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La incidencia de la demencia se ha reducido un 20% pero la cifra de pacientes sigue creciendo | Por: @linternista

La demencia, conjunto de enfermedades neurodegenerativas entre las que, dada su enorme prevalencia, destaca la enfermedad de Alzheimer, ha sido catalogada como la «epidemia del siglo XXI» aunque la incidencia de la demencia podría estar descendiendo.

De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a día de hoy conviven en todo el mundo 47,5 millones de personas con demencia. Se espera que la prevalencia de la demencia se eleve en la medida que aumenta el promedio de esperanza de vida, pero las estimaciones recientes sugieren que la incidencia específica por edad de la demencia está disminuyendo en los países de ingresos altos.

Así lo muestra un estudio internacional dirigido por investigadores del Centro Médico de la Universidad de Boston (EE.UU.), en el que se incide en la necesidad de incrementar las investigaciones sobre los factores demográficos, ambientales y de estilo de vida de la demencia para, así, consolidar esta tendencia descendente.

Entonces, ¿podemos esperar que el número de casos de demencia disminuya en los próximos años? No. La prevalencia crecerá, y mucho, porque la cifra de personas en riesgo de desarrollar demencia –esto es, los mayores de 65 años– está aumentando progresivamente dado el envejecimiento poblacional en todo el planeta. De hecho, la OMS estima que la cifra de pacientes será de 75,6 millones en 2030 y de 135,5 millones en 2050. Lo que indica el estudio es que el porcentaje de mayores que desarrollarán la enfermedad será, probablemente, menor.

Como explica Sudha Seshadri, directora de esta investigación publicada en la revista «The New England Journal of Medicine», «aún en la actualidad no tenemos tratamientos efectivos para prevenir o curar la demencia. Sin embargo, nuestro estudio alienta la esperanza de que algunos casos de demencia puedan ser prevenidos, o cuando menos demorados, con medidas de prevención primarias –evitar que aparezca la enfermedad– o secundarias –una vez presentada, evitar que evolucione a una forma clínica avanzada en la que la sintomatología sea evidente».

Un 23% menos entre los que tenían al menos un diploma de escuela secundaria

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores han analizado los datos del Estudio de Framingham, trabajo cuyos participantes han sido profusa y continuamente monitorizados para detectar el desarrollo de deterioro cognitivo o de demencia desde el año 1975.

Concretamente, los autores evaluaron las tasas de demencia al final de cada una de las cuatro décadas registradas –desde los años 70 hasta la década 2001-2010–, prestando una especial atención a cada uno de los factores que pudieran explicar una posible reducción de esta incidencia –entre otros, la educación, el tabaquismo y distintas enfermedades como la diabetes, la hipertensión o la hipercolesterolemia.

Los resultados mostraron una reducción promedio de la incidencia de demencia de un 20% por década.

Las tasas de riesgo acumuladas ajustadas por períodos de 5 años para la demencia fueron de 3,6 por cada 100 personas durante la primera época (finales de 1970 y principios de 1980), de 2,8 por 100 personas durante la segunda época (finales de 1980 y principios de 1990), de 2,2 por 100 personas durante la tercera época (finales de 1990 y principios de 2000), y de 2.0 por 100 personas durante la cuarta época (finales de los años 2000s y principios de los 2010s). En relación con la incidencia durante la primera época, la incidencia se redujo en 22%, 38% y 44% durante la segunda, tercera y cuarta épocas, respectivamente.

Esta reducción de 23% del riesgo se observó sólo entre las personas que tenían al menos un diploma de escuela secundaria (razón de riesgo, 0,77). La prevalencia de la mayoría de los factores de riesgo vascular (con excepción de la obesidad y la diabetes) y el riesgo de demencia asociada a ictus, fibrilación auricular o insuficiencia cardíaca han disminuido con el tiempo, pero ninguna de estas tendencias explica completamente la disminución de la incidencia de la demencia.

Y esta disminución, ¿fue homogénea para todos los tipos de demencia, caso del alzhéimer? No. De hecho, resultó mucho mayor en el subtipo de demencia causado por las enfermedades cardiovasculares, caso del ictus. Y es que como destacan los autores, «también observamos una reducción del impacto de las enfermedades cardiovasculares, lo que denota la importancia de la prevención de estas patologías y del tratamiento efectivo del ictus».

Es más; la incidencia de la demencia sólo se redujo en las personas con un elevado nivel educativo.

Población como la española

El estudio, lógicamente, tiene sus limitaciones. Los autores reconocen no haber analizado el papel que han jugado los cambios en la dieta y el ejercicio físico sobre la incidencia de demencia a lo largo de estas cuatro décadas. Y de la misma manera, también reconocen que la gran mayoría de participantes en el Estudio Framingham son de ascendencia europea, por lo que quizás no resulte del todo extrapolable a otras poblaciones –aunque sí, sin ninguna duda, a la española.

Sea como fuere, indica Carole Dufouil, del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia (Inserm) en Burdeos y co-autora del estudio, «el estudio muestra que la prevención primaria y secundaria, así como las mejoras en el abordaje de las enfermedades cardiovasculares, el ictus y sus factores de riesgo, podrían ofrecer una oportunidad para reducir la carga proyectada de demencia para los próximos años».

O dicho de otro modo, como concluye Sudha Seshadri, «las medidas de prevención efectivas podrían minimizar la explosión del número de personas afectadas por la enfermedad en las próximas décadas».

Fuente: abc.es

 

 

Comité editorial medicinapreventiva.info

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