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Nueva técnica con ultrasonido que permite triplicar la supervivencia en el cáncer de páncreas | Por: @linternista

Investigadores del Hospital Universitario Haukeland en Bergen (Noruega) han ideado un método para mejorar el acceso de la quimioterapia al interior de las células tumorales pancreáticas. Y según el estudio presentado en el marco de la 171ª Reunión de la Sociedad Americana de Acústica (ASA) que se está celebrando en Salt Lake City (EE.UU.), parece que funciona muy bien.

Concretamente, el nuevo procedimiento consiste en combinar la gemcitabina con la técnica de ultrasonidos denominada ‘sonicación celular’ –es decir, la aplicación de la energía del sonido para agitar las partículas de una muestra, en este caso las células–, lo que incrementa la permeabilidad de la membrana de las células pancreáticas y permite al fármaco acceder a las mismas.

El cáncer de páncreas presenta la menor tasa de supervivencia asociada a cualquier tumor –de solo un 20% al año de diagnóstico y de un 6% a los cinco años–. Y es que las alternativas terapéuticas frente a esta enfermedad son escasas y no demasiado eficaces. De hecho, la ‘gemcitabina’, el fármaco quimioterápico más eficiente para tratar esta enfermedad, apenas es capaz de entrar en las células pancreáticas tumorales.

Y este nuevo método, ¿es eficaz? Pues según los resultados del estudio, permitió prácticamente triplicar la supervivencia media de los pacientes con adenocarcinoma pancreático avanzado o mestastásico –de 7 a 18 meses–. Y dado que no requiere una mayor dosis del fármaco, no conlleva un aumento de los efectos secundarios.

Agujerear la membrana

La razón por la que el nuevo estudio fue llevado a cabo con gemcitabina obedece, como explica Spiros Kotopoulis, director de la investigación, «a que en el momento actual, constituye la mejor opción para aumentar la supervivencia en los pacientes con cáncer pancreático». Sin embargo, el procedimiento puede llevarse a cabo con cualquier fármaco.

Para llevar a cabo el estudio, los autores contaron con la participación de 10 pacientes con adenocarcinoma de páncreas localmente avanzado o metastásico –es decir, el tumor ya se había expandido a otros órganos–. Y para probar la nueva técnica, emplearon equipamiento ya disponible en la mayoría de los hospitales.

Como refiere Spiros Kotopoulis, «no queríamos que, en caso de que nuestra técnica funcionara, los hospitales se vieran obligados a adquirir un equipamiento especializado, de un solo uso y altamente costoso».

En primer lugar, el procedimiento requiere de un ecógrafo –o ‘escáner de ultrasonido’– como los que se utilizan normalmente en el diagnóstico y que permite observar y tratar el tumor en tiempo real. En segundo lugar, necesita un medio de contraste, sustancia que se utiliza comúnmente en el diagnóstico y que, en este caso, serviría para generar microburbujas que facilitan el acceso del fármaco a las células. Y en tercer lugar, hace falta un fármaco quimioterápico –la gemcitabina.

Así, y una vez se tienen todos los componentes, se administra al paciente el medio de contraste y el fármaco. Y una vez el quimioterápico alcanza su máxima concentración en sangre, se aplican ultrasonidos de baja intensidad para ‘empujar’ a las microburbujas para que presionen la membrana de las células y las atraviesen, creando así pequeños ‘agujeros’ por los que entrará el fármaco.

El resultado es que, gracias a esta técnica, los pacientes pueden recibir un mayor número de ciclos de quimioterapia, lo que conlleva una reducción de la masa tumoral –de hasta un 50%– y un incremento de la mediana de supervivencia.

Aún habrá que esperar años

En definitiva, la nueva técnica abre una puerta a la esperanza para los cientos de miles de pacientes que cada año son diagnosticados en todo el mundo de esta devastadora enfermedad. Un aspecto muy a tener en cuenta dado que se espera que la incidencia de este tumor haya crecido un 50% ya para el año 2030.

Y llegados a este punto, ¿habrá que esperar mucho para que la técnica pueda ser empleada en la práctica clínica real? Pues sí, por lo menos varios años. El estudio llevado a cabo es de los denominados ensayos clínicos en fase I, en los que básicamente se evalúa que el fármaco o el procedimiento es seguro. Así, deben requerirse nuevos estudios en los que, con la participación de un mayor número de pacientes –por lo general, millares– se constate la seguridad de la técnica y se evalúe su eficacia. Y esto llevará varios años.

Fuente: abc.es

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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