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La medicina no escapa a la brecha de la información nutricional | Por: @linternista

Hay diferencias entre lo que creemos y lo que realmente es, entre lo que se dice y lo que se hace. La medicina no es la excepción, y muchas veces no sabemos cuál es la verdad sobre algún tema en particular, ni en qué medida lo que sabemos es totalmente cierto.

La nutrición es uno de los terrenos más conflictivos de la medicina. Siempre hay una gran expectativa sobre la salud que obtenemos o que perdemos con lo que comemos, lo bueno y lo malo de los alimentos, y que puede tener siglos de cultura y tradición.

Los propios médicos, que también son seres humanos, tienen todas estas creencias y es lógico que el filtro de la universidad no alcance para cambiar las ideas de la cabeza por completo.

¿Lo que decimos y lo que hacemos?

Por ejemplo dejar de comer pan o frituras, hacer las milanesas fritas, elegir un helado y no una fruta o nunca tomar una copa de más. Siempre se recomienda eso a los otros. Pero pocos médicos comen ensalada todos los días, beben solamente agua, eligen pescado 2 veces por semana y comen 10 nueces por día. Pero la mayoría se lo indica a sus pacientes.

Se puede pedir que alguien cumpla lo que se dice sin mirar lo que hago, y en realidad esta brecha no es la que cuenta, porque existe el libre albedrío y no somos ni tenemos que ser sacerdotes.

Es más preocupante la diferencia entre lo que dice la abuelita y lo que dicen los estudios, los famosos “ensayos clínicos controlados” que son algo así como el símbolo de la erudición humana del siglo XXI. Son nuestros patrones de referencia y a pesar de ello cada vez hay más información que se ignoran con un desprecio incomprensible.

Creencias como que la naranja cura el resfrío, la banana quita los calambres, las papas fritas suben el colesterol, el azúcar produce diabetes, el pan negro no engorda, las vitaminas engordan pero sacan el cansancio y  permiten saltar todo el día como si tuviera una energía inagotabe. Son tantas las cosas que se ven y escuchan cada día que vale la pena preguntarse de dónde salieron, si ¿Es falso todo esto? pero claro que son falsas, lo dicen los estudios, que para eso están.

La única forma de saber las propiedades de un alimento para la salud son preguntarle a un especialista, que posiblemente nunca va a estar cerca, o utilizar al dr. Google, a ver que pasa. Pero como las millones de citas que obtengamos no van a venir ordenadas de acuerdo a su veracidad.

Esto consiste en pensar que cualquier afirmación sobre el beneficio o perjuicio de un alimento es falsa mientras no se demuestre lo contrario. ¿Parece una barbaridad? Sin embargo, por lo menos trate de consultar a su médico o nutricionista y conseguir un consejo bien fundamentado, para decidir.

No hay que ser difusores pasivos de creencias mágicas. La información que viene de los estudios no es perfecta ni completa, pero siempre será más confiable que la provenga de la tradición.

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Fuente: Clarín.

Daniel Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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