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El uso temprano de broncodilatador en la EPOC aumenta el riesgo de cardiopatía | Por: @linternista

Según los hallazgos de un nuevo estudio publicado por Meng-Ting Wang, Ph. D., y colaboradores en JAMA Internal Medicine, la utilización de broncodilatadores inhalados a largo plazo se relaciona con un incremento temprano en el riesgo de presentar enfermedad cardiovascular.

El riesgo de enfermedad cardiovascular en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en un estudio observacional a gran escala, aumentó aproximadamente 1,5 puntos durante los primeros 30 días después de iniciar el tratamiento con agonistas b2 de acción prolongada (LABA), o antagonistas muscarínicos de acción prolongada (LAMA), en comparación con el uso continuado, o más prolongado, escriben los autores.

Los hallazgos parecen indicar que los médicos deben «estar muy atentos con respecto a cualesquiera síntomas cardiovasculares que aparezcan en los primeros 30 días después de iniciar el tratamiento de enfermedad pulmonar obstructiva crónica con agonistas b2 de acción prolongada, o antagonistas muscarínicos de acción prolongada«, advierten.

Sin embargo, después de estos 30 días iniciales, el riesgo de presentar enfermedad cardiovascular relacionada con el uso de broncodilatadores de acción prolongada parece disminuir.

Wang, de la Escuela de Farmacia, Centro Médico de Defensa Nacional, en Taipei, República de China, y sus colaboradores, llevaron a cabo un estudio observacional, intercalado, de casos y controles, utilizando la Base de Datos Nacional de Investigación de Seguridad en Salud (NHIRD) de Taiwán. La NHIRD comprende los registros médicos y de farmacia, de más de 99% de la población Taiwanesa que cubre el programa de seguridad de salud nacional.

La cohorte consistió en pacientes de 40 o más años de edad que habían recibido dos consultas externas, o una consulta intrahospitalaria por enfermedad pulmonar obstructiva crónica en el lapso de un año, entre el 1 de enero de 2008, y el 30 de junio de 2011, y que habían surtido al menos una prescripción para enfermedad pulmonar obstructiva crónica en cada consulta.

Los participantes tuvieron seguimiento hasta su primer episodio de enfermedad cardiovascular (cardiopatía coronaria, arritmia cardiaca, insuficiencia cardiaca, o ictus isquémico), retirada del programa de Seguridad de Salud Nacional, muerte, o hasta el final del periodo de estudio, el 31 de diciembre de 2011.

Los autores utilizaron análisis de regresión logística condicional para calcular el odds ratio (OR) de enfermedad cardiovascular relacionada con el uso de agonistas b2 de acción prolongada, o antagonistas muscarínicos de acción prolongada. Las covariables que se tomaron en cuenta en el análisis fueron factores de riesgo para enfermedad cardiovascular (como hipertensión, diabetes, hiperlipidemia, y enfermedad cardiovascular previa), e indicadores sustitutivos de gravedad de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (como las consultas externas por enfermedad pulmonar obstructiva crónica que implicaron prescripciones de corticoesteroides, o antibióticos para trastornos respiratorios).

La muestra final consistió en 37.719 pacientes a los que se había diagnosticado enfermedad cardiovascular grave. Cada paciente fue equiparado con cuatro seleccionados al azar, sin enfermedad cardiovascular, de acuerdo con la puntuación de riesgo de enfermedad (± 0,01), y la fecha de entrada en la cohorte, para un total de 146.139 controles.

Todos los pacientes y controles que habían utilizado broncodilatadores de acción prolongada fueron clasificados de acuerdo al empleo: 1) actual (uso en los últimos 30 días o menos); 2) reciente (uso en los últimos 31 a 90 días); 3) pasado (utilización en los últimos 91 a 180 días), o antiguo (antes de los últimos 180 días). Además, en cada categoría los miembros se subdividieron en «nuevos» usuarios (ningún registro de algún otro uso en los últimos 31 a 365 días antes de su episodio cardiovascular), y usuarios «prevalecientes» (todos los demás).

En el análisis de regresión ajustado, la nueva utilización de agonistas b2 de acción prolongada se relacionó con un OR de enfermedad cardiovascular de 1,5 (p < 0,001), en comparación con la no utilización. El nuevo empleo de antagonistas muscarínicos de acción prolongada se relacionó con un odds ratio ajustado de 1,52 (p < 0,001); la nueva utilización de agonistas b2 de acción prolongada y antagonistas muscarínicos de acción prolongada juntos se asoció con un odds ratio ajustado de 2,03 (p < 0,001).

Sin embargo, la utilización de agonistas b2 de acción prolongada  en los últimos 91 a 180 días se relacionó con un odds ratio ajustado para enfermedad cardiovascular de 0,97 (p = 0,03); el empleo de antagonistas muscarínicos de acción prolongada, con un odds ratio ajustado de 0,86 (p = 0,06), y el uso de agonistas b2 de acción prolongada y antagonistas muscarínicos de acción prolongada combinados, con un odds ratio de 0,95 (p = 0,69).

En general, «los riesgos cardiovasculares alcanzaron su máximo nivel alrededor del trigésimo día después del nuevo inicio del tratamiento con agonistas b2 de acción prolongada, o antagonistas muscarínicos de acción prolongada; disminuyeron de 31 a 60 días de tratamiento, y se redujeron a un nivel incluso más bajo que el riesgo inicial de 71 a 240 días», en comparación con la falta de uso. Los hallazgos no fueron afectados por el antecedente de enfermedad cardiovascular inicial de los pacientes, y se reprodujeron en un análisis subsiguiente con diseño de cruzamiento de casos, escriben los autores.

Esta es la primera evidencia que indica que «la nueva utilización de broncodilatadores inhalados de acción prolongada, y la duración desde el inicio, se asociaron al riesgo relacionado con el tratamiento de enfermedad cardiovascular en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica», afirman. Es probable que los estudios previos omitieran esta relación, debido a que los investigadores reclutaron a pacientes que ya habían utilizado agonistas b2 de acción prolongada, o antagonistas muscarínicos de acción prolongada, o porque estos estudios excluyeron a personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica grave. «Los dos factores podrían haber dado por resultado la inclusión de pacientes con tolerabilidad a los episodios cardiovasculares» en estos estudios.

Las limitaciones del estudio fueron la posibilidad de que el agravamiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica pueda haber motivado el uso de broncodilatadores de acción prolongada, causando la enfermedad cardiovascular observada; un riesgo de sesgo de selección o de sesgo protopático; factores de confusión por el antecedente inicial de enfermedad cardiovascular de los pacientes, y la imposibilidad de controlar factores como tabaquismo y consumo de alcohol, que pueden afectar el riesgo de enfermedad cardiovascular.

No obstante, con base en estos hallazgos, los autores recomiendan que antes de prescribir agonistas b2 de acción prolongada, o antagonistas muscarínicos de acción prolongada en esta población de pacientes, los médicos valoren muy bien el riesgo cardiovascular y, si es necesario, consideren un ciclo de tratamiento preventivo de enfermedad cardiovascular durante el tratamiento inicial con broncodilatadores de acción prolongada inhalados.

Fuente: espanol.medscape.com

Referencia: Wang MT, Liou JT, Lin CW, Tsai CL, y cols. Association of Cardiovascular Risk With Inhaled Long-Acting Bronchodilators in Patients With Chronic Obstructive Pulmonary Disease. JAMA Intern Med. 2 Ene 2018. doi: 10.1001/jamainternmed.2017.7720. PMID: 29297057. Resumen

Comité editorial medicinapreventiva.info

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