Una variante genética se vincula a menores concentraciones de colesterol de tipo no HDL | Por: @linternista
Investigadores descubrieron en un estudio genético de islandeses que fue publicado el 18 de mayo de 2016 en el New England Journal of Medicine, una mutación infrecuente en el gen ASGR1 que se relacionó con una disminución del 30% en las concentraciones de colesterol de tipo no HDL y una reducción del riesgo de cardiopatía isquémica.
El colesterol de tipo no HDL (colesterol total menos colesterol de las HDL) es un mejor predictor del riesgo cardiovascular que el colesterol de las LDL, pues comprende todas las lipoproteínas proaterógenas que contienen colesterol, tales como colesterol de las LDL, lipoproteína de muy baja densidad, lipoproteína de densidad intermedia, lipoproteína (a) y quilomicrones, señalan Nioi y sus colaboradores.
El Dr. Paul Nioi (deCODE Genetics-Amgen, Thousand Oaks, CA) y sus colaboradores descubrieron que casi 0,8% (1/120) de los islandeses, una proporción más baja de daneses y una proporción un poco más alta de personas neerlandesas tenían la mutación, según explicó la Dra. Anne Tybjærg-Hansen (Universidad de Copenhague, Dinamarca), autora de un editorial complementario.
Señaló que en un análisis de seguimiento de individuos de cinco poblaciones de ascendencia europea, una deleción (del12) en ASGR1 ―un gen que codifica la subunidad principal del receptor de asialoglucoproteína― se asoció a una disminución del 34% en el riesgo de cardiopatía isquémica, que es mayor que lo que se esperaría de la reducción observada de 0,4 mmol/L (15,44 mg/dL) en el colesterol de tipo no HDL.
El descubrimiento es un hallazgo «aceptablemente importante» en virtud de que es una nueva mutación de gen con una gran reducción en el riesgo de cardiopatía isquémica, «pero no tan grande como para inhibir a APOC3«, según Tybjærg-Hansen. Sin embargo, advirtió que «realmente todavía no sabemos lo suficiente sobre el mecanismo» para conjeturar cómo en el futuro se podrían desarrollar tratamientos farmacológicos a partir de este descubrimiento, añadiendo que «se necesitan más estudios».
Asimismo, es improbable que dichos fármacos remplacen a las estatinas o a los inhibidores de PCSK9. «Mi predicción es que bloquear a este receptor podría ser menos específico que bloquear a la reductasa de HMG-CoA o a PCSK9, o a ApoC3 para este propósito», conjeturó.
Búsqueda de variantes genéticas que afectan al colesterol de tipo no HDL
Para investigar nuevas variantes genéticas que afectan a las concentraciones de colesterol de tipo no HDL, los investigadores efectuaron secuenciación de los genomas de 2636 islandeses y descubrieron la deleción no codificante infrecuente en ASGR1.
También observaron que las variantes de ASGR1 con pérdida de la función se relacionaban con un incremento de casi 50% en las concentraciones plasmáticas de fosfatasa alcalina y un aumento más pequeño de vitamina B12.
Los investigadores evaluaron luego los efectos de una variante de ASGR1 con pérdida de la función sobre el riesgo de cardiopatía isquémica en 42.524 casos y 249.414 testigos de cinco poblaciones de ascendencia europea.
«Observamos que el ASGR1 y la variante del12, al igual que las variantes en ANGPTL4 y LPA, tienen un mayor efecto sobre el riesgo de cardiopatía isquémica que lo previsto por sus efectos sobre las concentraciones de colesterol de tipo no HDL, lo que indica que los efectos ateroprotectores de la variante del12 van más allá de la disminución de las concentraciones séricas de colesterol», resumen Nioi y sus colaboradores.
Señalan en su editorial: «Proponemos que las variantes de ASGR1 con pérdida de la función probablemente ejercen estos «efectos opuestos’ (es decir, un aumento de las concentraciones de fosfatasa alcalina y de vitamina B12 y una disminución de las concentraciones de colesterol no-HDL) a través de diferentes mecanismos».
Según Tybjærg-Hansen, los hallazgos parecen indicar que la variante del12 protege contra la aterosclerosis a través de mecanismos diferentes a su efecto sobre el colesterol de tipo no HDL, posiblemente reduciendo la inflamación. Sin embargo, resalta que «necesitamos saber más sobre el mecanismo», antes de poder conjeturar sobre las posibles implicaciones clínicas o el potencial desarrollo futuro de fármacos.
Fuente: espanol.medscape.com