Tratamientos para el cáncer pueden aumentar los riesgos cardiovasculares | Por: @linternista
En los pacientes que sufren de cáncer se ha incrementado la tasa de supervivencia en los últimos años, y hasta la curación en algunos casos es del 90% o en otras se ha convertido en una patología crónica.
Pero se han detectado problemas de algunos de los tratamientos contra el cáncer los cuales tienen un efecto tóxico en el corazón, así se señala en el último congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica.
El riesgo de complicaciones cardiovasculares a largo plazo se triplica y muchas veces aparecen varios años después de que el paciente ha vencido el tumor, lo cual disminuye su calidad de vida.
De hecho, la toxicidad cardiovascular por los tratamientos oncológicos es la causa más frecuente de mortalidad en mujeres que sobreviven a un cáncer de mama o a un linfoma de Hodgkin.
Próximamente especialistas de varios países debatirán en el I simposio internacional de cardio-oncología, en España, sobre la mejor manera de cuidar a los pacientes oncológicos y la necesidad de detectar precozmente los problemas cardíacos por la toxicidad de la quimio y radioterapia para las células del corazón.
Y es que la cardiotoxicidad secundaria al tratamiento oncológico es una causa evitable de insuficiencia cardíaca y casi en un 80% de los casos la detección y el tratamiento precoz mejora la supervivencia libre de complicaciones de las personas que han vencido al cáncer. Por el contrario, si no se interviene cuando los síntomas afloran, la probabilidad de recuperación completa se reduce a pesar de recibir un tratamiento óptimo.
Cáncer distractor
Cuando un paciente llega a una unidad de oncología, la atención se centra en el tratamiento del cáncern y se descuida la parte cardiovascular. En algunos casos, los facultativos aconsejan abandonar el tratamiento de patologías cardiovasculares previas.
Las bajadas de tensión o el cansancio, hasta ahora se interpretaban que podían deberse a los fármacos habituales para tratar las patologías cardíacas o la hipertensión cuando los pacientes oncológicos las padecían. Sin embargo, en muchos casos pueden resolverse ajustando la medicación a la nueva situación del paciente, sin necesidad de suspenderla, aclara la doctora Teresa López, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, y coordinadora del programa científico del simposio.
Ahora se sabe que “la mayoría de los fármacos que toman los pacientes para regular su tensión arterial protegen el corazón de los efectos secundarios de la quimioterapia. Tal vez haya que reducir la dosis, para que siga el efecto protector sin producir bajadas de tensión arterial importantes”, añade López.
De igual forma no controlar el colesterol durante el tratamiento, descuidar la alimentación o prescindir del ejercicio físico tienen consecuencias para el corazón, y puede acarrear problemas posteriores.
“La creación de la Unidad de Cardiooncología de La Paz, la única especializada en España, tiene su origen en los problemas clínicos que estábamos encontrando en los supervivientes de cáncer. Encontrábamos pacientes de 50 años que, diez años después de vencer un cáncer de mama, llegaban con insuficiencia cardíaca grave y con pérdida de fuerza del corazón severa. Y en ese caso, aunque las pacientes mejoran, solo hay una recuperación parcial, pero no una normalización”, explica López.
En ocasiones las complicaciones cardíacas aparecen durante el tratamiento del cáncer, obligando a suspenderlo o modificarlo en un 20% de los casos. Pero, cuando se piensa en la posible aparición de estas complicaciones y se detectan a tiempo es posible reducirlas sin que interfieran con la oncoterapia, explica Juan Carlos Plana, cardiólogo del Baylor College of Medicine de Houston.
Los marcadores específicos, para la detección precoz ponen sobre la pista de que el corazón empieza a resentirse, a pesar de que no haya síntomas clínicos. Hay proteínas que se detectan en sangre (biomarcadores) que cuando se elevan indica que están muriendo células cardíacas por efecto de la oncoterapia, y delatan la presencia de una lesión que aún no da síntomas y puede atajarse antes de cause daños irreversibles.
Los avances
Las nuevas técnicas de ecocardiografía, que permiten medir la deformación del corazón cuando late. “Tenemos la idea de que el corazón expulsa la sangre juntando sus paredes, y no es así. Se contrae de la misma forma que escurrimos una bayeta de la cocina, con una cierta torsión. Y esa torsión da idea de su eficiencia. El ecocardiógrafo básico no tiene en cuenta esa torsión. Y el corazón tiene que estar muy afectado para que se detecten las anomalías y en ese caso el tratamiento es menos efectivo”, explica Plana.
Sin embargo, estas nuevas técnicas de ecografía permiten detectar las alteraciones de la torsión de forma precoz y el tratamiento impide que el corazón sufra un disfunción ventricular.
El paciente tiene que preguntar a su médico y estar involucrado en este proceso, y saber los daños que el tratamiento oncológico puede producir en el corazón y qué puede hacer para minimizarlo, destaca Miguel Ángel García Fernández, secretario de la Sociedad Española de Cardiología.
Además debe informar a su oncólogo de sus antecedentes cardiológicos y otras enfermedades crónicas que aumenten el riesgo cardiovascular, como hipertensión o diabetes.
En cuanto a los síntomas que puede percibir el paciente durante el tratamiento oncológico o con posterioridad a este que pueden delatar que el corazón está siendo afectado, palpitaciones, taquicardia, aumento de la tensión arterial, mareos o cualquier otro síntoma que no sepan a qué atribuir, destaca la doctora Pilar Zamora, oncóloga del Hospital La Paz.
Es necesaria la colaboración estrecha entre cardiólogos y oncológos y la creación de unidades de cardio-oncología. Además insistieron en la importancia de elaborar protocolos que ayuden a controlar factores de riesgo como la hipertensión, la glucemia, el colesterol y la función cardíaca mediante técnicas de imagen y biomarcadores.
Estos protocolos son esenciales para el diagnóstico precoz del daño cardíaco y la mejora de los resultados cardiológicos de las terapias oncológicas, y garantizar una mejor sobrevida del paciente oncológico.
.
Fuente: ABC.es.
Daniel Ricardo Hernández
Comunicador Social