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Modificaciones dietéticas recomendadas para el tratamiento de la hipertensión | Por: @linternista

Reducción del sodio

Una modesta restricción de la sal puede facilitar el descenso de la presión arterial en los pacientes hipertensos. En un análisis de 28 estudios de intervención bien controlados que duraron al menos semanas y en los que se redujo la ingestión de sodio diario (sobre la de la excreción urinaria del ión) a una mediana de 78 mmol/por se constató una caída de la PA en un promedio de 5/2,7 mmHg en 734 hipertensos y en 2/1 mmHg en 2.220 personas normotensas de forma dosis dependiente.

No todos los hipertensos responden a los grados moderados de restricción de sodio hasta las cantidades recomendadas de 100 mmol/día o 2,4 g/día. Sin embargo, aunque la presión arterial no disminuya con limitaciones moderadas de la ingesta de sodio, no por ello los pacientes dejan de obtener beneficios. Un menor consumo de sodio se asocia a múltiples beneficios cardiovasculares y no-CV. Los componentes del síndrome metabólico se asocian a mayor sensibilidad de la PA al sodio de la dieta.

Sin embargo, el mantenimiento de una restricción rígida de sodio no solo es difícil para los pacientes, sino que también puede ser contra­producente. La marcada estimulación de la actividad renina-angiotensina y del sistema nervioso simpático que acompañan a la restricción rígida de sodio pueden impedir la caída de la PA y favorecer la pérdida de potasio, cuando se administran diuréticos al mismo tiempo. La res­tricción de sodio es útil para todo el mundo, como medida preventiva en los normotensos y, con mayor certeza, como tratamiento parcial en los hipertensos.

La forma más fácil de lograr una restricción moderada de sodio consiste en sustituir los alimentos procesados por los naturales, porque estos tienen contenidos bajos de sodio y elevados de potasio, mientras que a la mayoría de los procesados se les añade sal y se les ex­trae potasio. Es de esperar que los fabricantes de alimentos procesados reduzcan gradualmente las grandes cantidades de sal que a menudo contienen estos alimentos como se está haciendo en el Reino Unido. Entretanto, hay que aconsejar a los pacientes que no tomen alimentos con más de 300 mg de sodio por ración.

Otras normas a seguir son las siguientes:

  • No se añadirá cloruro sódico a los alimentos durante su preparación culinaria ni en la mesa.
  • Si se desea un sabor más sabroso, se usarán preparados con la mitad de cloruro sódico y la mitad de cloruro potásico o un sustituto de cloruro potásico puro.
  • Se evitará o se minimizará el uso de comidas rápidas y alimentos procesados, muchos de los cuales contienen grandes cantidades de sodio.
  • Hay que tener en cuenta el contenido de sodio de algunos antiácidos y medicamentos de venta sin receta.

Suplementos de potasio

Algunas de las ventajas de la menor ingestión de sodio podrían guardar relación con su tendencia a aumentar el contenido de potasio en el organismo, tanto por un aumento coincidente del aporte dietético de potasio como por una disminución de las pérdidas de potasio cuando se utiliza un diurético. Los suplementos de potasio reducen la PA pero son demasiado costosos y potencialmente peligrosos para que puedan administrarse de forma sistemática a los pacientes hipertensos nor­mopotasémicos. Lo mejor es aumentar el consumo de fruta y verdura, porque además reduce la incidencia de accidente cerebrovascular.

Suplementos de calcio

La adición de calcio, bien en la dieta o en forma de suplementos, puede tener un pequeño efecto antihipertensivo. Sin embargo, en un estudio reciente sobre 732 mujeres sanas que recibieron 1 g de calcio elemental diario se encontraron un número significativamente superior de episo­dios CV durante 5 años que en las que recibieron placebo.

Suplementos de magnesio

Los suplementos de magnesio reducen la presión arterial solo en pa­cientes con hipomagnesemia.

Otros elementos de la dieta

En condiciones estrechamente controladas, la dieta DASH, que aporta menos sodio y grasas saturadas y más potasio, calcio y fibra, redujo de forma significativa la PA. Sin embargo, estos resultados pueden no ser aplicables en la realidad porque se han obtenido en un estudio corto y es­trechamente controlado.

En el ensayo PREMIER se ha obtenido una visión más realista. En este ensayo 810 adultos con una presión arterial media inicial de 135/85 mmHg fueron asignados a tres grupos: un tercio tuvo un contacto mínimo, un tercio recibió un asesoramiento intensivo con segui­miento estrecho y el resto recibió el mismo asesoramiento y seguimiento con instrucciones para elaborar su propia dieta DASH. A los 6 meses en estos dos últimos grupos se encontraron reducciones idénticas de los riesgos de cardiopatía isquémica, sin beneficios adicionales derivados de la dieta DASH.

La cafeína incrementa de forma aguda, aunque transitoria, la presión arterial, pero no se ha demostrado relación entre el consumo habitual de café y la incidencia de hipertensión. Incluso el mayor consu­mo de cafeína se relacionó con una leve reducción del riesgo de ictus en las mujeres del Nurses Health Study.

Fuente: Kaplan, N. Hipertensión sistémica: tratamiento. En Braunwald. Cardiología en atención primaria. Elsevier. 2013

 



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