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Lácteos enteros pueden reducir riesgo de obesidad y diabetes tipo 2 | Por: @linternista

Los lácteos, la fuente más eficiente de calcio para nuestros huesos, se han convertido desde hace algún tiempo en las víctimas de una corriente de opinión que quiere colocarlos como el origen de los todos los males. Que si engordan, que si todos somos intolerantes, que si se puede vivir sin ellos. Sin embargo, cada vez más estudios están revelando que su mala fama es injusta y que, contrariamente a lo que se piensa, podrían ser unos grandes aliados de nuestra salud metabólica.

Las dos últimas investigaciones en esta línea vieron luz en septiembre. La más pequeña, con 254 participantes francocanadienses, y publicada en Applied Physiology, Nutrition and Metabolism, determinó que los lácteos pueden reducir el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2. El origen de esta protección estaría, según los investigadores, en el ácido transpalmitoleico, presente de forma natural en la grasa de la leche, queso, yogurt y mantequilla, y que ha demostrado recientemente tener beneficios para la salud. En concreto, en este estudio, su presencia en sangre se relacionó con una menor presión sanguínea en hombres y mujeres y menor peso corporal en hombres. Además, se asoció con un menor nivel de glucosa en sangre.

La otra investigación, de mayor tamaño, presentada en la reunión anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes, incluyó a 26.930 individuos, con edades de entre 45 y 74 años, a los que se siguió durante 14 años. La conclusión a la que llegaron es que las personas con mayor consumo de lácteos enteros (8 o más porciones al día) tienen un 23% menos de riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 que aquellos con la ingesta más baja (1 o menos al día). Una protección que no se detectó con los productos bajos en grasa. «Nuestros resultados sugieren que es la grasa de los lácteos la que está detrás de este efecto protector, pero es un estudio observacional y podría haber otros factores compartidos por las personas que toman gran cantidad de lácteos enteros que explicasen esta relación. Se necesitan más estudios», comenta a Ulrika Ericson, del Centro de Diabetes de la Universidad de Lund, en Malmö (Suecia) y autora principal del estudio.

No todo es tan bueno

Sin embargo, el consumo elevado de carne que, al igual que la leche, contiene grasa saturada, sí se asoció con un mayor riesgo de desarrollardiabetes tipo 2. Este estudio podría ser una confirmación más de lo que ya vienen sospechando los expertos, que no todas las grasas saturadas son igual de perjudiciales. «Es un reduccionismo hablar en nutrición de que la grasa saturada es mala cuando en un alimento hay 400 componentes. Hay que irse olvidando de los macronutrientes y pensar más en alimentos como unidad relevante de análisis en epidemiología nutricional. La leche no es solo grasa saturada, también péptidos, magnesio, calcio… hay mucho más que estudiar», señala el profesor Miguel Ángel Martínez, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, de España.

Uno de los productos en los que se encontró una asociación inversa más fuerte en el estudio sueco fue el yogur. Precisamente, una investigación dirigida por el profesor Martínez y publicada el pasado julio en Nutrition, Metabolism and Cardiovascular Diseases, concluyó que un alto consumo de yogurt (al menos 7 unidades a la semana) se asocia con un menor riesgo de sobrepeso u obesidad. Una de las teorías que baraja el investigador para explicar esta relación es que una mayor absorción de calcio puede reducir la formación de nuevo tejido adiposo e incrementar el metabolismo del tejido adiposo ya formado.

En una revisión publicada en The American Journal of Clinical Nutrition, el doctor Arne Astrup, jefe del departamento de Nutrición de la Universidad de Copehague, recuerda que estudios observacionales han revelado que la relación entre el consumo de leche y sus derivados y la incidencia de enfermedad cardiovascular es inversa. Astrup también se refiere a que el calcio y otros componentes bioactivos podrían modificar los efectos de las grasas saturadas en los niveles de colesterol malo y triglicéridos.

Pero los resultados de estos estudios no dan carta blanca a todos los perfiles. Hay que consultar con el médico antes de hacer cualquier cambio en la dieta. «La relación entre la obesidad y los productos lácteos, entre el efecto protector frente a la hipertensión o frente a la diabetes al mejorar la sensibilidad a la insulina, van a depender fundamentalmente de la materia grasa láctea (también de otros nutrientes) y el genoma de cada uno de nosotros, pues éste va a determinar la forma de responder. Eso es lo que constituye la nutrición personalizada», advierte la doctora Joima Panisello, médico internista, directora general de la Fundación para el Fomento de la Salud y vicepresidenta de la Asociación Método por Intercambio.

Fuente: ABC.es.

Daniel Ricardo Hernández @danielricardoh

Comunicador Social 

Comité editorial medicinapreventiva.info

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