Un sencillo examen de sangre para determinar qué antidepresivo necesita cada paciente | Por: @linternista
Por primera vez, investigadores del King’s College de Londres (Reino Unido) han hallado un método para evaluar la respuesta a cualquier antidepresivo, lo que permitirá individualizar el tratamiento de la enfermedad. Y para ello solo se requiere un simple análisis de sangre.
Concretamente, el estudio, publicado en la revista «The International Journal of Neuropsychopharmacology», muestra que la medición de dos biomarcadores de la inflamación presentes en la sangre –el factor inhibidor de la migración de macrófagos (MIF) y la interleucina 1 beta (IL-1β)– permite no solo anticipar cómo responderá el paciente a un antidepresivo, sino también medir la eficacia del tratamiento una vez ha sido iniciado.
La depresión es un trastorno mental que a nivel global la padecen más de 350 millones de personas. La razón para esta prevalencia desmesurada se explica, cuando menos parcialmente, por las dificultades que plantea su tratamiento. No solo un 50% de los pacientes no responde a los fármacos más comunes, sino que hasta un 33% es resistente a todos y cada uno de los antidepresivos actualmente disponibles.
Pero dado que no había ningún test que permita conocer cuándo un paciente está respondiendo a un tratamiento, los afectados se ven abocados a probar un fármaco tras otro hasta dar con el correcto. Un método de ‘ensayo y error’ que provoca una demora de más de cuatro meses hasta el establecimiento del tratamiento adecuado.
Como indica Carmine Pariante, directora de la investigación, «la identificación de biomarcadores que predigan la respuesta al tratamiento es crucial para reducir la carga social y económica de la depresión, así como para mejorar la calidad de vida del paciente».
No más pérdidas de tiempo
El nuevo estudio se basa en la premisa, ya constatada en multitud de investigaciones previas, de que los niveles elevados de la inflamación se asocian a una peor respuesta a los antidepresivos más comúnmente utilizados. De hecho, el nuevo trabajo establece dos niveles –o umbrales– concretos de MIF y de IL-1β con los que se puede predecir cómo responderá el paciente: si los niveles son inferiores, puede esperarse que el paciente responda al tratamiento; pero si son superiores, la probabilidad de que no haya respuesta es total –de un 100%.
Y llegados a este punto, ¿por qué precisamente este MIF y esta IL-1β? Pues porque además de actuar como biomarcadores de la inflamación sanguínea, también se encuentran implicados en distintos mecanismos cerebrales asociados a la depresión, caso de la síntesis de nuevas neuronas, del establecimiento de las sinapsis neuronales, o de la muerte neuronal en respuesta al estrés oxidativo.
Como explican los autores, «el estrés oxidativo se produce cuando el organismo produce una cantidad excesiva de unas moléculas denominadas ‘radicales libres’ y luego intenta eliminarlas. Estos radicales libres rompen las conexiones cerebrales e interrumpen las señales químicas en el cerebro, lo que conlleva una reducción de los mecanismos protectores en el cerebro y, por tanto, al desarrollo de síntomas de la depresión».
En definitiva, y a partir de los niveles de MIF e IL-1β en sangre puede saberse si un paciente responderá al tratamiento con un antidepresivo o, por el contrario, sin necesitará una terapia más ‘agresiva’, caso de la combinación de varios fármacos. Y todo ello antes de que, tal y como sucede ahora, sus síntomas empeoren.
Como explica Carmine Pariante, directora de la investigación, «nuestro estudio ofrece un método asequible para la individualización de los tratamientos antidepresivos. Los pacientes con que superen el umbral de sustancias inflamatorias en la sangre pueden ser dirigidos hacia una estrategia antidepresiva más asertiva, incluida la adición de otros fármacos antidepresivos o antiinflamatorios».
‘Psiquiatría personalizada’
Es más; el nuevo estudio también constata las evidencias, cada vez más numerosas, que indican que unos mayores niveles de inflamación dan lugar a una forma más grave de depresión y, por tanto, a una enfermedad menos susceptible de responder a los tratamientos farmacológicos.
Como concluye Carmine Pariante, «nuestro estudio nos acerca un poco más a la posibilidad de ofrecer un tratamiento antidepresivo individualizado ya desde la aparición de los primos signos de la enfermedad. El siguiente paso, crucial, será realizar un ensayo clínico comparando la actual práctica clínica para la prescripción de antidepresivos, basada en pruebas de ‘ensayo y error’, con nuestro novedoso enfoque de ‘psiquiatría personalizada, en el que el plan de tratamiento está guiado por los test sanguíneos»
Fuente: abc.es