¿Cómo ofrecer más tiempo al corazón para recuperarse luego de un infarto? | Por: @linternista
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Emory en Atlanta (EE.UU.) han hallado una forma para ofrecer al corazón un mayor tiempo para recuperarse luego de haber presentado un infarto, facilitando así mayores posibilidades de supervivencia a los afectados.
Como explica Ahsan Husain, co-autor de esta investigación publicada en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences», «si observamos el corazón a las 24 horas de que se haya restaurado el flujo sanguíneo, veremos que hay una gran área en riesgo. Muchas de las células del músculo cardiaco todavía siguen vivas a las 24 horas del infarto. Pero en caso de que no se lleve a cabo ninguna intervención, muchos de estos miocardiocitos acabarán muriendo en los siguientes días. Sin embargo, hemos encontrado una forma de salvar a las células de esta muerte tardía. Y para ello, solo tenemos que mejorar su entorno».
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de mortalidad en todo el mundo. De hecho, solo en 2012 fueron responsables de un total de 17,5 millones de decesos, cifra que según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) supuso el 31% de todos los fallecimientos registrados ese año en el planeta. Y la principal causa de estos decesos es, junto al ictus, el infarto de miocardio. No en vano, y una vez tiene lugar, las posibilidades de tratamiento del infarto se limitarían a unas pocas horas, transcurridas las cuales el músculo cardiaco ‘moriría’ y ya no se podría recuperar.
Dar más tiempo al corazón
En el estudio, los autores utilizaron un modelo animal –ratones– genéticamente modificado para no expresar una enzima denominada ‘proteasa de los mastocitos 4 de ratón’ (MMCP-4).
Los resultados mostraron que, una vez provocado un infarto, los corazones de los ratones con o sin la MMCP-4 eran totalmente indistinguibles una vez habían transcurrido 24 horas. Pero esto solo era así al cabo de un día: pasados varios días, los corazones de los ratones sin la enzima mostraban muchas menos lesiones que los de los animales con la MMCP-4. O dicho de otro modo, los corazones de los ratones sin la MMCP-4 tenían una capacidad mucho mayor de recuperación.
Y esto, ¿cómo se explica? Pues simplemente, porque la MMCP-4 parece limitar la capacidad del corazón para autorrepararse. Concretamente, y una vez sufre una lesión –en este caso, un infarto–, el corazón produce un factor de crecimiento denominado ‘factor de crecimiento insulínico tipo 1’ (IGF-1) para repararse. ¿Y qué hace la enzima MMCP-4? Pues destrozar este IGF-1.
Como indica Nawazish Naqvi, co-autor del estudio, «es bien conocido que las células del músculo cardiaco mueren en los minutos o en las horas siguientes una vez se ha restaurado el flujo sanguíneo. Nuestros hallazgos muestran que la muerte de una gran cantidad de miocardiocitos tiene lugar en los días posteriores, así como que la prevención de esta muerte mediante la supresión de la actividad de la MMCP-4 podría mejorar los resultados clínicos de una forma muy significativa».
Retomar los estudios
Numerosos estudios previos llevados a cabo en seres humanos han demostrado que la MMCP-4, que en el caso de los humanos se denomina ‘quimasa’, actúa como un convertidor de la angiotensina, por lo que entre otras funciones es capaz de elevar la presión sanguínea. De hecho, los médicos suelen prescribir a los pacientes que sufren un infarto distintos fármacos para contrarrestar esta subida de la presión arterial y, así, reducir el estrés sobre el corazón. Es el caso, entre otros fármacos, de los IECA y los ARAII.
Llegados a este punto, la pregunta sería por qué no utilizar directamente un inhibidor de la quimasa. No en vano, los inhibidores de la quimasa fueron el objetivo de numerosos ensayos clínicos en la pasada década. El problema es que las compañías farmacéuticas vieron que no ofrecían más beneficios que el mero control de la presión arterial. Y dado que los IECA y los ARAII ya son eficaces a la hora de reducir esta presión sanguínea, abandonaron la investigación con los inhibidores de la quimasa.
Entonces, ¿merece la pena retomar los estudios con estos inhibidores? Pues según los autores, sí. Y mucho. No en vano, creen que los inhibidores de la quimasa tendrían el mismo efecto que el observado en los ratones sin la MMCP-4, por lo que proporcionarían a la IGF-1 más tiempo para reparar el corazón.
Como concluyen los autores, «en los ratones, los niveles de IGF-1 alcanzan su pico máximo a las 48-72 horas tras el daño coronario. Y en este contexto, nuestros resultados demuestran que la MMCP-4 es la principal enzima responsable de la degradación de esta IGF-1».
Fuente: abc.es