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Nueva escala que evalúa los alimentos que mejoran los síntomas de depresión | Por: @linternista

Desarrollaron una nueva escala basada en evidencia que evalúa los alimentos derivados de animales y de vegetales que mejoran los síntomas de depresión y fue presentada durante el Congreso Anual de la American Psychiatric Association (APA) 2016.

Según el Dr. Drew Ramsey, profesor clínico asistente de psiquiatría de la Universidad de Columbia, en la Ciudad de Nueva York, quien fue uno de los conferencistas en la sesión, cada vez hay más evidencia en torno al papel decisivo que desempeña la alimentación en la salud cerebral, sobre todo en padecimientos como depresión y demencia. “Los datos son muy claros e indican un poderoso mensaje preventivo cuando ayudamos a nuestros pacientes a comer mejor”.

Los alimentos vegetales ocupan un lugar preponderante en la escala del Dr. Ramsey sobre alimentos para el cerebro. Para desarrollar este sistema de caracterización de nutrimentos, él y sus colaboradores evaluaron la literatura y recopilaron una lista de los que llamaron nutrimentos esenciales para el cerebro (NEC) que afectan al tratamiento y a la prevención de la depresión.

Los nutrimentos clave consisten en ácidos grasos omega 3 de cadena larga, magnesio, calcio, fibra y vitaminas B1, B9, B12, D y E.

Luego, recopilaron datos nutricionales para las principales fuentes de alimento de NEC del Laboratorio de Datos de Nutrimentos del Servicio de Investigación Agrícola y utilizaron una fórmula para calcular la puntuación de la Escala de Alimentos para el Cerebro.

El Dr. Ramsey dijo: “Nos interesaba mucho utilizar la literatura científica para entresacar los nutrimentos clave que tienen evidencia de intervenir en alto grado en la depresión”, dijo el Dr. Ramsey.

Nutrimentos “fundamentales”

Además de las fuentes vegetales de estos nutrimentos, querían incluir fuentes animales, ya que algunos nutrimentos, como la vitamina B12, se hallan predominantemente en la carne y en otros productos animales y son “absolutamente fundamentales para la salud del cerebro”, dijo el Dr. Ramsey.

Los posibles mecanismos mediante los cuales estos alimentos pueden fortalecer la función cerebral son la estabilización de la membrana neuronal y los efectos antiinflamatorios.

Los investigadores tienen pensado someter su investigación para publicación, dijo el Dr. Ramsey.

Aunque estos nutrimentos son decisivos para la función cerebral, las estadísticas de 2009 del Departamento de Agricultura de Estados Unidos demuestran que la mayoría de los estadounidenses no están obteniendo suficientes cantidades de ellos. Por ejemplo, los porcentajes de la población estadounidense que no cumplen las cantidades diarias recomendadas para estos nutrimentos decisivos son los siguientes:

  • Vitamina E: 86%
  • Folato: 75%
  • Calcio: 73%
  • Magnesio: 68%
  • Cinc: 42%
  • Vitamina B6: 35%
  • Hierro: 34%
  • Vitamina B12: 30%

Además de las hortalizas de hoja verde, los investigadores resaltaron la importancia de carnes de vísceras sólidas, carnes de caza, frutos secos, (nueces pacanas, nueces y cacahuetes), moluscos bivalvos (mejillones, almejas, ostiones) moluscos (pulpo, calamar, caracol) y pescado (salmón y sardinas). Aunque se recomienda que los pacientes consuman de 226 a 340 g de pescado a la semana, es importante seleccionar pescado que tenga menos contenido de mercurio. Por consiguiente, los individuos deben limitar el consumo de tiburón y de pez espada.

El Dr. Ramsey también resaltó que desea ayudar a los pacientes a tomar mejores decisiones por lo que respecta a la carne. Estas opciones, dijo, deben comprender animales alimentados con hierba y pastura.

Aunque la investigación se enfoca más en los campos de la depresión y la demencia, en nuevos estudios se está analizando el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, la ansiedad y las adicciones.

Si bien la mayor parte de los datos emergentes provienen de informes de casos y estudios epidemiológicos, el primer estudio aleatorizado y controlado, conocido como el estudio SMILES, está evaluando la repercusión de una alimentación rica en muchos de estos nutrimentos sobre la depresión mayor.

El estudio contó con la participación de 176 pacientes con episodios de depresión mayor en dos centros de Victoria, Australia. Los participantes fueron asignados de manera aleatoria a un grupo con intervención alimentaria, que se enfocó en recomendar una alimentación saludable, o a un grupo con apoyo social.

Si bien los resultados de este estudio posiblemente no serán publicados hasta más tarde este año, el grupo del Dr. Ramsey ha tenido una oportunidad de analizar los resultados con sus investigadores, y los resultados son “positivos” y “mejores que lo esperado”.

“Lo que es muy interesante de esto es que ayuda a brindar a los psiquiatras y a nuestros pacientes otras serie de herramientas por lo que respecta al tratamiento y la prevención de las enfermedades mentales”, dijo el Dr. Ramsey.

Interés creciente en los alimentos como tratamiento

Este es el cuarto año consecutivo en que el simposio sobre alimentos y el cerebro ha tenido lugar en el congreso anual de la APA, y cada año ha contado cada vez con más auditorio. La sesión de este año contó con la asistencia de más de 400 psiquiatras y otros expertos, dijo el Dr. Ramsey.

Además del Dr. Ramsey, la Dra. Emily Deans, instructora de psiquiatría, en la Universidad de Harvard, y la Dra. Laura LaChance, residente de quinto año de psiquiatría, en la Universidad de Toronto, también expusieron en la sesión.

“La Dra. LaChance, dijo: “Está claro que modificar nuestros hábitos alimentarios no es una cuestión sencilla. La buena noticia es que los psiquiatras están singularmente adaptados para ayudar a nuestros pacientes a hacer cambios a conductas complejas ―esto es pan y agua en la atención psiquiátrica―. Sin embargo, no ha estado claro cuál clase de dieta debieran tratar de consumir los pacientes con trastornos mentales”.

El Dr. Ramsey resaltó la importancia de hablar sobre los alimentos y la nutrición con los pacientes que tienen problemas de salud mental.

Los psiquiatras, dijo el Dr. Ramsey, deben preguntar con regularidad a los pacientes lo que consumen y si tienen alguna aversión o alergia a los alimentos. Con la participación de una voluntaria del auditorio, mostró una interacción terapeuta/paciente que incorpora la dieta. Esta voluntaria dijo que sigue una dieta “de ayuno intermitente” para ayudar a controlar el trastorno bipolar.

Este tipo de ayuno aumenta la producción de cetonas, las cuales, según alguna evidencia, son una fuente de combustible “limpiador” para el cerebro, dijo el Dr. Ramsey en una entrevista de seguimiento. Algunos informes de casos señalan que tal alimentación es útil para los pacientes con trastorno bipolar de tipo II, el cual se acompaña de episodios de manía menos intensos que el trastorno bipolar de tipo I, dijo.

Una serie de estas “dietas especializadas”, entre las cuales también está la dieta sin gluten y la dieta paleolítica, o del cavernícola, así como las dietas vegetarianas y veganas, que se están volviendo cada vez más populares. El Dr. Ramsey habló sobre el “compromiso” en torno a “alimento, justicia alimentaria, fuentes de alimento” y la popularidad de los mercados de granjeros.

Resaltó que “es nuestro trabajo como médicos comprender estas dietas y sus riesgos y beneficios”.

Las dietas veganas y vegetarianas

Uno de los riesgos, por lo menos con una dieta vegana, y en cierto grado con la dieta vegetariana, es la falta de vitamina B12. Una deficiencia de esta vitamina puede desencadenar depresión, anemia y finalmente lesión neuronal irreversible, dijo el Dr. Ramsey.

Dijo que en un estudio reciente en que se analizaron poblaciones veganas se demostró que 52% de los individuos tenían “franca deficiencia” de vitamina B12 y que 23% tenían concentraciones “insuficientes”.

Una serie de casos con 30 madres veganas reveló que el 60% de su descendencia tenía retraso en el desarrollo y que el 37% tenía atrofia cerebral, dijo el Dr. Dean a los delegados del congreso. Existe una fuerte correlación entre no consumir carne y las altas tasas de depresión y ansiedad, así como una peor calidad de vida, dijo.

Aunque en ciertos sentidos la dieta vegana “es congruente”, por cuanto la alimentación norteamericana está muy cargada de productos animales, “esto no significa que la solución sea no consumir mariscos”, dijo el Dr. Ramsey.

Sin embargo, durante la sesión de preguntas y respuestas después de la sesión, que duró más de una hora, una psiquiatra que había sido vegana durante varios años no estuvo de acuerdo con algunas de las conclusiones del grupo. Señaló que una dieta vegana ha beneficiado a su propias salud, incluyendo la reducción de las concentraciones de colesterol sanguíneo.

Aunque el tipo de alimentación es una cuestión personal y muchos pacientes siguen lo que consideran como una alimentación saludable, los hábitos alimentarios en general han cambiado durante el último siglo y por lo general no para mejorar.

Ha habido un gran cambio en el consumo de alimentos integrales hacia alimentos procesados. Adicionalmente, ha habido un incremento en el consumo de azúcar, hidratos de carbono refinados y alimentos con colorantes, conservadores y grasas trans.

Fuente: Congreso Anual de la American Psychiatric Association (APA) 2016 / espanol.medscape.com

Comité editorial medicinapreventiva.info

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