Suspender el tratamiento con aspirina aumenta el riesgo de sufrir un segundo infarto o un ACV | Por: @linternista
Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Upsala (Suecia) muestra que la suspensión del tratamiento a largo plazo con aspirina a dosis bajas incrementa de forma muy significativa la probabilidad de sufrir un segundo infarto o un ictus, anteriormente conocido como ACV.
Numerosos estudios han comprobado que la toma diaria de aspirina – ácido acetilsalicílico a dosis bajas ayuda a las personas en riesgo cardiovascular a prevenir un posible infarto o un ictus. Un beneficio que resulta aún más significativo en aquellos pacientes que ya han sufrido un primer ataque al corazón o un primer accidente cerebrovascular. Y es que la aspirina es un potente antiagregante plaquetario, esto es, impide que las plaquetas se unan formando un coágulo o trombo sanguíneo. Sin embargo, no deja de ser un fármaco, por lo que no se encuentra exento de efectos secundarios. Un aspecto a tener en cuenta dado que la toma de aspirina, aun a dosis bajas, debe mantenerse de por vida. Pero cuidado:
Como explica Johan Sundstrom, director de esta investigación publicada en la revista «Circulation», «la terapia con aspirina a dosis bajas es un tratamiento sencillo y muy barato. Así, y en aquellos casos en los que no se produzcan episodios de sangrado o se haya programado una cirugía mayor, nuestros resultados muestran los significativos beneficios para la salud pública que se pueden obtener cuando los pacientes mantienen su tratamiento con aspirina».
‘Efecto rebote’
En torno a un 10-20% de las personas que han padecido un infarto agudo de miocardio deciden dejar de tomar aspirina a diario en los primeros tres años posteriores al episodio. Es más; algunos estudios han sugerido que la tasa de discontinuación –o interrupción, ya sea temporal o total– de la terapia con aspirina en la población con alto riesgo cardiovascular es superior al 30%, así como más de la mitad de los pacientes no cumplen correctamente con el tratamiento. Pero, esta falta de adherencia terapéutica, ¿tiene alguna consecuencia clínica?
Para responder a esta pregunta, los autores siguieron durante tres años la evolución de 601.527 pacientes mayores de 40 años que, sin diagnóstico de cáncer, tomaban diariamente aspirina a dosis bajas para prevenir un infarto o un ictus. Sin embargo, no todos lo hacían demasiado bien: cerca de un 20% de los participantes habían dejado el tratamiento ya en los primeros 12 meses.
Durante los tres años de seguimiento se registraron un total de 62.690 episodios cardiovasculares. Y de acuerdo con los resultados, la suspensión de la toma de aspirina conllevó un incremento casi inmediato en el riesgo de padecer un episodio cardiovascular, incremento que, además, no disminuyó con el tiempo. De hecho, y comparados frente a aquellos que siguieron tomando el tratamiento, aquellos que lo suspendieron mostraron una incidencia hasta un 37% mayor de infartos e ictus.
Y este mayor riesgo cardiovascular tras el abandono del fármaco, ¿cómo se explica? Pues según sugieren los autores, por un posible ‘efecto rebote’. Como apunta Johan Sundstrom, «los estudios han sugerido que los pacientes pueden experimentar un ‘efecto rebote’ tras dejar el tratamiento con aspirina, posiblemente debido a un incremento de los niveles de coagulación consecuente con la pérdida de la dilución de la sangre que induce el fármaco. Así, y dado el gran número de pacientes en tratamiento con aspirina en nuestro trabajo y la elevada cifra de participantes que optaron por dejarlo, la importancia del ‘efecto rebote’ podría ser significativa».
Consulte con su médico
En definitiva, la suspensión de la terapia a largo plazo, cuando no vitalicia, con aspirina a dosis bajas puede aumentar el riesgo de episodios cardiovasculares. Un hallazgo a considerar por los pacientes y, sobre todo, por los médicos, responsables de prescribir el tratamiento y sopesar sus beneficios –prevención cardiovascular– y riesgos –efectos secundarios.
Como concluye Johan Sundstrom, «esperamos que nuestro estudie ayude a los pacientes y los médicos a tomar decisiones informadas sobre la posibilidad de mantener o suspender el tratamiento con aspirina».
En este contexto, la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) recomienda la toma diaria de aspirina a dosis bajas por las personas en alto riesgo de sufrir un infarto, siempre y cuando sea prescrita por sus médicos, y por aquellas que han sobrevivido a un ataque al corazón.
Fuente: abc.es