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Las personas mayores que duermen poco o mal de noche y tienen somnolencia diurna excesiva tienen mayor riesgo de Alzhéimer | Por: @linternista

Según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Clínica Mayo en Rochester (EE.UU.), las personas mayores con una somnolencia diurna ‘fuera de lo normal’ tienen una mayor acumulación de placas de beta-amiloide en sus cerebros.

Como explica Prashanthi Vemuri, directora de esta investigación publicada en la revista «JAMA Neurology», «la somnolencia diurna excesiva en personas mayores sin demencia ya se ha asociado con una mayor acumulación de una proteína cerebral que actúa como un importante biomarcardor de la enfermedad de Alzheimer».

Dormir es una parte fundamental de nuestro ciclo vital. Los seres humanos necesitamos un sueño de calidad, ni demasiado corto ni demasiado excesivo. De hecho, es posible que las personas que duermen poco o ‘mal’ tengan problemas de salud mucho más allá de la somnolencia, la fatiga y la irritabilidad de las que hacen gala por las mañanas, cuando no a lo largo de todo el día. Sería el caso, según han mostrado algunos estudios, de un riesgo mucho mayor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

La somnolencia diurna excesiva se ha definido como la dificultad para mantener la vigilia deseada o como una queja de una cantidad excesiva de sueño. El envejecimiento se ha asociado con un aumento de la somnolencia diurna. La prevalencia combinada de 24 estudios estimó que entre el 20% y el 30% de los adultos mayores experimentan «quedarse dormido durante el día y frecuentes ataques de sueño».

La somnolencia diurna excesiva en esta población tiene consecuencias perjudiciales. Varios estudios longitudinales han demostrado una asociación entre EDS y un mayor riesgo de demencia. Sin embargo, los mecanismos neurobiológicos que subyacen a esta asociación siguen sin estar claros.

En un trabajo reciente, Carvalho y cols. Informaron una asociación entre EDS y aumento del adelgazamiento cortical global en adultos cognitivamente normales de mediana edad y adultos mayores. El adelgazamiento cortical fue más prominente en las regiones susceptibles a la edad, lo que sugiere un envejecimiento acelerado del cerebro, que podría estar influenciado por los cambios patológicos asociados con la enfermedad de Alzheimer (EA).

Sueño ‘limpiador’

El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, causada por la destrucción progresiva de las neuronas cerebrales. Y esta destrucción, según han sugerido numerosos estudios, se produce básicamente por la acumulación en el cerebro de ovillos neurofibrilares de proteína tau y de placas de proteína beta-amiloide, altamente tóxicos para las neuronas. De hecho, la detección de estas placas de beta-amiloide cerebrales constituye a día de hoy la única forma de diagnosticar precozmente la enfermedad, incluso décadas antes de que aparezcan sus síntomas –por lo general, la pérdida de memoria y la confusión.

Llegados a este punto, ¿nuestro organismo no hace nada para evitar la formación de estas placas? Pues sí. Pero para ello necesitamos dormir. Y es que durante el sueño, el cerebro elimina la proteína beta-amiloide, previniendo así la formación de placas y su acumulación. Tal es así que si el sueño es insuficiente o de mala calidad –como sería, por ejemplo, despertarse una y otra vez–, contribuye a la acumulación de Aβ y no se produce la eliminación de estas placas. Es más; las interrupciones durante el sueño también aumentan la actividad sináptica en el cerebro, lo que puede contribuir a la acumulación de proteína beta-amiloide. Además, la acumulación de Aβ parece alterar aún más el sueño o el ciclo de sueño-vigilia en modelos animales, lo cual es corroborado por estudios correlacionales en humanos.

Entonces, las personas mayores que duermen poco o mal y, por ende, padecen una somnolencia diurna excesiva, ¿tienen mayor riesgo de alzhéimer? Un aspecto significativo dado que, como apuntan los autores, «identificar cuándo la somnolencia diurna excesiva se asocia con la acumulación de beta-amiloide podría ser muy importante para el desarrollo de intervenciones».

Para responder a esta pregunta, los autores contaron con la participación de 283 mujeres y varones con 70 o más años que habían cumplimentado distintos cuestionarios sobre su calidad de sueño en el momento de su inclusión en la investigación y que se habían sometido a un mínimo de dos pruebas de imagen cerebrales entre los años 2009 y 2016. Y unos participantes que, en 63 de los casos –el 22,3% de la muestra total–, padecían un exceso de somnolencia diurna.

Distribution of Longitudinal β-amyloid (Aβ) Deposition Dichotomized by Excessive Daytime Sleepiness (EDS)
Deposition of Aβ is depicted as the unadjusted difference between the second and first Pittsburgh B compound (ΔPiB) standardized uptake value ratio (SUVR) for each region according to presence of EDS. Horizontal lines indicate median; boxes, first and third quartiles; and error bars, minimum and maximum.

Los resultados mostraron que los participantes que dormían poco o mal tenían una mayor acumulación de placas de beta-amiloide en regiones cerebrales asociadas a la enfermedad de Alzheimer que aquellos con un sueño de calidad.

La somnolencia diurna excesiva inicial se asoció con un aumento de la acumulación longitudinal de β-amiloide (Aβ) en personas mayores sin demencia, lo que sugiere que aquellos con somnolencia diurna excesiva (SDE) pueden ser más vulnerables a los cambios patológicos asociados con la enfermedad de Alzheimer. Se necesita más investigación para dilucidar si la SDE es un marcador clínico de mayor inestabilidad del sueño, sobrecarga de red o sináptica, o neurodegeneración de los centros de promoción de la vigilia. La identificación temprana de los pacientes con SDE y el tratamiento de los trastornos subyacentes del sueño podrían reducir la acumulación de Aβ en este grupo vulnerable.

También en líquido cefalorraquídeo

En definitiva, y si bien se trata de un estudio observacional –y no se pueden extraer conclusiones definitivas del tipo ‘causa y efecto’–, parece que la falta de sueño conlleva un incremento en los niveles cerebrales de una proteína implicada en el desarrollo del alzhéimer.

Unos resultados, en definitiva, que vuelven a mostrar que esta falta de sueño podría estar alertando de un mayor riesgo de padecer la enfermedad. Y es que como ya concluyera un estudio publicado el pasado verano, las personas que duermen poco tienen una mayor presencia de biomarcadores –proteína beta-amiloide y proteína tau– del alzhéimer en su líquido cefalorraquídeo.

Fuente: abc.es

Referencia: Carvalho DZ et al. Association of Excessive Daytime Sleepiness With Longitudinal β-Amyloid Accumulation in Elderly Persons Without Dementia. JAMA Neurol. Published online March 12, 2018. doi:10.1001/jamaneurol.2018.0049

Comité editorial medicinapreventiva.info

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