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El tratamiento de la hipertensión debe estar basado en el riesgo cardiovascular además de la presión arterial | Por: @linternista

Según una nueva investigación publicada en la versión electrónica de JAMA Cardiology el 7 de septiembre de 2016, los clínicos deberían tomar en cuenta los factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares del paciente además de los valores de presión arterial y no simplemente basarse en datos de estudios clínicos para el diagnóstico y el tratamiento de la hipertensión.

«La mayoría de los pacientes con una presión arterial sistólica de entre 120 y 139 mm Hg no tienen alto riesgo de enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, la aplicación rigurosa de criterios de estudios clínicos pasaría por alto un gran número de pacientes con alto riesgo que no encajan en esta zona gris», dijo la primera autora, la Dra. Ann Marie Navar (Instituto de Investigación Clínica Duke, Durham, NC). «De un modo similar al abordaje del tratamiento del colesterol, los médicos deberían de considerar el riesgo de enfermedades cardiovasculares al establecer una estrategia de tratamiento para la hipertensión»..

Navar y sus colaboradores evaluaron cómo dos estudios clínicos recientes, el estudio SPRINT (Systolic Blood Pressure Intervention Trial) y el estudio HOPE-3 (Heart Outcomes Prevention Evaluation-3), se relacionan para tratar a los pacientes en el ejercicio clínico cotidiano. El estudio SPRINT demostró que el tratamiento intensivo de la hipertensión tiene un beneficio importante, pero HOPE-3 no reveló ninguna ventaja uniforme de tal enfoque.

Los investigadores analizaron datos de 14.142 adultos de 20 a 79 años que participaron en el estudio NHANES (Encuesta Nacional para el Examen de la Salud y la Nutrición 2007-2012). Estimaron el número y las características de adultos con presión arterial sistólica de un mínimo de 120 mm Hg; luego estimaron quien podría necesitar tratamiento o intensificación del tratamiento si se aplicasen los criterios del estudio clínico o los basados en riesgo.

Calcularon que 53,3 millones de adultos estadounidenses no tratados y 19,8 millones de adultos estadounidenses tratados tienen una presión arterial sistólica que encaja en la zona gris de diagnóstico y tratamiento de 120-139 mm Hg. Una pequeña proporción habría sido elegible para SPRINT o HOPE-3.

Además, calcularon que incluso de las personas con enfermedades cardiovasculares previas o con alto riesgo de enfermedades cardiovasculares, pocas habrían sido elegibles para SPRINT (27% tratadas y 21,9% no tratadas) o HOPE-3 (10,6% tratadas y 2,1% no tratadas).

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«Un número sustancial de adultos estadounidenses tienen una presión arterial sistólica de entre 120 y 139 mm Hg pero no habrían reunido los requisitos para SPRINT o HOPE-3», dijo Navar. Los investigadores concluyeron en su análisis: «Más datos del estudio idealmente esclarecerán cómo, cuándo y a quién tratar de manera más intensa. Mientras tanto, proponemos un método basado en el diagnóstico, que tome en cuenta no sólo la presión arterial de una persona, sino también el riesgo general de enfermedades cardiovasculares».

Navar explicó con más detalle: «En primer lugar, los pacientes con enfermedades cardiovasculares previas automáticamente se están considerando con alto riesgo. Para el grupo de prevención primaria, el estudio SPRINT utilizó la calculadora de riesgo de Framingham, aunque las nuevas ecuaciones de cohortes combinadas pueden ser más generalizables a la población. Las dos calculadoras utilizan una combinación de edad, género sexual, presión arterial, colesterol, antecedente de diabetes y antecedente de tabaquismo. Estas calculadoras son un buen punto de partida, pero los médicos también desean tomar en cuenta otros factores de riesgo, como antecedentes familiares, obesidad, calcio en las arterias coronarias y actividad física».

En un editorial complementario, [2] el Dr. Paul K. Whelton (Escuela de Salud Pública y Medicina Tropical de la Universidad Tulane, Nueva Orleans, LA), un investigador en el estudio SPRINT, y sus colaboradores, señalaron que los dos estudios clínicos fueron fundamentalmente diferentes en cuanto a diseño y desde los puntos de vista geográfico y demográfico.

«El mensaje central es que el tratamiento más intensivo en SPRINT proporciona una ventaja muy espectacular. Muchos médicos prestan más atención a sus esfuerzos por reducir la presión arterial», dijo Whelton. «Espero que de esto obtendremos una descripción más directa de cómo medir la presión arterial en el ejercicio clínico».

Los Dres. Salim Yusuf y Eva Lonn (Universidad McMaster, Hamilton, ON), investigadores que participaron en el estudio HOPE-3, también fueron coautores de un comentario complementario. [3] Yusuf dijo: «No creo que el enfoque de SPRINT sea aplicable a la mayoría de los centros, aun en países occidentales como Canadá y Estados Unidos». «El verdadero mensaje es que si la presión arterial está elevada, hay que tratarla con un método que sea adecuado al nivel de recursos. Si se desea disminuir la presión arterial, hacerlo únicamente si se cuenta con mucho personal que esté dispuesto a vigilar muy bien al paciente. Es un enfoque aceptable, pero el problema ahora es cuán aplicable es a la mayoría de las personas con hipertensión», dijo.

Fuente: espanol.medscape.com

Referencias:

 

  • Navar AM, Pencina MJ, Peterson ED. Assessing cardiovascular risk to guide hypertension diagnosis and treatment. JAMA Cardiol 2016; DOI:10.1001/jamacardio.2016.2861. Resumen

  • Whelton PK, Reboussin DM, Fine LJ. Comparing SPRINT and the HOPE-3 blood pressure trial. JAMA Cardiol 2016; DOI:10.1001/jamacardio.2016.2051 Resumen
  • Yusuf S, Lonn E. The SPRINT and the HOPE-3 trial in the context of other blood pressure-lowering trials. JAMA Cardiol2016; DOI:10.1001/jamacardio.2016.2169 Resumen

 


Comité editorial medicinapreventiva.info

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