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Epílogo: Superstición, culebrilla, yerba mora y otros ensalmos… | Por: Rafael Muci-Mendoza

La Medicina, que tiene que tratar con el elemento más importante de la Creación, nos coloca a los Médicos en el envidiable sitial de observar y ser partícipes de todo cuanto atañe al ser humano: sus emociones, sus miserias y sus glorias, sus alegrías y tristezas, sus victorias y sus derrotas, su capacidad para elevarse en la adversidad o sucumbir en ella.

Los ejemplos, que nos tocan tan de cerca que no por rareza nos contagian, nos incitan a comprender lo poco que somos, la imperfección de la urdimbre de nuestro tejido, la fragilidad del hilo en que pendemos atados a la vida, la estúpida soberbia que nos procura el espejismo de los bienes terrenales, la oscuridad tenebrosa gestora de cualesquiera fantasía horripilante que reina en lo profundo de cada ser… Cada paciente es pues, una oportunidad más para la propia lección y el enriquecimiento interior, si es que así permitimos que ocurra. Conocí más de mi paciente, es decir, más de mi propia hechura…

La napolitana tan añosa en el país y aún maniatada a su ininteligible jerigonza, mixtura ítalo-caraqueña, que sufría de culebrilla o herpes zóster. En honor a la verdad, el «diabólico daño» no habla sido dirigido a ella.., una joven nieta habría de ser el verdadero objetivo, el blanco de envidias y malsano sentimiento, y a la hermosa precisamente, fueron enfilados los mefíticos aires del que había pactado con el demonio. ¡Eso fue lo que me contaron! ¿Entonces? Sencilla la explicación. La joven era fuerte, así que «el daño» rebotó en ella y fue a incrustarse en la cansada y débil humanidad de la nona.

Curiosamente y como les enseñara, el herpesvirus tiene predilección por afectar al anciano, cuyas defensas orgánicas medio oxidadas y maltrechas por el cansancio, pierden capacidad de respuesta. Véase pues, como las mentes retrógradas apreciarán en ello, lo que su insania les haga mirar por sus tuertos ojos. Escogen para sus marramuncias ejemplos de enfermedades propias de un grupo etario y, alrededor de ellas, construyen su pestilente fantasía, haciéndolas aparecer como productos de mal de ojos o que se yo cómo se las llame…

También habíamos comentado el colmo del despropósito de un facultativo que con acentuada ligereza habría arrojado a otra paciente, en la misma situación, en las manos de un exorcizante, porque en su supremo ignorantismo pensaba que sólo los hechizos podrían curarla. Con “médicos” como éste, ¿para qué necesitamos enemigos? Es por esto que, a lo largo de mis pasadas entregas, he tratado de pertrecharlos con piezas de información que pudieran ayudarles a asistir á quien tuviere el infortunio tan mortificante mal.

Si es que la yerba mora o yocoyoco (Solanum nigrum, Linneo) de la familia de las solanáceas, que contiene salanina, un glucósido venenoso de propiedades narcóticas, tiene o no efectos antisépticos, emolientes, cicatrizantes y aun antivirales, no es asunto sobre el que yo deba opinar. Sólo una seria evaluación de las propiedades del compuesto, en el laboratorio y luego sobre seres humanos, con ensayos cuidadosos a doble-ciego, permitirán decidir si sirve o no sirve, máxime cuando un muy serio escollo para un estudio terapéutico con esa enfermedad específica es su cualidad de ser autolimitada, de curarse sola.

Las paperas y la lechina son también enfermedades autolimitadas Los médicos no las curamos, nadie las cura, la naturaleza de la interacción entre ellas y nuestro cuerpo las obliga a desaparecer. Sin duda alguna, serían también “curadas” con yerba mora…

En nuestro largo proceso evolutivo de millones de años tuvimos que hacernos de finos mecanismos de control, de extraordinarios equipos de mantenimiento, de sistemas de defensa natural contra las enfermedades y de remedios que se encuentran ya incluidos en nuestro propio envoltorio. No iba a ser tan tonta la naturaleza para exponer su máxima creación y orgullo a una rápida desaparición ante los numerosos enemigos, visibles e invisibles, que nos rodean.

¿Ha progresado la medicina científica en el control del herpes zoster? De entrada podrá usted argumentar el elevado coste de los medicamentos que le recomendaré. Tal vez mucha culpa tengo yo y usted también por no haber sacado a patadas a tanto burro encorbatado que nos ha gobernado en los últimos años, llevándonos a una quiebra moral y económica, invocando razones alejadas a la verdadera realidad que todos conocemos: mediocridad, autosuficiencia, inmoralidad y rapiña.

El objetivo del tratamiento no es solo reducir la duración de la erupción y del dolor, sino también disminuir la posibilidad de desarrollo de la neuralgia posherpética. Medicamentos antivirales como la vidarabina, el alfa interferón, el aciclovir y el vanciclovir, han demostrado que pueden detener su progresión y reducir el tiempo de cicatrización, ya sea en el enfermo inmunocompetente o inmunosuprimido. Los últimos de los medicamentos mencionados, son los de más amplio y seguro. Como los otros, está disponible en el país para uso parenteral (intravenoso), oral y aún tópico.

Cuando se los emplea entre las primeras 72 horas de aparecida la erupción, aborta la formación de nuevas lesiones, reduce en la sangre los elevados títulos de anticuerpos que expresan la replicación del virus, promueven la sanación de la piel y mejora el dolor.

Los cultivos del virus varicela-zoster de muestras tomadas por raspado de las ampollas se negativizan prontamente, lo que significa que el medicamento detiene su replicación y lo destruye. Por desgracia, no parece reducir el riesgo de la temida neuralgia posherpética. Su uso en el herpes zoster oftálmico o culebrilla de la frente es mandatorio, pues puede conducir a la pérdida del ojo.

El controversial empleo de corticosteroides -triamcinolona y prednisona- ha demostrado en algunos casos reducción del proceso y prevención de la neuralgia. En dosis moderadas tampoco parecen inducir la diseminación del virus. Con relación a la neuralgia posherpética dijimos en anterior oportunidad de su capacidad para mejorar en el tiempo espontáneamente. Los antidepresivos tricíclicos -aminotriptilina y nortriptilina- en dosis progresivamente crecientes, pueden aliviar el dolor. La sedación, boca seca, ganancia de peso y el estreñimiento son sus efectos indeseables. Su combinación con fenotiazinas -flufenazina, perfenazina- puede ser una opción para algunos pacientes. Otras drogas ha reportado algún beneficio: Carbamacepina, pregabalina, gabapentina, fenitoína, baclofeno, cimetidina y hasta la vitamina E.

Una sustancia natural derivada de plantas de la familia de las solanáceas (ají) llamada capsaicina (Zostrix 0.025% y Axsain 0.075%) en forma de crema no expendida en el país, parece ofrecer un alivio definido. Aunque su mecanismo de acción no está claramente comprendido se cree que la sustancia insensibiliza la piel, depletando y evitando la reacumulación de la sustancia P en las neuronas sensoriales periféricas. Esta chismosa sustancia o correveidile del sistema nervioso, lleva la información de quemadura desde la piel hasta los centros cerebrales del dolor, para que este nos las haga sentir como tal. Una suave sensación de quemadura sigue a su aplicación, la cual debe colocarse cinco veces al día durante la primera semana, y tres veces diarias por tres semanas más.

Nos despedimos así de la temida culebrilla, esa enigmática dolencia con su halo de superstición y fraude, que no es obra del demonio ni de omnipotentes facultades de “dañar” a la distancia, sino de un infame virus, para el cual el progreso médico ya ha encontrado una explicación y una “contra”…

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Dr. Rafael Muci-Mendoza

Academia Nacional de Medicina. Boletín virtual. Editorial. Enero 2015

Epílogo: El lado oscuro de la Luna: Elogio de la superstición, culebrilla, yerba mora y otros ensalmos…

http://anm.org.ve/FTPANM/online/2015/Boletines/N73/Muci-2015-7-73-I-84.pdf

Comité editorial medicinapreventiva.info

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