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Recortar los presupuestos de sanidad y servicios sociales aumenta la mortalidad de la población | Por: @linternista

Los recortes presupuestarios respecto a la sanidad y los servicios sociales matan y así lo han venido demostrando los estudios llevados a cabo en los últimos años para analizar los efectos de la última crisis económica sobre, por una parte, la salud de la población –caso, por ejemplo, de las restricciones en la calidad de la alimentación– y, por otra, el dinero invertido por los gobiernos para atender y cuidar a esta población.

Más recientemente, un estudio dirigido por investigadores de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (Reino Unido) muestra que la disminución en la inversión en sanidad y servicios sociales fue responsable de la muerte de 30.000 personas adicionales en Inglaterra y País de Gales solo en 2015. Un incremento de la mortalidad que no se veía en las islas británicas desde el período que siguió a la II Guerra Mundial.

Como explica Martin McKee, director de esta investigación publicada en la revista «Journal of the Royal Society of Medicine», «los recortes derivados de la imposición de la austeridad sobre nuestro Sistema Nacional de Salud (NHS) han tenido un profundo impacto. Los gastos no han podido seguir el ritmo de la demanda y la situación se ha exacerbado por drásticos recortes, de hasta 16.700 millones de libras, en los servicios para el bienestar y en el presupuesto dedicado a la asistencia social».

Recortes letales

Los datos demográficos habían revelado un notable aumento de la mortalidad en Inglaterra y País de Gales en 2015, muy especialmente durante el mes de enero. Pero, ¿cuál era la razón para este incremento en la cifra de decesos que, sobre todo, había afectado a la población de mayor edad, la más dependiente de la sanidad y los servicios sociales?

Para responder a esta pregunta, los autores se centraron en los fallecimientos registrados en el primer mes del año. Y lo que observaron es que la principal causa para estos 30.000 decesos adicionales fueron las deficiencias que, como consecuencia directa de los recortes, se produjeron tanto en la sanidad como en los servicios sociales.

No en vano, y si bien la temporada de gripe y resfriados de 2015 no resultó excepcional, sí lo fueron las deficiencias detectadas en los servicios del NHS: mayor retraso de las ambulancias a pesar de que la cuantía de sus salidas fue similar a la de los años anteriores; mayores tiempos de espera en los servicios de Urgencias sin que se hubiera producido un aumento en la demanda de atención; y mayores tasas de absentismo entre el personal sanitario y de servicios sociales, fundamentalmente porque los puestos vacantes no habían sido reemplazados.

Como refiere Martin McKee, «con una población en proceso de envejecimiento, el NHS es incluso más dependiente de un buen funcionamiento de los servicios sociales. Sin embargo, la atención social ha experimentado grandes recortes, con un descenso del gasto en las personas mayores de un 17% desde 2009. Todo ello a pesar de que el número de personas que han alcanzado los 85 años se ha incrementado en un 9% en este mismo período. Así, y para mantener los actuales niveles de atención social se requiere una inversión de 1.100 millones de libras esterlinas adicionales, algo que el gobierno simplemente ha rechazado».

Más allá de Reino Unido

Lógicamente, y dado que los recortes en sanidad y servicios sociales parecen directamente implicados en cerca de 30.000 fallecimientos adicionales, los autores exigen que se lleven a cabo más estudios y análisis al respecto. Como denuncia el director de la investigación, «atendiendo a la naturaleza implacable de los recortes y a su potencial asociación con un incremento de la mortalidad, la pregunta es: ¿cómo es que la investigación de las posibles causas no se ha llevado a cabo con más urgencia?»

Lógicamente, los recortes en el famoso ‘estado del bienestar’ no son exclusivos de Reino Unido, por lo que puede esperarse que este efecto letal tenga un carácter ‘más global’. Y asimismo, debe tenerse en cuenta que las consecuencias en las reducciones en el gasto sanitario y social no son meramente ‘puntuales’. De hecho, el análisis preliminar de los datos demográficos correspondientes a 2016 empiezan a mostrar signos de un nuevo y más acusado incremento de la mortalidad.

Como alertan los autores, «si no se adoptan intervenciones con urgencia, existe una gran preocupación de que esta tendencia continúe en el futuro».

¿Indiferencia política?

En definitiva, los recortes en el ‘estado del bienestar’ resulta, simple y llanamente, letales, muy especialmente para las poblaciones que, por una mera cuestión de edad, tienen una salud más vulnerable. Y de nada sirven las arengas llamando al sobreesfuerzo cuando no hay recursos que los apoyen.

Como apunta Martin McKee, «la simple reorganización y consolidación de los sistemas de Urgencias existentes o el aumento de la ‘agilidad’ de la capacidad del actual personal de los servicios de Urgencias son insuficientes para afrontar el reto que supone la elevada demanda de atención de las personas mayores y otras poblaciones vulnerables durante este invierno y los inviernos futuros.

Y los políticos, responsables de todos estos recortes, ¿qué dicen al respecto? Pues como concluye Danny Dorling, co-autor de la investigación, «puede parecer obvio que más gente mayor morirá de forma más precoz como resultado de los recortes gubernamentales, pero el número de fallecimientos aún no ha sido estimado y los políticos han declinado toda responsabilidad».

Ni hablar de los recortes y la precariedad imperante a todo nivel en la atención sanitaria en Venezuela, además de la escasez severa de medicamentos y material médico-quirúrgico, lo que configura actualmente una crisis humanitaria nacional.

Fuente: abc.es

Comité editorial medicinapreventiva.info

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