La obesidad aumenta la tasa de deterioro cognitivo en asociación con cambios inflamatorios | Por: @linternista
Según un nuevo análisis de datos longitudinales publicado en versión electrónica el 19 de septiembre, en la revista Brain, Behavior, and Immunity, el sobrepeso u obesidad conlleva clínicamente a un incremento significativo de la tasa de deterioro cognitivo en asociación con cambios en los marcadores inflamatorios en la sangre.
Los resultados del estudio indican que un incremento en el índice de masa corporal (IMC) podría acelerar el deterioro cognitivo por varios meses vía un incremento en la proteína C reactiva (PCR) sérica y podrían ayudar a explicar los de estudios previos que ligaban a la obesidad con una salud cerebral más deficiente.
«Estos hallazgos proveen una relación clara e integrativa de cómo el IMC se asocia con el deterioro cognitivo clínico a través de la inflamación sistémica, pero necesitamos recordar que estos son solo hallazgos correlacionados», dijo Kyle Bourassa, el autor principal y candidato a PhD del departamento de psicología de la Universidad de Arizona, Tucson, en un comunicado.
«Por supuesto, la correlación no es equivalente a la causalidad. Los hallazgos sugieren una vía del mecanismo de acción, pero no podemos confirmar la causalidad hasta que reduzcamos la masa corporal de manera experimental y posteriormente examinemos los efectos a la baja de la inflamación y la cognición», agregó.
¿La inflamación es la responsable?
En este estudio, los investigadores comprobaron la hipótesis de que la inflamación sistémica podría mediar la asociación entre la masa corporal y la función cognitiva. Los investigadores examinaron los datos de un estudio longitudinal Inglés sobre el envejecimiento, en el cual los datos se obtuvieron en siete oleadas cada dos años de 1988 a 2013.
Se recopilaron datos durante 6 evaluaciones (0 a 6). Las medidas cognitivas, que incluyeron tres tareas que valoraron la memoria así como las funciones ejecutivas, fueron evaluadas cada dos años del estudio (evaluación: 1 a 5). Además, se determinó el IMC y se recolectaron muestras de sangre cada cuatro años (evaluación: 0 a 6). De estas últimas, se calcularon los niveles de proteína C reactiva.
Los datos estuvieron disponibles en al menos una de las evaluaciones para 29,808 participantes únicos. De estos, el equipo seleccionó dos muestras: la primera de 9,066 personas y la segunda de 12,652 personas, que habían completado cinco evaluaciones del estudio.
Esto permitió tres puntos de tiempo para el análisis en cada sub muestra: T1, en la que se midió IMC, niveles de proteína C reactiva y desempeño cognitivo; T2 en donde se midieron de nuevo los niveles de proteína C reactiva; y T3 cuando las tareas cognitivas fueron nuevamente re administradas.
Enfocándose inicialmente en el desempeño de la memoria, el equipo encontró que el IMC en T2 predijo de manera significativa en cambio en los niveles de proteína C reactiva en cada sub muestra (p < 0,001 para ambas sub muestras).
Además, los niveles de proteína C reactiva en T2 predijeron el desempeño de la memoria en T3 cuando la cognición basal fue tomada en cuenta (p < 0,001 para ambas sub muestras).
Esto llevó a un efecto indirecto significativo del IMC en T1 en el desempeño de la memoria en T3 a través de los niveles de proteína C reactiva en T2 (p = 0,003 para la sub muestra 1 y p = 0,007 para la sub muestra 2).
Un patrón similar se observó con respecto a la función ejecutiva. El IMC en T1 predijo el cambio en proteína C reactiva (p < 0,001 en ambas sub muestras), y los niveles de proteína C reactiva de T3, predijeron la función ejecutiva de T3 (p = 0,003 en la sub muestra 1 y p = 0,001 en la sub muestra 2).
Nuevamente esto fue delineado por un efecto indirecto significativo del IMC en T1 sobre la función ejecutiva de T3 a través de los niveles de proteína C reactiva en la T2 (p = 0,006 en la sub muestra 1 y p = 0,003 en la sub muestra 2).
Los resultados se mantuvieron cuando los investigadores tomaron en cuenta predictores cognitivos del deterioro cognitivo, incluyendo síntomas depresivos, la auto evaluación de salud, la presencia de dolor cardiaco, infarto del miocardio reportado y uso de medicamentos para la hipertensión dentro de los últimos dos años.
El equipo calculó que un cambio en 1 desviación estándar (DE) en la edad, o 10,39 años, predijeron un cambio promedio de 0,28 DE en la cognición. En comparación, un cambio de 1 DE en la masa corporal, que equivale a 4,31 puntos en el IMC, o aproximadamente 26 libras (11.8 kg) para alguien de altura promedio, predijeron un cambio de 0,12 DE en la proteína C reactiva (0,25 mg/l). Esto, en cambio, predijo un cambio de 0.05 DE en la cognición.
Esto significa que, con respecto a la edad cronológica, un cambio en la masa corporal inicial de 1 DE, sería asociado a una pérdida de 2,22 meses de deterioro cognitivo, mientras que un cambio en la proteína C reactiva de 1 DE sería asociado a una pérdida de 1,85 años de deterioro cognitivo.
«Aunque los efectos parecen pequeños, estos aparentan ser comparables con los periodos de tiempo en envejecimiento cronológico mostrados arriba, sugiriendo que son clínicamente significativos», reportaron los investigadores.
Bourassa comento que «solo mirar a la literatura médica nos dice que…tener sobrepeso es malo para uno» y que los hallazgos actuales se «agregan a la idea de que no solo vamos a ver efectos en la salud física de las personas sino también en términos de su cognición».
«Yo creo que esto realmente está solo agregando una pieza más al rompecabezas en términos de por qué tener sobrepeso te pone en riesgo en una gran variedad de cosas negativas», añadió.
Bourassa comentó que «uno de los puntos más importantes» que han salido de este estudio, es que los hallazgos también apuntan a caminos por los cuales se podría seguir el deterioro cognitivo.
«Es esencial cuando vemos este tipo de relaciones que el siguiente paso sea pensar en qué tipo de estudios de intervención podemos hacer para cambiar o el IMC de la gente o bien cambiar su inflamación, y observar si vemos cambios en su cognición después de algún tiempo».
«La piedra angular del estudio sería tomar adultos que están envejeciendo y proporcionarles intervenciones para el peso y evaluar el hecho de que sí reducen su peso ¿esto se traduciría en disminución en si inflamación? y después de algún tiempo ¿en un incremento en su cognición? Eso sería obviamente muy excitante, porque nos diría que podemos enfocar a el IMC como una manera de impactar no solamente la salud de la población sino también su cognición».
Referencia: Bourassa K, Sbarra DA. Body mass and cognitive decline are indirectly associated via inflammation among aging adults. Brain Behav Immun. Publicado en versión electrónica el 16 de septiembre de 2016. Resumen
Fuente: espanol.medscape.com