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La obesidad, monstruo de mil cabezas | Por: @linternista

La obesidad no solo esta determinada por los factores clásicos como son la ingesta excesiva de alimentos y la falta de actividad física, sino que ahora se sabe más de la influencia de otros factores, como el medio ambiente (el diseño de las ciudades) y los aspectos psicológicos como el estrés.

Así lo explica el doctor Francisco Tinahones, presidente del comité científico organizador del 12º congreso anual de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), celebrado en Málaga, España.

Olfato seducido

Uno de los estudios presentado fue realizado por el doctor Fernando Fernández Aranda, investigador principal del grupo Trastornos de la Alimentación del CIBERobn, quien ha indagado la relación entre el olfato y conductas alimentarias extremas (no sólo la obesidad, sino también la anorexia).

Fernández Aranda, explica que la influencia de la capacidad olfativa en el comer es algo ya demostrado «basta ver la reacción de un niño ante ciertos olores», pero su relación con enfermedades como la obesidad ha sido menos estudiada hasta ahora.

«Se sabe que alrededor del 15-20% de la población tiene la capacidad olfativa reducida, pero en personas obesas ese porcentaje se eleva hasta el 50%», señala el especialista.

Esa reducción en la capacidad olfativa tiene una relación directa con el llamado comer emocional, que hace que ciertas personas sean más propensas a recurrir a la comida como vía de escape en determinadas situaciones emocionales.

A diferencia del olfato, el gusto no tuvo un valor tan predictivo en las pruebas que se realizaron y no se asoció tan claramente a un aumento de peso, dijo el doctor.

Muchas calorías refrescantes

Otro gran protagonista del simposio fueron los refrescos, cuyo papel en el aumento de peso está ya más que demostrado, como recuerda por su parte el doctor Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Navarra.

«Las calorías que vienen de las bebidas azucaradas son las más peligrosas para la salud», alerta uno de los expertos que más ha peleado para demostrar esta relación y la influencia de la industria de los refrescos para minimizar ante la opinión pública este fenómeno.

«En algunos países el consumo medio de refrescos es de una lata por habitante y año (incluyendo a niños ancianos…) y este consumo excesivo es un problema que está detrás del problema de la obesidad», señala Martínez-González.

El problema de estas calorías líquidas, es que el cerebro las interpreta como si fuese agua, y no las descuenta después de la ingesta calórica. «Son, además, calorías vacías, porque no aportan nada más al organismo, por lo que quien las consume está malnutrido a pesar de esa ingesta de calorías», agrega.

Martínez-González aclara que la cantidad de fructosa que contienen estas bebidas (procedente del sirope de maíz, «muy barato para la industria») supera la cantidad del 5%-10% de azúcar en las calorías totales de un día que se recomiendan.

Además, «tienen un efecto rebote en el organismo, porque liberan a la sangre gran cantidad de azúcar, súbitamente, a lo que el organismo responde con una secreción de insulina que al cabo de dos horas o así se traduce en una hipoglucemia que provoca hambre de nuevo. Es un círculo vicioso», añade.

La alternativa de los refrescos light puede ser una opción por su composición a base de edulcorantes artificiales que no aportan calorías y cuyo consumo moderado no tiene efectos adversos para la salud. Sin embargo, «los refrescos light son una manera cara de beber agua del grifo», aseguró el experto.

¿Otras discusiones?

 ¿Azúcar o sacarina?

Martínez-González debatirá con la doctora Carmen Gómez-Candela sobre la eterna cuestión.»La sacarina es una alternativa más saludable al azúcar, pero no la óptima», asegura Martínez-González, «es una manera de tranquilizar la conciencia, sobre todo si se echa al café y al mismo tiempo se acompaña de bollería».

Microbiota intestinal en el origen de la obesidad

A cargo de la doctora Geesje M. Dallinga-Thie del centro médico AMC de Ámsterdam, en Holanda, versará sobre el papel de algunas alteraciones de la microbiota intestinal en el origen de la obesidad y cómo algunas líneas de investigación actual están abordando la utilidad que puede tener el trasplante fecal para revertir estas alteraciones.

«Este grupo holandés tiene experiencia en el trasplante fecal para el tratamiento de la diabetes tipo 2, aunque son experiencias muy preliminares», explica Tinahones.

En el caso de la obesidad, este terreno está aún sin explorar, aunque como explica el experto español, «lo que sí está cada vez más claro es que en los últimos años hemos sufrido una pérdida de la diversidad bacteriana que habita en nuestro intestino, por causas como la excesiva asepsia o el uso de antibióticos».

Cirugía bariátrica y tratamientos farmacológicos

En el congreso también se abordarán las últimas técnicas quirúrgicas (cirugía bariátrica) para los casos más extremos y los últimos fármacos aprobados.

«Después de años huérfanos de tratamientos farmacológicos, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ha autorizado dos medicamentos que no tardarán mucho en llegar a España (liraglutide y nalttexona+brupopion)», apunta Tinahones.

Eso sí, ambos tratamientos están indicados para ir acompañados siempre de dieta sana y ejercicio físico porque, de otra manera, están condenados al fracaso.

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Fuente: El Mundo.

Daniel Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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