Una década de la vacuna contra el virus del papiloma humano y en Venezuela sin ella ni muchas otras | Por: @linternista
Han pasado poco más de diez años desde que se aprobó para uso poblacional la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) y su implementación en los calendarios de vacunación a nivel internacional. Es una vacuna a la cual, desde su inicio, le ha acompañado una gran polémica sobre su seguridad y efectividad y que ahora, gracias a la publicación de los primeros estudios epidemiológicos sobre las campañas de vacunación, es posible despejar.
La creación de la vacuna contra el VPH surge debido al gran problema de salud pública que supone este patógeno: es la enfermedad infecciosa de transmisión sexual más frecuente, con una prevalencia global cercana al 12% en las mujeres y 20% en los hombres, aunque los valores concretos varían según el país y grupo socioeconómico. Este virus afecta a la piel y las mucosas, y aunque en la mayor parte de los casos las infecciones revierten de modo natural, en otras ocasiones producen alteraciones en los tejidos que van desde verrugas genitales hasta lesiones más graves. De hecho, el virus del papiloma humano es la causa de casi el 100% de los cánceres de cérvix (también llamado cáncer de cuello uterino), 90% de los anales, 70% de vagina, 50% de pene, 40% de vulva y entre el 13-72% de los cánceres de asociados a la boca y la faringe.
En junio del 2006 se aprobó la primera vacuna contra el virus, lo cual permitió por primera vez prevenir de un modo efectivo el desarrollo de las lesiones causadas por el VPH. Desde entonces al menos 68 países han adoptado programas de vacunación contra el VPH, aunque ha sido de un modo desigual: por ejemplo, en Australia se comenzó en el 2007 un programa de vacunación en las escuelas para niñas de 12-13 años que se acompañó con una campaña de la inmunización de mujeres de hasta 26 años; en 2013 se incluyeron en el programa escolar a los niños de 12-13 años y se realizó una campaña de vacunación en varones adolescentes de 14-15 años.
En otros países la situación es distinta. “En España, se vacuna desde 2008. En principio, se empezó con todas las chicas a los 14 años, aunque alguna comunidad vacunaba a los 12-13 años. Desde 2017, todas las comunidades vacunan a todas las chicas a los 12 años, salvo Asturias que lo hace a los 13 años», explica el doctor David Moreno, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP). Esta vacunación es gratuita en estas chicas y se administra en el centro de salud, aunque algunas comunidades vacunan en colegios. Fuera de esa edad (chicas mayores de esa edad), y los chicos a cualquier edad a partir de la adolescencia que quieran vacunarse, deben comprar la vacuna en la farmacia. Además, algunas comunidades vacunan de forma gratuita a personas con factores de riesgo.
Desde su implantación, varios colectivos han puesto en duda la seguridad y utilidad de la vacuna. De hecho, existen incluso grupos como la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma en cuya web se encuentran afirmaciones como esta: “Existen miles de informes oficiales de efectos secundarios algunos de los cuales son tan graves como para haber dejado inválidas de por vida a las niñas que la recibieron o haberlas matado”. Estas declaraciones contrastan con los datos obtenidos tras los diez años que se han cumplido desde que empezaron los programas de vacunación contra el VPH, y que despejan cualquier duda sobre la seguridad de la vacuna. “Instituciones como la OMS [Organización Mundial de la Salud] y el CDC [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE UU] recogen y publican todos los datos de reacciones adversas de las vacunas, y en la bibliografía científica publicada no existen estudios que contengan tales afirmaciones», explica Moreno. “Tanto los ensayos clínicos realizados como el seguimiento postcomercialización, con más de 300 millones de dosis administradas entre las tres vacunas disponibles, nos han permitido confirmar que esta vacunación es completamente segura», añade.
Otra afirmación frecuente es que la propia vacuna contra el VPH puede generar más casos de cáncer, lo que contradice a múltiples instituciones científicas como la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) que este año, en una nota de prensa por en el Día Mundial del Cáncer de Cérvix, valoraba el desarrollo de vacunas contra el virus del papiloma humano como es uno de los grandes avances científicos de nuestra era en la prevención primaria del cáncer cérvix. Otros grupos contrarios a la vacuna también suelen decir que los casos de cánceres debidos a infecciones por el virus del papiloma humano son tan poco frecuentes que no justifican las campañas de vacunación. Esto, sin embargo, contrasta con las cifras concretas dadas por organizaciones como la SEOM, que en su informe Las cifras del Cáncer en España 2018 muestra que el cáncer de cérvix es el séptimo más frecuente a nivel mundial. Y de hecho, en muchos trabajos como el realizado por Xavier Bosch del Servicio de Epidemiología del Cáncer, Institut Català d’Oncologia (ICO), se señala que el virus del papiloma humano es la causa del 5% de los casos de cáncer en humanos.
Un último argumento en contra es decir que todas las investigaciones a favor de la vacuna contra el VPH proceden de instituciones que tienen conflictos de intereses con la vacuna. Por el contrario, la realidad es que hay estudios epidemiológicos realizados por entidades sin ningún tipo de conflicto de intereses.
Uno de ellos es el trabajo australiano dirigido por la investigadora del Royal Women’s Hospital (Australia) Suzanne M. Garland, donde se evalúa el impacto en la salud pública australiana de los diez primeros años de vacunación contra el VPH; muchos estudios poblacionales se centran en Australia ya que es uno de los países con un programa de vacunación contra el VPH más amplio, y donde se ha conseguido un porcentaje que llega a más del 70% en los jóvenes que fueron vacunados en las escuelas.
En su análisis, Suzanne M. Garland destaca una reducción de las infecciones por el virus del papiloma humano del 86% en los jóvenes de 18-24 años que habían recibido tres dosis de vacunación y del 76% en aquellos que habían recibido al menos una dosis. Otro resultado importante es el descenso en la frecuencia de anormalidades en los tejidos durante las citologías ginecológicas rutinarias realizadas a mujeres: de 10,9 por cada 1.000 citologías realizadas en mujeres menores de 20 años se ha pasado a 5; y en el caso de las mujeres entre 20-24 años el descenso es de 21,5 casos a 13,5 por cada 1.000 citologías. Estos datos son especialmente importantes porque en muchos casos estas anormalidades tisulares son lesiones que potencialmente pueden convertirse en cancerígenas con el paso de los años.
También es esperable un impacto positivo en otros tipos de cáncer asociados al virus del papiloma humano (vulva, pene, ano, recto, vagina, cavidad oral y faringe) pero, tal y como se señala en un análisis realizado por Diane M. Harper de la Universidad de Louisville (Estados Unidos), debido a que más del 80% de todos los cánceres asociados a la infección por el VPH se producen en el cuello uterino, casi toda la información actual sobre el efecto profiláctico de la vacuna se ha centrado en este tumor. “Todavía es pronto para saber si otros cánceres asociados a la infección del VPH, como el cáncer anal, han sido prevenidos por las campañas de vacunación utilizadas hasta ahora”, enfatiza Harper.
Pese a la necesidad de más información, tal y como menciona Garland en su estudio, los datos obtenidos hasta ahora son tan positivos que se cree que si se consiguiera vacunar a la mayor parte de la población podrían llegar a prevenirse entre el 90%-93% de los cánceres de cuello uterino. Sin embargo, a nivel global la vacunación contra el VPH todavía es muy minoritaria ya que solo el 3,5% de las mujeres han sido vacunadas. Esta situación contrasta con las recomendaciones de los expertos en favor de una mayor cobertura de vacunación para disminuir la presencia del virus en toda la población y reducir así las posibilidades de contagio.
“Nunca es tarde para vacunar frente al VPH, aunque ya se hayan tenido relaciones sexuales, e incluso aunque ya se haya infectado la persona con este virus”, comenta el doctor Moreno, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría.
A pesar de todas las ventajas de la vacunación, gracias a un régimen genocida y corrupto, en Venezuela la vacuna contra el VPH NUNCA la hemos tenido, excepto aquellas que se traen por medios privados a precios que no puede costear la mayoría de la población y tenemos además epidemia de enfermedades prevenibles por vacunas como difteria, sarampión, parotiditis y de otras enfermedades por abandono de las políticas sanitarias como el paludismo e incluso el chagas.
Fuente: Pablo Barrecheguren: elpais.com