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La insulina podría proteger contra la pancreatitis | Por: @linternista

Un estudio dirigido por Jason Bruce de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Manchester (Reino Unido), muestra que la insulina, que normalmente produce la liberación de las células beta del páncreas, prevendría de los efectos tóxicos de los metabolitos del alcohol y de los ácidos grasos.

Bruce y su equipo explican que la diabetes produce un empeoramiento de la pancreatitis, además de suponer un alto riesgo de desarrollo de esta patología y de un fallo multiorgánico. Sin embargo, se ha demostrado que la incidencia de la pancreatitis se reduce en los pacientes con diabetes que reciben insulina.

Esta investigación sugiere, por lo tanto, que la insulina podría resultar un elemento clave a la hora de proteger contra la pancreatitis, aunque no está claro aún cómo funciona esta protección. Los investigadores se decantaron por la insulina porque había sido utilizado con éxito en el tratamiento para la pancreatitis en pacientes obesos para reducir los ácidos grasos en la sangre.

Este es el primer estudio que sienta las bases sobre que la insulina puede prevenir y proteger contra células acinares, que es donde la pancreatitis aguda se inicia. «La insulina trabaja para restaurar los niveles de energía de las células acinares de la pancreatitis, que alimenta las bombas de calcio de la membrana de estas células. Esas bombas de calcio ayudan a restablecer el calcio celular y prevenir una muerte celular catastrófica y la autodigestión del páncreas», explica Bruce.

Los resultados de este estudio sugieren que la combinación de este nuevo procedimiento junto con un estricto control de la insulina en la glucosa podría ser efectiva en el tratamiento de pacientes con pancreatitis. Por último, los autores resaltan que si pudieran comprender en futuras investigaciones cómo trabaja la insulina, se podrían crear y diseñar nuevos fármacos que conducirían al primer tratamiento curativo de esta enfermedad.

Una llave

La insulina es como una llave que abre la cerradura de las puertas de las células del cuerpo para que la glucosa (azúcar en la sangre) pueda entrar y sea utilizada como energía. La insulina ayuda a la glucosa a entrar a las células del cuerpo.

Si la glucosa no puede entrar en las células, se acumula en la sangre. Si se deja sin tratamiento, la acumulación de azúcar en la sangre pueden causar complicaciones a largo plazo. Además, cuando los niveles de azúcar alcanzan cierto nivel, los riñones tratan de eliminarla por medio de la orina, lo que quiere decir que necesitará orinar con más frecuencia. Esto puede hacer que se sienta cansado, sediento y hambriento. Puede también empezar a perder peso.

El cuerpo empezará a formar energía de un azúcar complejo llamado glucógeno, que se almacena en el hígado y músculos. El hígado convierte el glucógeno en glucosa y lo libera en el torrente sanguíneo cuando se está en estrés o cuando se tiene mucha hambre. Cuando la insulina está presente, los músculos pueden utilizar el glucógeno como energía sin tener que liberarlo al torrente sanguíneo.

En la diabetes tipo 2, el hígado libera mucha glucosa, especialmente en la noche (cuando el hígado normalmente libera glucosa), resultando en un aumento en los niveles de glucosa sanguínea en la mañana. Las inyecciones de insulina ayudan a utilizar esa azúcar liberada por el hígado por la noche y a mantener los niveles de glucosa normales en la mañana. Los carbohidratos se transforman en glucosa, que es el combustible que da energía al cuerpo. La función más importante de la insulina es ayudar a que las células utilicen la glucosa para crear energía.

Fuentes: Correofarmaceutico.com, BD.com.

Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

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