¿Existe un lado bueno para la dieta rica en grasas? | Por: @linternista
Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), de España, demostraron que la misma alimentación rica en grasa que es capaz de generar un infarto, prolonga la vida y mejora la insuficiencia cardiaca de corazones enfermos, incapaces de bombear suficiente sangre al organismo.
Este sorprendente hallazgo, que se publica con todas las cautelas en la revista Science, hace temblar algunas de las recomendaciones generales de alimentación cardiosaludable. Eso, sí, de momento, el efecto protector de la grasa mala solo se ha visto en ratones.
Falta aún por comprobar si el corazón humano responde igual que el de estos pequeños mamíferos. Y ese es el siguiente paso en el que trabajan Borja Ibáñez y Jaime García Prieto, los dos investigadores del CNIC que publican este trabajo. Ibáñez y García Prieto ya han puesto en marcha un proyecto piloto para demostrar su teoría con diez pacientes con miocardiopatía dilatada, una enfermedad cardiaca que en la mayoría de los casos termina en insuficiencia cardiaca y muerte prematura. El ensayo se realizará en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde Ibáñez también trabaja como cardiólogo.
Con estos voluntarios se probará una dieta rica en ácidos grasos que aún está por determinar. A los ratones del primer experimento se les alimentó con un alimento con un alto contenido en grasas consideradas «malas». En lugar de enfermar, no desarrollaron una insuficiencia cardiaca, prolongaron su vida y no engordaron de forma patológica. «Sin embargo, ese es el mismo alimento con el que alimentamos a otros animales sanos para provocarles la formación de placas de ateroma y ver cómo conduce a un infarto», asegura García Prieto. El equipo el CNIC y la Fundación Jiménez Díaz trabaja con nutricionistas para perfilar la dieta que se dará a los participantes del estudio. «No sabemos si les daremos bacon, puede ser una posibilidad, pero más seguro es que recomendemos aceite de oliva virgen extra y nueces u otros frutos secos», apunta Ibáñez.
Si se logra el mismo efecto terapéutico que en el experimento animal, se contaría con una solución sencilla y económica a la insuficiencia generada por la miocardiopatía dilatada. Incluso se podría abrir una puerta al desarrollo de un producto farmacéutico. Entonces bastaría con tomar una pastilla para garantizar la cantidad y calidad de ácidos grasos para controlar la enfermedad.
La causa más frecuente de miocardiopatía dilatada es la enfermedad coronaria, haber padecido un infarto previo o tener malos hábitos como el consumo de alcohol. Pero hay un porcentaje de pacientes, un 30% de los casos que se ven en las consultas, en los que no se identifica el culpable. Este tipo de casos son los que se podrían beneficiar de este tipo de tratamiento.
El estudio que el CNIC publica en Science también explica por qué estas personas sin antecedentes coronarios y buenos hábitos saludables acaban enfermando y desarrollando una insuficiencia coronaria. El origen es un defecto en las mitocondrias (los centros donde se genera la energía en las células) de las células del corazón. Estas células, los cardiomiocitos, son las que permiten que el corazón bombee sangre y pueda abastecer de nutrientes y oxígeno a todos los órganos y células del cuerpo. Para que funcione adecuadamente necesita una cantidad de energía suficiente por lo que cualquier fallo en el abastecimiento energético supone un deterioro de la función de bombeo, seguido de insuficiencia cardiaca (el corazón está fatigado) y finalmente la muerte.
En personas sanas, los cardiomiocitos consumen más ácidos grasos que azúcares para producir energía y tener más rendimiento cardiaco. Sin embargo, en las personas con insuficiencia cardiaca este proceso se invierte y consumen más glucosa. Al principio, se pensaba que era un mecanismo de defensa, «pero nosotros planteamos que la utilización prolongada de glucosa podría ser la causa de la enfermedad», apunta Ibáñez. La investigación española, en colaboración con el Instituto Max Planck de Colonia, demuestra que al modificar la dieta sana por una rica en ácidos grasos «se fuerza a las células del corazón con el problema mitocondrial a consumir más ácidos grasos que azúcares y así evitan su anomalía mitocondrial», explica García Prieto.
¡Prudencia, por favor!
En un comunicado, el cardiólogo Valentín Fuster, director del CNIC, hace un llamamiento a la prudencia a la hora de interpretar los resultados de su propio equipo: «Está sobradamente demostrado que una dieta rica en grasas es perjudical para la salud, ya que aumenta la incidencia de aterosclerosis. La posibilidad de que ante ciertos casos de insuficienca cardiaca esta dieta pueda beneficiar al paciente es muy provocativo y atractivo, pero todavía queda mucha investigación por hacer antes de valorarlo como definitivo», advierte.
Borja Ibáñez insiste en la misma idea: «No podemos decir que la grasa es buena para el corazón. Las recomendaciones generales siguen siendo válidas. Esta es una estrategia para personas enfermas, no para hacer una prevención general. Una aspirina al día es buena para prevenir problemas cardiovasculares en personas con enfermedades, pero sería un mal consejo para una persona sana que podría desarrollar una úlcera», pone como ejemplo.
Fuente: ABC.
Daniel Hernández
Comunicador Social