiera inicial en cesación tabáquica vale la pena desde un punto de vista económico».
Es más; en opinión de los autores, los resultados alcanzados con los e-cigarrillos pueden ser muy importantes para las agencias responsables de la regulación de estos productos. Como concluye Scott Halpern, «saber que el ofrecer e-cigarrillos gratuitos no ayudará a los fumadores a dejar el tabaco debe ser tenido en cuenta en las políticas que se están discutiendo en la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) sobre cómo y cuándo regular el uso de estos productos».
Fuente: abc.es