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El alcohol aumenta las bacterias en la boca que se asocian al cáncer y las enfermedades cardiovasculares | Por: @linternista

Un estudio dirigido por investigadores del Centro Oncológico Laura e Isaac Perlmutter de la Universidad de Nueva York (EE.UU.) publicado en la revista «Microbiome», demuestra que el alcohol altera la composición del microbioma oral hasta el punto de que las personas ‘bebedoras’ –aun con un consumo leve-moderado– tienen mayores concentraciones de especies bacterianas asociadas al desarrollo de enfermedades muy graves y potencialmente letales, caso de las cardiovasculares y de distintos tipos de cáncer.

Cada vez es mayor el número de estudios que muestran que el consumo de alcohol es nocivo para la salud. Y no solo cuando este consumo es excesivo, que no cabe ninguna duda de que acaba resultando fatal, sino también cuando es leve o moderado. De hecho, la Asociación Americana de Oncología Médica (ASCO) acaba de publicar una investigación en la que concluye que, con independencia del nivel de consumo, el alcohol provoca muchos tipos de cáncer, por lo que mejor no beber ni una gota.

Como explica Xiaozhou Fan, directora de esta investigación , «estudios previos han evaluado el consumo de alcohol y su asociación con la enfermedad y algunos cambios en el microbioma, pero el nuestro es el primero en comparar directamente los niveles de alcohol y sus efectos sobre el microbioma oral».

Más bacterias ‘malas’, menos ‘buenas’

En el estudio, los autores analizaron la composición del microbioma oral de 1.044 mujeres y varones con edades comprendidas entre los 55 y los 87 años a los que se habían tomado muestras de saliva y de enjuague bucal con motivo de su participación en dos grandes ensayos clínicos estadounidenses sobre cáncer.

Como los participantes también habían tenido que responder a distintos cuestionarios sobre sus estilos de vida, incluida su ‘relación’ con el alcohol, los autores los clasificaron en tres grupos en función de su nivel de consumo: ‘abstemios’, esto es, con un consumo absolutamente nulo; ‘bebedores moderados’, en el que el promedio de consumo diario era inferior a una unidad de alcohol en el caso de las mujeres y a dos unidades en el de los varones; y ‘grandes bebedores’, en el que se incluyeron las mujeres que consumían de media más de una unidad de alcohol al día y los varones cuyo promedio superaba las dos unidades diarias.

Del total de 1.044 participantes, 270 fueron calificados como ‘abstemios’, 614 como ‘bebedores moderados’ y 160 como ‘grandes bebedores’. Y esta ‘clasificación, o lo que es lo mismo, el nivel de consumo de alcohol, ¿tuvo alguna consecuencia sobre la composición del microbioma oral y, por ende, sobre el riesgo de enfermedades, de los participantes? Definitivamente sí.

Los resultados mostraron que, comparadas frente a las de las ‘abstemias’, las cavidades orales de las personas que consumían alcohol tenían mayores cantidades de bacterias bien conocidas por aumentar el riesgo de patologías como la periodontitis, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Es el caso, entre otras, de distintas especies bacterianas de la orden ‘Bacteroidales’ y de los géneros ‘Actinomyces’ y ‘Neisseria’. Pero aún hay más: los ‘bebedores’ también mostraban menores concentraciones de bacterias ‘buenas’, caso de algunas especies del orden ‘Lactobacillales’ –comúnmente empleadas en los probióticos.

Pero este desequilibrio en el microbioma oral asociado al alcohol, ¿cómo se explica? Pues como indica Jiyoung Ahn, co-autora de la investigación, «una posible explicación podría ser que los ácidos en las bebidas alcohol causan un entorno hostil que dificulta el crecimiento de algunas bacterias. Otra razón podría ser la acumulación de subproductos dañinos derivados de la descomposición del alcohol, incluidos unos productos químicos denominados ‘acetaldehídos’ que, junto con las toxinas dañinas en la boca del humo del tabaco, son producidas por ciertas bacterias, como ‘Neisseria’».

En conclusión, los investigadores encontraron que el consumo de alcohol está relacionado con la composición general de la comunidad de microbiomas orales y con la abundancia de taxones (grupo de una o más poblaciones de un organismo u organismos vistos por taxonomistas para formar una unidad. Aunque no se requiere ninguno, un taxón generalmente se conoce con un nombre particular y se le asigna una clasificación particular) orales específicos. El consumo excesivo de alcohol puede influir en la composición bacteriana, incluido el agotamiento potencial de las bacterias comensales beneficiosas y una mayor colonización de bacterias potencialmente patógenas.

Tales cambios pueden contribuir a las enfermedades relacionadas con el alcohol, incluidas la enfermedad periodontal, el cáncer de cabeza y cuello y el cáncer del tracto digestivo, pero se necesita más investigación para relacionar los cambios en la composición relacionada con el alcohol con los fenotipos de la enfermedad. Los taxones que se han identificado pueden investigarse más a fondo para descubrir su relación potencial con el estado de salud oral subyacente y para dilucidar su papel potencial en las consecuencias para la salud relacionadas con el alcohol.

¿Vino, cerveza o licor?

Y llegados a este punto, ¿da igual el tipo de alcohol? Es decir, ¿puede esperarse que el desequilibrio en el microbioma oral sea mayor o menor en función de que se consuma vino, cerveza o un licor? Pues la verdad es que no se sabe. Como refieren los autores, «si bien nuestro trabajo es lo suficientemente grande para identificar las diferencias en la microbiota entre los bebedores y los no bebedores, es necesaria una muestra de participantes más amplia para establecer las diferencias entre los consumidores de vino, cerveza o licores».

Sea como fuere como concluye Jiyoung Ahn, «nuestro trabajo ofrece una clara evidencia de que el alcohol es malo para mantener un equilibrio saludable de los microorganismos de la cavidad oral y podría explicar por qué el consumo de alcohol, tal y como sucede con el hábito tabáquico, conlleva cambios en la microbiota ligados al cáncer y a la enfermedad crónica».

Fuente: abc.es

Comité editorial medicinapreventiva.info

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