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Dieta sin control equivale a trastornos de la conducta alimentaria | Por: @linternista

Tras la denuncia 15 blogs que promueven la anorexia, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) vuelven a ser noticia.

Los trastornos alimentarios son enfermedades muy compleja en la que convergen síntomas psicológicos (alteración de la imagen corporal, miedo fóbico a ganar peso y rechazo a mantener un peso saludable), emocionales (baja autoestima y baja tolerancia a la frustración) y físicos (pérdida de peso y desnutrición), «que son la expresión del malestar psicológico y emocional» y surgen por la «baja autoestima o el malestar emocional y su atribución errónea a la apariencia o al cuerpo», así lo señala Juana María Fernández Galbis, miembro de Saluspot, psicóloga general sanitaria y neuropsicóloga en la Clínica Capistrano en España.

La crítica etapa de la adolescencia es la perfecta para el desarrollo de estos trastornos («anorexia, la bulimia, el trastorno por atracón o comedores compulsivos y, cada vez, más la vigorexia») ya que es una época de cambios físicos, psicológicos y emocionales en la que la «autoestima es frágil y el grupo de referencia es muy importante», explica Fernández Galbis.

«Los adolescentes son especialmente vulnerables a las críticas y a las modas, además de ser crueles y muy críticos ante los defectos de los demás y los propios» reseña la psicóloga que matiza que, dentro del grupo de adolescentes, «las chicas son más vulnerables, probablemente por la mayor importancia concedida a la apariencia física y los cánones de belleza actuales», añade.

«Cualquier situación en la que se vea comprometida la autoestima y el amor propio, ya sea un desengaño o una situación de acoso o abuso», puede, según la especialista, «desencadenar un TCA». Por ejemplo, «la necesidad de ser aceptados por el grupo y el miedo al rechazo juegan un papel importante en el desarrollo de la autoestima».

Además «realizar dietas sin control o la pérdida brusca de peso» también puede favorecer la aparición de un estos desórdenes que, además de «un gran malestar emocional y psicológico, pueden provocar conductas autolesivas. De hecho, dejar de comer o los atracones son en sí conductas de autoagresividad, maneras de hacerse daño a uno mismo», añade.

Una persona que padece un TCA es propensa a desarrollar enfermedades o adicciones porque pueden utilizar el alcohol u otras sustancias para evadirse del problema, para dejar por un momento los pensamientos obsesivos y angustiantes en torno al peso y la imagen o para olvidar la vergüenza que sienten de sí mismos y de su cuerpo.

Los trastornos de la conducta alimentaria están altamente influenciados por la publicidad que muestra mujeres y hombres no reales y estos ejemplos condicionan al adolescente a ser seguidos. El «bombardeo continuo de cuerpos esculturales que no reflejan el 90% de la población real hace que se sientan diferentes a como “deberían” ser, de forma que contribuyen a la baja autoestima y a querer alcanzar esos cánones» explica la psicóloga.

La relación que muchas veces se muestra en los medios de comunicación entre apariencia física y felicidad «contribuye a la atribución errónea del peso y la imagen al bienestar emocional y psicológico, lo que lleva a intentar alcanzar el cuerpo deseado».

Mal uso de la web

Las páginas webs que divulgan este tipo de información promoviendo estos trastornos de alimentación triunfan porque «los pacientes siempre buscan justificar su comportamiento: necesitan reafirmarse en que es un “estilo de vida” y en estas webs y foros «encuentran la confirmación de que es algo común y “normal”, quieren ver que no son los únicos que piensan y se comportan así y que, por tanto, no están enfermos».

También, conocen un grupo de iguales con quienes compartir trucos y estrategias para perder peso u ocultar síntomas, y además sienten el consuelo de saber que no están solos en su sufrimiento.

Existen terapias o tratamientos multidisciplinarios en los que se trabaja en los ámbitos nutricional, médico y psicológico.

FernándezGalbis resalta la importancia de la «reeducación alimentaria, volver a aprender hábitos nutricionales saludables y normalizar el peso y la ingesta, así como trabajar y tratar la baja autoestima, la falta de amor propio, los complejos y las creencias disfuncionales respecto a la salud, la belleza y la felicidad».

«No solo los síntomas, sino también los factores que los han generado y mantenido a lo largo del tiempo, por lo que disminuye la probabilidad de recaídas», añade.

Si el malestar psicológico cesa y se restablecen las pautas alimentarias sanas y los índices antropométricos saludables, «puede considerarse que el individuo está curado».

Sin embargo, «el riesgo de recaída dependerá de si se han identificado y trabajado todos los factores que han generado y mantenido el trastorno por lo que debe realizarse un seguimiento y un buen plan de prevención de recaídas para identificar los estímulos desencadenantes y aprender a controlarlos antes de que se dé la recaída», añade.

«La familia y la red social de apoyo son muy importantes en la prevención.» concluye.

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Fuente: ABC.

Daniel Hernández

Comunicador Social

Comité editorial medicinapreventiva.info

Comité editorial de medicinapreventiva.info

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