El tipo de ácidos grasos contenidos en la mama predicen el riesgo de cáncer tras la menopausia | Por: @linternista
Según muestra un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York (EE.UU.), el análisis de la proporción de ácidos grasos en el tejido mamario podría ser suficiente para determinar el riesgo de cáncer, cuando menos, en las mujeres que ya han superado la menopausia.
Concretamente, los autores emplearon una innovadora técnica de imagen por resonancia magnética que permite estimar las proporciones de los diferentes tipos de grasa en el tejido adiposo mamario. Como explica Sungheon G. Kim, co-autor de esta investigación publicada en la revista «Radiology», «el índice de masa corporal (IMC) es un factor de riesgo muy importante para el desarrollo de cáncer de mama. Sin embargo, y mientras un elevado IMC podría tener un efecto protector en las mujeres que aún no han llegado a la menopausia, este mayor IMC conlleva un mayor riesgo de cáncer de mama en las mujeres postmenopáusicas».
El cáncer de mama es, con cerca de 25.000 nuevos casos anuales, el tumor más frecuente entre las mujeres de nuestro país. Un tipo de cáncer cuyo riesgo se encuentra condicionado por el índice de masa corporal (IMC) y, por tanto, por la ingesta de grasas. Tal es así que en los últimos años se han realizado multitud de estudios para analizar la relación entre grasas, dieta e IMC y el riesgo de cáncer de mama. Sin embargo, quizás no sea necesario conocer el nivel de grasa corporal total para conocer este riesgo.
Grasas y mamas
A día de hoy aún se desconoce por qué las mujeres postmenopáusicas con un IMC elevado tienen un mayor riesgo de cáncer de mama. La razón podría obedecer, como apuntan algunos estudios, a que este mayor IMC conlleve una mayor secreción hormonal por el tejido adiposo –concretamente, de estrógenos y adipoquinas–. Sin embargo, la realidad es que el número de investigaciones realizadas para analizar el papel de la grasa de las mamas en el desarrollo del cáncer es muy limitado.
Y en este contexto, indica Melanie Freed, directa de la investigación, «gracias al nuevo método empleado en nuestro estudio hemos sido capaces de analizar directamente el tejido en el que el cáncer de mama empieza a desarrollarse, lo que esperamos que nos ayude a entender cómo el tejido graso se correlaciona con el cáncer».
El estudio fue llevado a cabo con 89 mujeres, de las que 31 ya habían superado la menopausia. Los autores determinaron el IMC de las participantes, entre las cuales figuraban, según recogían sus historiales médicos, 12 pacientes con carcinoma ductal in situ y 28 mujeres con carcinoma ductal infiltrante –esto es, en el que los límites de la masa tumoral no se encuentran bien delimitados–. Por su parte, las 49 participantes restantes tenían un tejido mamario ‘benigno’, es decir, carente de cualquier signo de cáncer.
Los resultados mostraron que, frente a aquellas participantes postmenopáusicas con tejidos mamarios benignos, las mujeres que habían superado la menopausia y habían sido diagnosticadas de carcinoma ductal invasivo presentaban una mayor proporción de ácidos grasos saturados y una cantidad inferior de ácidos grasos monoinsaturados en sus tejidos mamarios.
Por su parte, y por lo que respecta únicamente a las participantes con tejidos benignos, los tejidos mamarios de las mujeres postmenopáusiacas tenían una proporción mucho mayor de ácidos grasos poliinsaturados y una cantidad menor de ácidos grasos saturados que los de las mujeres que no habían llegado a la menopausia.
No es el IMC
Y esta relación entre los diferentes tipos de ácidos grasos y el cáncer de mama, ¿también puede observarse a través del simple análisis del IMC? Pues no. Parece que las proporciones de ácidos grasos en el tejido mamario no tienen nada que ver con el IMC, lo que sugiere que los ácidos grasos en la mama ofrecen una información que va más allá de la que puede obtenerse con el análisis de la grasa corporal total.
Como concluye Sungheon G. Kim, «nuestro estudio todavía no ha concluido. Tenemos que investigar estos mayores niveles de ácidos grasos saturados y su correlación directa con los niveles de estrógenos en la mama y el desarrollo de cáncer. Y es que estos resultados podrían identificar un nuevo factor de riesgo para el cáncer de mama».
Fuente: abc.es