La cronificación de los pacientes implica un 50% de pacientes en la emergencia con comorbilidades | Por: @linternista
El envejecimiento poblacional y los avances terapéuticos han conducido a la cronificación de muchas patologías, por lo que es cada vez más importante considerar las comorbilidades y dependencia de los pacientes y su impacto pronóstico al momento de su ingreso en emergencia.
Puesto que los pacientes ancianos y pluripatológicos ingresan con frecuencia en las unidades de emergencia, el Hospital Universitario de Cabueñes (Gijón) estudió 100 pacientes, con una media de edad de 68,9 años, ingresados en la Unidad Coronaria de enero a marzo de 2015. El personal de enfermería calculó los índices de comorbilidad de Charlson y de dependencia de Barthel.
Como detalla la Dra. Beatriz Samaniego Lampón, primera firmante del artículo, «el índice de comorbilidad de Charlson es una lista de 19 patologías con repercusión sobre el pronóstico a uno y 10 años, ponderadas según su gravedad. A cada una se le asigna una puntuación, desde un punto que se otorga al infarto de miocardio y la insuficiencia cardiaca, hasta los seis puntos en caso de presentar una neoplasia sólida con metástasis o SIDA». La predicción de mortalidad en seguimientos cortos (menos de 3 años) va en función de la puntuación obtenida. En seguimientos prolongados (más de 5 años), debe corregirse por el factor edad, añadiendo un punto al índice por cada década a partir de los 50 años.
Por su parte, el índice de Barthel valora la discapacidad funcional en la vida diaria. Consta de 10 ítems referidos a actividades básicas, como el aseo personal, la movilización o el control de esfínteres, que se puntúan en función del grado de ayuda que el individuo necesite. Así se obtiene una estimación cuantitativa del grado de dependencia del sujeto.
En este trabajo, en el que un 68% de los pacientes ingresó por síndrome coronario agudo, un 18% por arritmias, un 7% por insuficiencia cardiaca aguda, un 3% por valvulopatías y un 4% por otras patologías, «nos sorprendió el alto porcentaje de pacientes, en torno al 50%, con comorbilidad y dependencia. Se trata de aquellos que ingresan en Unidad Coronaria, ya se establece un sesgo inicial al ubicar habitualmente en planta de hospitalización a los pacientes no subsidiarios de medidas diagnósticas y terapéuticas agresivas», comenta la Dra. Samaniego.
En cuanto a la repercusión de la comorbilidad y la dependencia, el estudio corrobora que ambos factores repercuten negativamente en la evolución. La comorbilidad muestra una mayor influencia sobre la supervivencia y la dependencia, sobre la duración de la estancia hospitalaria. De hecho, tan solo el 55% de los pacientes del estudio están libres de comorbilidad y el 47% son independientes.
En concreto, la duración media de la estancia hospitalaria fue de 10,1 días en los pacientes con comorbilidad, frente a 7,4 días en los que no asociaban otras patologías significativas; de 10,6 días en aquellos con dependencia marcada, frente a 6,7 días en los pacientes autónomos. En cuanto a los reingresos por causa cardiaca, fueron del 16% en los pacientes sin comorbilidad frente al 22% en los que sí la presentaban. La supervivencia al año es mayor en aquellos sin comorbilidad (98% frente a 84%).
«Establecer un pronóstico fiable resulta relevante para el paciente y su entorno familiar, y es útil clínicamente para el abordaje diagnóstico y terapéutico, así como para la planificación de la asistencia y los cuidados. El tiempo que requiere un tratamiento hasta alcanzar un beneficio es esencial para enfermos que sufren patologías añadidas capaces de acortar la esperanza de vida», indica la Dra. Samaniego.
Por otro lado, la evaluación de la capacidad del paciente para desenvolverse a diario, cuando conduce a adecuar el grado de apoyo que presenta en su entorno, resulta clave para mejorar su calidad de vida.
Así, tal y como añade la experta, «en nuestra serie, el 89% de los pacientes fueron sometidos a procedimientos invasivos. Esto nos lleva a reflexionar si a través de la estimación del pronóstico vital es posible identificar a pacientes a los que las recomendaciones de una guía clínica concreta les sometan a un riesgo sin ofrecer el beneficio esperado».
Fuente: secardiologia.es