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La hipertensión arterial sigue siendo la principal causa de muerte en todo el mundo y es uno de los mayores problemas de salud | Por: @linternista

Al afectar a 1.000 millones de perso­nas en todo el mundo, la hipertensión sigue siendo el factor de riesgo más frecuente, fácilmente identificable y reversible de infarto de miocardio, ictus (anteriormente llamados accidentes cerebrovasculares), insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular, disección aórtica y cardiopatía hipertensiva.

Dado el aumento de la obesi­dad y el envejecimiento de la población, la carga que representa la hiper­tensión a nivel global está aumentando y se calcula que afectará a 1.500 millones de personas, un tercio de toda la población mundial, para el año 2025. En este momento, la hipertensión arterial es responsable del 54% de los ictus y el 47% de las cardiopatías isquémicas en el mundo. La mitad de esta carga de enfermedad afecta a pacientes hipertensos y la otra mitad a personas con grados de presión arterial (PA) menores (prehipertensión). Por tanto, la hipertensión arterial sigue siendo la principal causa de muerte en todo el mundo y representa uno de los mayores problemas de salud.

La naturaleza asintomática de la afección retrasa el diagnóstico. El tratamiento eficaz requiere la continuidad del tratamiento en manos de un médico con experiencia y la realización de controles frecuentes, que son menos frecuentes en los hombres y en minorías de nivel socioeconómico bajo. En la inmensa mayoría de los casos diag­nosticados de hipertensión no se puede identificar un único mecanismo causante de la enfermedad, y el tratamiento sigue siendo empírico, requiriendo a menudo tres o más fármacos con mecanismos de acción complementarios, además de fármacos hipolipemiantes, fármacos antia­gregantes y fármacos para otras afecciones médicas concomitantes, como la diabetes.

La carga de pastillas, los costes de los medicamentos de prescripción, los efectos secundarios de los medicamentos y el es­caso tiempo disponible para educar al paciente son los factores que contribuyen al incumplimiento. A menudo, los médicos son lentos a la hora de iniciar e intensificar la medicación antihipertensiva. Por todas estas razones, la PA se controla hasta un valor menor de 140/90 mmHg en menos de un tercio de los sujetos afectados, incluso en los países que cuentan con los sistemas sanitarios más avanzados.

Incluso en los pacientes en los que el control de la hipertensión se ajusta a los estándares actuales, menos de uno de cada tres se considera protegido de sufrir un ictus, infarto de miocardio o insuficiencia cardíaca.

Definición

En la actualidad, la hipertensión se define como una PA habitual de 140/90 mmHg o mayor, para la cual se han establecido definitivamente los beneficios del tratamiento farmacológico en estudios clínicos alea­torizados y controlados con placebo. Esta Definición conservadora se ha cuestionado a través de los datos epidemiológicos, que demues­tran la existencia de relaciones positivas continuas entre el riesgo de muertes por enfermedad arterial coronaria (EACo) e ictus con una PA sistólica o diastólica de valores tan bajos como 115/75 mmHg. La dicotomía artificial entre «hiperten­sión» y «normotensión» podría retrasar el tratamiento médico hasta que la salud vascular se haya comprometido irreversiblemente, con valores elevados de la PA que antes se consideraban normales. En determinados pacientes de alto riesgo, como los que tienen una EACo establecida, el umbral para recomendar el tratamiento médico se ha reducido a 130/80 mmHg.

Prevalencia

Variaciones geográficas de la prevalencia de hipertensión arterial en poblaciones de ancestros africanos (barras rosadas) y europeos (barras azules).

En EE. UU. y otros países desarrollados, la prevalencia de la hiperten­sión aumenta con la edad, creciendo exponencialmente después de los 30 años de edad. Antes de los 50 años, la prevalencia de la hipertensión es algo menor en mujeres que en hombres. Después de la menopausia, la prevalencia de la hipertensión aumenta con rapidez en las mujeres y supera a la de los hombres. Finalmente, en torno a los 75 años, por debajo de la esperanza de vida media de los hombres y mujeres de EE. UU., casi e190% de los sujetos tendrá hipertensión.

Entre los adultos de EE. UU., más del 40% de los sujetos de raza ne­gra tiene hipertensión, comparado con el 25% de los sujetos de raza blanca o los hispanos. Entre los sujetos norteamericanos de raza negra, la hipertensión no es solo más prevalente que en los demás grupos raciales y étnicos, sino que también empieza a una edad más temprana, es más grave y causa un mayor daño de órganos blanco, provocando una discapacidad mayor y más prematura, y la muerte. Por el contrario, la prevalencia de la hipertensión no varía entre los sujetos de raza negra o no negra en Cuba o en otros países menos desarrollados.

Además, la hipertensión es más prevalente en varios países europeos de raza blanca que entre los sujetos afroamericanos, y es infrecuente entre los africanos que viven en África. Aunque se ha propuesto la existencia de muchos factores genéticos que expliquen la carga des­proporcionada que ejerce la hipertensión entre los afroamericanos, los datos internacionales subrayan la importancia del entorno. En el 90-95% de los pacientes hipertensos no se puede identificar una única causa reversible de la elevación de la PA, de donde deriva el término hipertensión primaria. En el 5-10% restante se puede identificar un mecanismo más discreto, y la afección se denomina entonces hipertensión secundaria o identificable.

Fuente: Victor, R. Hipertensión sistémica: mecanismos y diagnóstico. Braunwald: Cardiología en atención primaria. 2013.

 


Comité editorial medicinapreventiva.info

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