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El uso de las pantallas digitales puede llegar a perjudicar la salud ocular | Por: @linternista

El Tribunal Supremo Español ha reconocido legalmente que el uso de las pantallas digitales perjudica la salud ocular, al sentenciar que el desprendimiento de retina sufrido por una administrativa delante de su pantalla de computadora fue un accidente laboral porque es una lesión producida en lugar y tiempo de trabajo.

Se trata de una sentencia que, tal y como han informado desde la Universidad Complutense de Madrid, anula la anterior dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Galicia que declaró que su incapacidad temporal derivaba de una enfermedad común.

Cientos de millones de trabajadores que utilizan pantallas durante la mayor parte de su jornada laboral están en riesgo, aunque la mayoría no lo sabe. De hecho, en 2015,  The Vision Council reconocía que el 72 por ciento de la población desconocía los peligros asociados a la luz de alta energía o luz azul.

Se ha demostrado que la luz azul tiene efectos adversos sobre la estructura celular en estudios in-vitro y animales vivos. En humanos, los síntomas a corto plazo son fáciles de identificar: irritación ocular, cansancio, pesadez, falta de concentración, etc…

Sin embargo, los efectos a largo plazo son más difíciles de demostrar, es por ello por lo que, en ciertas áreas, tenemos que hablar de que “sospechamos” de tal o cuál peligro porque la evidencia científica no estará disponible hasta dentro de mucho más tiempo.

Así que tenemos una evidencia clara de que la luz azul puede causar la degradación y muerte celular en organismos vivos y la sospecha de que también afecta al ojo humano causando múltiples problemas (algunos de ellos graves) a corto y largo plazo.

El aumento de enfermedades degenerativas del ojo, ligado al aumento en nuestra esperanza de vida, nos hace considerar seriamente la posibilidad de que este peligro tenga una consecuencia de peso en la visión de la población en su conjunto. De ahí nuestra preocupación.

Pero empecemos por el principio: Lo que llamamos luz es un conjunto de radiaciones visibles situadas, de media, entre los 380nm (extremo azul-violeta) y los 750 nm (extremo rojo).

Es una parte mínima del espectro electromagnético, pero suficiente para contener todas las longitudes de onda entre esos dos extremos que experimentamos como “colores”. Esta estrecha franja de luz visible divide en dos el espectro electromagnético: hacia la izquierda, las longitudes de onda más cortas, nos encontramos con radiaciones cada vez más energéticas y peligrosas: rayos UltraVioleta (UV), rayos X, rayos Gamma, etc… Hacia la derecha nos encontramos con radiaciones cada vez más largas y consideradas relativamente inocuas (aunque sobre esto no hay un consenso total): los InfraRojos (IR), las ondas de Radio, etc…

La luz “blanca” y luz azul

La luz que vemos como “blanca” es el resultado de la suma de innumerables longitudes de onda, muchísimos rayos de luz de colores que, al sumarse, dan como resultado la percepción del color blanco. Aproximadamente un 25% de la luz blanca que nos rodea es luz azul.

La luz azul es un componente natural y necesario de la luz y su longitud de onda se encuentra entre los 380nm y los 475nm aproximadamente.

La luz azul tiene sus beneficios como vamos a ver seguidamente. Sin embargo, las radiaciones más energéticas son fuente de problemas y se ha demostrado que una parte de la luz azul puede resultar peligrosa si se abusa de ella – y hoy en día es muy común abusar de ella -. En concreto, nos referimos a la luz azul más extrema, muy cerca ya de la luz UV, con la que tiene muchas similitudes. Por ello, distinguimos dos tipos de luz azul en función de su longitud de onda:


Luz azul-turquesaLa luz azul-turquesa, de longitud de onda más larga es beneficiosa:

  • Sirve para que nuestro cerebro sincronice el ritmo biológico del cuerpo con los ritmos cíclicos naturales (luz, temperatura, etc…) a través de los ritmos circadianos, esta “puesta en hora” cíclica se da también en personas ciegas, ya que este mecanismo no recorre las vías de la visión. 
  • La luz azul-turquesa es un tipo de luz que nos “activa” y nos anima. Puede incrementar el rendimiento y la capacidad de aprendizaje.
  • Además se sabe que la luz azul-turquesa tiene un rol importante en el reflejo de constricción de la pupila: un reflejo que ayuda a proteger los ojos de la radiación solar.

Luz azul-violeta

Hay datos que indican que la luz azul-violeta, la parte más extrema del espectro visible, puede ser nociva:

A corto plazo:

  • La luz próxima al UV es causa de cansancio y estrés visual

A largo plazo:

  • La gran energía de este tipo de luz extrema puede dañar la retina y acelerar la aparición de DMAE, una de las principales causas de ceguera en el mundo.
  • Se sospecha que la luz azul-violeta, igual que la radiación UV, ayuda a la formación de cataratas.

 

 

Nuestros ojos han evolucionado para protegerse de la luz azul

Curiosamente, nuestros ojos cuentan con cierta protección contra la luz azul:

Por un lado, lo cierto es que apenas tenemos receptores para el color azul en el ojo: los conos sensibles a las longitudes de onda azules suponen sólo un 2-3% del total, en comparación con un 32% para el verde y un 65% de los conos que responden al rojo. Esta falta de receptores físicos de la luz azul se compensa por un sistema de amplificación de la señal azul de manera que nuestra percepción del color azul es, finalmente, comparable a la del verde y el rojo.

Por otro lado, si nos fijamos en la distribución espacial de los tres tipos de conos (verde, azul y rojo), veremos que sólo los conos verdes y rojos están presentes en la fóvea: no hay receptores del color azul en la parte más central del ojo, la que nos permite ver el detalle de las cosas.

La cantidad de luz azul que llega a la retina se minimiza también debido a que los pigmentos que confieren a la mácula su tonalidad amarillenta ayudan a filtrar las longitudes de onda más cortas. Además, conforme avanza la edad, el cristalino también adapta paulatinamente una coloración amarilla-parda que ayuda a filtrar la luz azul.

La protección natural con la que cuentan nuestros ojos, sin embargo, puede no ser suficiente cuando los sometemos a un flujo continuo de luz azul.

 

Principales fuentes de luz azul

La luz azul que llega a nuestros ojos proviene de tanto del sol como de la luz artificial.

Este es el espectro de la radiación solar UV y visible que llega a la superficie de la tierra a mediodía.

Históricamente el sol ha sido la única fuente de luz azul durante millones de años. Nótese la distribución de la radiación solar en estas frecuencias formando un contínuo, con un máximo en los colores azules y disminuyendo progresivamente hacia las longitudes de onda más largas.

El diagrama superior representa el espectro de emisión de un diodo LED típico.

Los LED que utilizamos hoy en día para pantallas e iluminación tienen su máxima emisión en las longitudes de onda de los azules. Para que puedan representar otros colores se les aplica un tratamiento fluorescente que permite que emitan también gran cantidad de otros colores.

A pesar de estos tratamientos, el pico de radiación azul alrededor de los 450 nm sigue siendo muy alto y puede ser fuente de problemas visuales.

Las pantallas actuales emiten gran cantidad de luz azul

La tecnología LCD/LED supuso una gran revolución para lámparas y pantallas: más delgadas, más ligeras, más brillantes y más eficientes energéticamente, las ventajas de esta tecnología ha producido un cambio drástico en la luz que nos rodea. Pero no todo son ventajas.

Adaptadas para su uso en pantallas de ordenador, televisores, paneles, lámparas, tabletas y smartphones, los LED son auténticos aspersores de luz azul: tanto, que incluso después de tratarlos con elementos fluorescentes, siguen mostrando un pico de emisión de luz azul muy pronunciado, como se muestra en el gráfico.

Este hecho se ve agravado por dos factores adicionales:

  • La distancia del ojo a estas fuentes de luz suele ser reducida: piensa que la distancia media a la pantalla de un computador es de unos 70 cm, a una tableta unos 50 cm o a la pantalla de un móvil 33 cm.
  • Todos estos elementos forman parte de nuestro trabajo y/o ocio, y nos pasamos muchísimas horas frente a ellas.

¿Qué problemas nos puede causar la luz azul?

La luz azul-violeta es la que tiene la longitud de onda más corta y, por tanto, es la que más energía tiene. La luz azul-violeta o luz visible de alta energía, puede provocar fatiga y estrés visual, además de la aparición precoz de la DMAE (Degeneración Macular Asociada a la Edad), una de las principales causas de ceguera en el mundo. La luz azul-violeta afecta negativamente a las células que se encuentran en la mácula, un tejido sensible a la luz situado en el fondo del ojo. Es importante saber que las células que componen la mácula no poseen capacidad de regeneración.

El desprendimiento de retina se produce cuando ésta se desgarra y se despega de la capa siguiente, la coroides. Es una afección muy grave y repentina que puede acabar con daños permanentes para la visión del afectado. La mayoría de afectados suele ver destellos luminosos, formas irregulares flotando, pérdida de visión y visión borrosa que aparece de forma abrupta. Si bien el desprendiendo de retina puede intervenirse quirúrgicamente si esta se daña gravemente no existe curación posible.

A pesar de estas cifras, sólo uno de cada 200 trabajadores protege la retina con medios científicamente probados de los efectos de la luz que emiten las pantallas, lo que significa que todavía millones de personas de todo el mundo carecen de la protección necesaria pese a que se vean obligados a trabajar delante de ellas.

«Cada día aparecen nuevos casos de personas con serios efectos provocados por las pantallas y el hecho de que la sentencia del Tribunal Supremo reconozca que el desprendimiento de retina sufrido por una administrativa delante de su pantalla de ordenador sea considerado como accidente laboral (suceso) y no proceso, hace que se reconozca una realidad con la que convivimos pero que desgraciadamente se desconocía», han dicho desde la universidad madrileña.

Por ello, el CEO de Reticare ha destacado la necesidad de abrir un debate antes de que sea «demasiado tarde», con el fin de adecuar el uso de la tecnología con las limitaciones del cuerpo y mente. «A los que conocemos los efectos nos sorprende la poca atención que prestamos a nuestros ojos, especialmente cuando los riesgos que corremos son de daños acumulativos, irreversibles, permanentes e incurables», ha enfatizado.

La exposición de los ojos a la luz azul-violeta ha aumentado de forma increíble en los últimos años debido, fundamentalmente, a tres causas:

  1. Las fuentes de luz artificial emiten en la banda de longitudes de onda de la luz azul más nociva para la retina. La luz visible de los LED y las pantallas de diferentes dispositivos (Smartphones, Tablets, ordenadores…) tiene un porcentaje mucho mayor de luz azul que las luces naturales.
  2. El uso de luces LED y de dispositivos electrónicos se ha multiplicado en los últimos años. Según un estudio de la Fundación Telefónica, un usuario de Smartphone mira su teléfono móvil unas 150 veces al día. A esto hay que añadirle las miradas a la pantalla del computador, a la tele, a la tablet… Además, estos dispositivos se usan en distancias cortas, muy cerca de los ojos, lo que aumenta el grado de exposición.
  3. La irrupción de los dispositivos electrónicos que emiten tanta cantidad de luz azul-violeta se ha producido en muy poco tiempo, sin dejar tiempo suficiente para que el organismo cree mecanismos fisiológicos de compensación para protegerse.

La sobreexposición a la “luz azul” puede ser peligrosa y nos afecta de varias otras maneras:

  • Altera nuestro ciclo de sueño/vigilia: la excesiva exposición a la luz azul puede interferir con la producción de la hormona melatonina, produciendo un estado de vigilia más prolongado.
  • Por su parte, una menor producción de esta hormona puede alterar el metabolismo de la glucosa aumentando el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.
  • Los niños y jóvenes son más sensibles a la luz azul, especialmente los de más corta edad. Esto puede ser debido a que, generalmente, tienen pupilas más grandes y los medios oculares son más transparentes, lo que resulta en una mayor cantidad de luz azul que llega a la retina. Las consecuencias pueden ser debastadoras: poca calidad de sueño, un estado de alerta más prolongado, menor capacidad de concentración y menor rendimiento escolar. Además se está estudiando su relación con la obesidad y la depresión.
  • Nos provoca síntomas de cansancio y estrés visual.
  • A largo plazo puede provocar alteraciones en las células de la retina del ojo. Estos cambios se han asociado a enfermedades como la DMAE.
  • Se sospecha que la luz azul-violeta ayuda a la formación de cataratas.

Ciertamente desconocemos todavía los mecanismos concretos mediante los cuáles la luz azul actúa y quedan por aclarar muchas cuestiones a cerca de la seguridad a largo plazo de las tecnologías actuales de visionado. De ello se encargarán los diferentes estudios que actualmente están en marcha.

Tenemos a nuestra disposición herramientas para protegernos de la exposición continua de luz altamente energética a la que estamos sometiendo nuestros ojos. Utilicemos la tecnología de modo responsable.

Actualmente, existe cierto consenso entre los profesionales de la visión al hablar de los daños que sufre el ojo por la radiación de alta energía que llamamos “luz azul”, pero no hay unanimidad.

Sin embargo, se ha demostrado que los los daños que puede causar la luz azul son dosis-dependientes, pero desconocemos qué dosis de radiación es segura y cuál no.

Fuente:

  • http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2018/07/06/5b3f6fef268e3eb0798b45a4.html
  • https://linazasoro-optika.eus/la-luz-azul-deberia-importarte/

Comité editorial medicinapreventiva.info

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