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Perder peso es cuestión de disciplina, actitud y estar bien informado | Por: @linternista

Cada vez hay más personas con sobrepeso y obesidad ¿Qué está pasando? ¿No es ilógico buscar soluciones en estrategias que cada vez nos alejan más de la comida y del ejercicio físico?

Pueden haber infinitas fórmulas dietéticas, unas más populares que otras: la dieta del repollo, de la luna, del astronauta, las comidas en polvos o polvos proteicos, las dietas cetogénicas, las dietas disociadas, los batidos que reemplazan comidas, las zapatillas, anillos, calzas, fajas, musculosas de neopreno, semillas para las orejas que prometen quemar grasas, bajar todo o gran parte de tu sobrepeso, pero ¿funcionan? ¿Dan resultado?

Siempre buscamos soluciones mediatas para problemas crónicos. La frase debería ser “pan para hoy y hambre para mañana” sin embargo, pocas de estos sistemas de dietas para bajar de peso dejan comer pan, así que seria “NO PAN para hoy y HAMBRE para mañana”.

En Argentina, existe un instrumento de medición conocido como Encuestas Nacionales de Factores de Riesgo, que refleja que 6 de cada 10 argentinos tienen sobrepeso u obesidad y sin embargo ellos son considerados máquinas de hacer dieta. Y estos siempre están buscando algo que eluda su compromiso de tomar la decisión y ser constantes para perder peso de forma saludable.

¿Qué se necesita para bajar de peso?

Para que haya descenso de peso debe haber un balance negativo de energía. Si nuestro metabolismo gasta 1500 calorías diarias en cumplir sus funciones vitales, como pensar, comer, orinar y a su vez gasto 300 calorías diarias de más, por ir caminando a mi trabajo, tengo un gasto diario de 1800 calorías.

Todos los planes que se realicen, ya sean polvos, dietas monótonas o sistemas de batidos, si son hipocalóricos y nos ofrecen menos calorías de las que gastamos generarán un descenso de peso. Lógicamente nosotros lo vamos a asociar al poder de la zapatilla o anillo que me puse y no a que como 800 calorías diarias menos de lo que venía comiendo habitualmente.

Un estudio en el cual se investigaron una muestra de 200 trabajos individuales sobre la relación entre los indicadores de salud y dietas altas y bajas en carbohidratos, dietas vegetarianas y no vegetarianas se determinó que el descenso de peso es independiente a la composición de la dieta y que la restricción de energía es la variable asociada a la reducción de peso.

Pero, si sirven para bajar de peso ¿Por qué hay cada vez más obesidad? El problema de las dietas restrictivas a largo plazo radica en que nuestro cuerpo posee un genoma ahorrador, aquel que proviene del paleolítico, que está preparado para defenderte cuando haya escasez de alimentos.

¿Cómo lo hace? Bajando ese metabolismo diario. Así es, al tiempo de realizar estos planes tu metabolismo no será el mismo, sino que estará ahorrando energía para defenderte de tus recortes energéticos y tus bruscos descensos y despertará niveles de ansiedad y hambre para reponer lo perdido.

Al ceder ante la tentación, no lo harás frente a un mismo metabolismo, sino ante uno más “vago”. Por otro lado, nuestros nutricionistas nos cuentan las Leyes de la Nutrición. Es decir que una alimentación saludable a largo plazo NO puede violar las siguientes leyes:

Ley de la calidad

La alimentación deberá ser completa para el correcto funcionamiento de órganos y sistemas. Toda dieta deberá contener: hidratos de carbono, proteínas, lípidos, vitaminas, minerales y agua.

Las dietas se clasifican de acuerdo a esta ley en: completas (variadas) e incompletas (monótonas).

  • Ley de la cantidad: La cantidad de alimentos debe ser suficiente para cubrir las necesidades calóricas y nutricionales de nuestro organismo. Los regímenes para adelgazar que son muy restrictivos por largo plazo se consideran insuficientes, ya que ofrecen un descenso de peso a expensas de un contenido calórico que no cubre las necesidades nutricionales básicas de la persona.
  • Ley de la armonía: Las cantidades de los diversos principios que componen la alimentación deberán guardar una relación de proporción. Se recomienda que la dieta contenga: proteínas: 12 a 15% del valor calórico total; grasas: 30 a 35% del valor calórico total; carbohidratos: 50 a 60% del valor calórico total. Muchas de las dietas de moda son disarmónicas.
  • Ley de la adecuación: Toda dieta deberá ser la apropiada para cada individuo en particular, considerando: edad, sexo, actividad, estado de salud, hábitos culturales y economía. Ello implica una adecuada elección de los alimentos, así como una adecuada preparación.

Baja en carbohidratos

Son aquellas que aportan menos de 100 gramos de carbohidratos diarios. Algunos sistemas ofrecen hasta 50 gramos de carbohidratos diarios (lo que se cubre con un plato plano de arroz o fideos o 2 papas medianas).

Estos planes buscan generar un estado de cetosis, ya que al haber pocos hidratos de carbono, hay poca elevación de insulina, que es la responsable de guardar los azucares y grasas circulantes. Esto genera que haya muchos ácidos grasos dando vuelta por la sangre libres, para ser utilizados.

Es por esto que se supone que planes bajos en carbohidratos a “corto plazo” aprovechan mejor la grasita para cubrir las necesidades energéticas. Esas grasas son combustionadas de forma incompleta en nuestro hígado formando cuerpos cetónicos (de ahí su nombre de dietas cetogénicas), que pueden ser utilizados como combustible por todos los tejidos del cuerpo que tengan las estructuras celulares llamadas mitocondrias para usarlas, como el tejido muscular o el cerebro.

Los últimos estudios científicos muestran que este tipo de dietas logran:

  • Rápido descenso de peso, mayor que en dietas convencionales. Registrados hasta los primeros 3 a 6 meses, luego el nivel de reducción es similar que en planes convencionales.
  • Disminución de la glucosa en ayunas.
  • Reducción de triglicéridos circulantes en sangre.
  • Mejora de la presión arterial.

Pero, produce efectos no deseados:

  • Mayor pérdida de masa magra (músculo).
  • Aumento de perdida urinaria de calcio.
  • Puede producir síntomas como: cansancio, debilidad, fatiga, cefalea, halitosis (mal aliento), diarreas, mareos, constipación, aumento de niveles de ácido úrico y deficiencias de vitaminas.

La contradicción

En aquellas personas que realizan regímenes dietéticos hipocalóricos o bajos en carbohidratos suele prescribirse la suspensión de actividad física.

Esto es debido a que los depósitos corporales de glucógeno (la reserva energética para la actividad física) necesitan de planes alimentarios con 7 a 10 gramos de carbohidratos por kilo de peso para reponerse en 24hs. (En una persona de 70 kilos serías 490 gramos de carbohidratos diarios) y estos planes aportan menos de 100.

Estas dietas agotan las reservas de carbohidratos corporales y no permiten que se restituyan. Estos son el combustible por excelencia cuando realizamos deportes de alta intensidad.

Los nutricionistas explican que estos planes dietéticos se consideran:

  • Incompletos e Insuficientes. No cubren las necesidades básicas de macro y micronutrientes, es por eso que muchos planes van acompañados de multivitamínicos. ¡Atención! Si bien son nutricionalmente incompletas no hay datos suficientes para afirmar que se produce un efecto negativo sobre el estado nutricional a través de indicadores bioquímicos a corto plazo.
  • Disarmónicos. Ya que no respetan la proporción de nutrientes.
  • Inadecuados. No respetan las costumbres individuales o sociales. Mis gustos, hábitos, relaciones interpersonales.

Estos planes bajos en carbohidratos aún no presentan bases científicas a largo plazo, es por eso que ningún método recomienda hacerlas por tiempo prolongado, sino por etapas donde se van reincorporando los alimentos.

Esto sería un buen punto a favor, si luego de un rápido descenso de peso y mejorías de los valores clínicos, respeto las fases en las que vuelvo a los hábitos alimentarios saludables.

Pero la mayoría no respetan estas pautas, por lo general bajan sus kilos y luego se liberan al placer de la comida o sucumben precozmente ante la ansiedad generada por el cuerpo ó la necesidad de ser “como todo” y comer en una situación social. Y suelen venir los rebotes de peso.

Consideraciones

Si bien estas dietas ‘milagro’, disociadas o a base de “NO alimentos” nos permiten bajar de peso a corto plazo y dar ese paso inicial, deberíamos preguntarnos:

  1. ¿Por qué no bajar comiendo saludablemente?
  2. ¿Por qué quitar de mi vida situaciones placenteras o alimentos saludables?
  3. ¿Cuál sería el inconveniente de charlar con un profesional y hacerlo adecuadamente?
  4. ¿Podría vivir sin consumir este alimento que estoy sacando?
  5. Nada es bueno ni nada es malo mientras lo realices en la forma y el tiempo prescrito por un profesional idóneo.

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Fuente: Clarín.

Daniel Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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